Bibliotecas coahuilenses

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Bibliotecas coahuilenses

Ayer, 23 de abril, fue el Día Internacional del Libro. Con tal motivo recordamos algunas famosas bibliotecas de famosos saltillenses, como Artemio de Valle-Arizpe, Julio Torri, José Ignacio Sánchez Navarro, Vito Alessio Robles y Óscar Dávila Dávila.

Hombre de libros fue don Artemio, uno de los más vastos escritores saltillenses del Siglo 20, de libros que leyó, libros que escribió y libros que coleccionó. En su “Historia de una Vocación”, cuenta que la Biblioteca del Ateneo Fuente le proporcionó muchas de sus lecturas juveniles, y que cuando fue a estudiar a San Luis Potosí, hizo amistad con el obispo de aquella diócesis, monseñor Ignacio Montes de Oca, también ilustre escritor, quien le franqueó su rica biblioteca en la que él se sentía “como ratón en queso de bola o como gato encerrado en pajarera”.

El ambiente natural de don Artemio, además de su extravagante coleccionismo de sortijas, bastones y objetos coloniales, fueron los libros. Escribió y publicó más de 50. Entre ellos vivió: entre los de él y los que sus coetáneos atesoraron en sus bibliotecas, famosas muchas de ellas en los últimos años del Siglo 19 y la primera mitad del 20.

Valle-Arizpe es en sí mismo, un homenaje al libro. Luego de su fallecimiento, su biblioteca personal fue traída de la Ciudad de México a Saltillo por su hermano, el general Pancho de Valle. Depositada en el cuarto piso del Ateneo Fuente, la devoraron las llamas una triste noche hace casi 30 años.

Otros saltillenses interesados en los libros formaron importantes bibliotecas, algunas de ellas en otras ciudades por haber transcurrido en ellas una parte de sus vidas.

En este caso está el saltillense don Julio Torri, uno de los más exquisitos escritores mexicanos del Siglo 20 por sus textos, verdaderos monumentos construidos en breves cuentos y bellas prosas poéticas. Conocimos algunos volúmenes de su biblioteca, formada en la Ciudad de México, descritos por sus alumnas de la UNAM en algún texto. A su muerte, la rica colección fue a dar a Villahermosa, adquirida por el Gobierno de Tabasco.

Se afirma que en el Siglo 19, el cura párroco de la Catedral de Saltillo, don José Ignacio Sánchez Navarro, poseyó la mejor biblioteca de su época. Fue un sacerdote muy amado de sus feligreses y su comunidad, rector y maestro del Colegio Josefino, filántropo y liberal, que defendió la causa de la independencia. Diputado al Congreso de la Unión por Coahuila y también senador. Electo obispo de Linares, le sorprendió la muerte antes de su consagración, en la Ciudad de México.

La historia de las bibliotecas en Coahuila abrió hace algunos años un paréntesis para romper la tradición en México de vender en el extranjero las ricas bibliotecas de los intelectuales mexicanos, por la que muchas fueron a parar principalmente a los Estados Unidos. A fines de los años 90, el Gobierno de Coahuila rompió el paradigma y rescató dos importantes bibliotecas privadas, mismas que pasaron a formar parte del patrimonio cultural de los coahuilenses y están a disposición del público en un reconocido centro cultural de Saltillo, impulsado en su momento por Óscar Pimentel González cuando fue secretario de Educación en el Estado. Se trata de la colección de don Vito Alessio Robles, que responde con toda exactitud al perfil de su dueño: un apasionado de la historia, un indagador incansable de las fuentes originales en qué sustentar su obra historiográfica, y la biblioteca de don Óscar Dávila Dávila, una colección humanística con libros impresos de los siglos 16 al 20, que son al mismo tiempo una historia del libro y una historia del hombre.
A estas dos bibliotecas, el Gobierno de Rubén Moreira, conocedor del valor patrimonial de los libros, agregará otras bibliotecas personales de distinguidos coahuilenses para hacer de ese recinto cultural un verdadero santuario del libro.

edsota@yahoo.com.mx