Bienestar a costa de lo que sea
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Bienestar a costa de lo que sea
Tras confirmar la infidelidad de su marido, mi mejor amiga capitalina estuvo enojada por varios años, incluso después de la separación y el divorcio. Le tuvo tanto coraje, que bastaba cualquier errorcillo (según su criterio de víctima cornuda) para arremeter en su contra despilfarrando el dinero. Como el hombre tenía cargo de conciencia y ella, una tarjeta de crédito –sin restricción– pagada por él, la cosa fue todavía más sencilla.
Arrepentida –una vez que sanaron sus heridas–, mi amiga me confío que en esa época de resentimiento llevaba a sus hijos pequeños prácticamente todos los días al cine a ver dos películas, sin que faltaran palomitas, refrescos y chocolates en cada función; comían en restaurantes caros –los pequeños, ella y, a veces, hasta sus padres o amigas–; compraba cada fin de semana ropa de marca, que incluso ni llegaron a usar; y se volvió fan del spa, el salón de belleza y el gimnasio.
Años después, recordé a mi amiga en un curso de neurociencia para mujeres, con Loani Anderson, licenciada en Desarrollo Humano y terapeuta holística; quien nos hizo listar 10 acciones que nos causan gran placer, con dos condiciones: no razonar y escribir lo primero que surgiera, para asegurarnos de que eran necesidades cerebrales y no mentales (o sea, reales y no creadas); y que fueran acciones que pudiéramos hacer solas: sin interacción con familiares y/o amigos.
Loani explicó que tenemos preferencia sobre ciertas acciones porque al realizarlas producen en nuestro cerebro hormonas que generan bienestar –por eso hay que hacerlas diariamente–, como el llamado cuarteto de la felicidad: dopamina, endorfina, oxitocina y serotonina; que no son las únicas hormonas del placer, pero sí las más conocidas. Incluso, las participantes coincidimos en varias acciones: dormir, comer, descansar, hacer ejercicio, escuchar música, bailar, pasear…
Entonces lo entendí. Además de vengarse (acción que los científicos aseguran que mejora el estado de ánimo), mi amiga quería atenuar el malestar que le produjo la traición, el abandono y la soledad; simplemente estaba equilibrando la balanza del estrés con sus pasatiempos favoritos.
Según la teoría, los seres humanos somos capaces de soportar químicos del distrés o estrés negativo (cortisol y adrenalina), solo si recibimos igual dosis de hormonas del bienestar.
¿Cuáles son tus acciones del bienestar y cada cuándo las llevas a cabo? Si no tienes tu lista, haz una y cerciórate cada día de ejecutar el mayor número posible de actos que te hacen sentir feliz. Recuerda que cuando estás en bienestar, experimentas la felicidad y es cuando tienes mayor rendimiento. Y si de paso compartes esto con tus colaboradores: todos felices, contentos y productivos.
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