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Beto regresa

Humberto en campaña sería un dolor de cabeza, una auténtica pesadilla para la Presidencia, para el Gobierno Estatal, y para su partido

Los monstruos de nuestras pesadillas fílmicas tienen una cualidad positiva en común: la perseverancia.
Son tesoneros los engendritos, no importándoles qué tan aburrida o desastrosa para la taquilla haya sido su última aventura, siempre regresan para una quinta, sexta o séptima entrega.

 Así, siempre estaremos en vísperas de una nueva película de Chucky, de Freddy, de Michael Myers o de Bridget Jones.
      
 Igual pasa con el profe Humberto Moreira, del que tal parece nunca sabremos cuál será su capítulo final. Él siempre regresará, con menos sustos y más risas involuntarias, por muy escasos o absurdos que resulten los argumentos para ello.
      
 Los últimos reportes lo ubican en su ciudad natal (Shame on you, Saltillo!), reagrupando sus células, quiero decir, reorganizando su estructura político-proselitista, no regenerándose a un nivel celular como haría Jason o la aludida Zellweger.
       
Se le vio en colonias populares (que a diferencia de las chicas de prepa, “las populares” son a las que nadie envidia) obsequiando paquetes a las familias para que festejaran el Día del Padre muy a toda madre (carbón, salchichas y carnita también muy popular, me supongo yo), adelantándosele incluso a su propio partido, el Robolucionario Institucional.

 Lo cierto es que desde su llegada a la Saraperópolis, luego de su odisea andaluz, Humberto “Colombia” Moreira ha sostenido reuniones con sus bien querientes, mismos que ya la ciencia demostró que sí existen aunque se les creía extintos.

Algunos con terror, otros con indignación y unos pocos con júbilo especulan sobre el posible regreso de Humberto Moreira a las contiendas electoreras.

La misma conducta del profe cholo hace suponer que él mismo acaricia esta posibilidad de resurgir como de los humeantes rescoldos de su debacle.

¿Podría? En la teoría sí, es un ciudadano en plenitud de sus derechos, de hecho, demostrado está que goza de más derechos que usted o yo, y que ni la justicia  local ni la federal tienen intención de investigarle o indiciarlo bajo ninguno de los muchos cargos que el descontento popular le imputa. Antes, nuestro Gobierno ya demostró que haría lo que fuera por evitarle a Beto Bailador un desencuentro con la justicia de cualquier otro país. ¡Cuánto amor!

Pero no se confunda, no es querencia en lo que se funda esta protección que le procuran las autoridades mexicanas al exgobernador Coahuilense sino preocupación; preocupación de que una vez enjuiciado embarre a todos.

Y esa es la misma razón por la que Humbertito debe abstenerse de cualquier aspiración política, por mucho que añore su vieja gloria y por muchos cabezas huecas que aun queden en Coahuila para prenderle una veladora.   

Humberto Moreira en campaña sería un dolor de cabeza, una auténtica pesadilla para la Presidencia, para el Gobierno Estatal, para su partido y para sí mismo.

Es Moreira un personaje tan fácilmente impugnable, tan vulnerable al más elemental cuestionamiento que constituye un peligrosísimo flanco abierto para el régimen. Cada segundo que ha pasado Humberto bajo el reflector desde su exilio, es de un tremendo desgaste para el Partido, Presidencia de la República y Gobierno del Estado. Y aunque al Gobierno de Coahuila ya le vale puro tuétano eso de la credibilidad, en Los Pinos y en el CEN del PRI aun esperan que el mundo los tome medio en serio.

Y como ya dijimos: mientras Beto pase un minuto en la palestra, mismo minuto que todos en el PRI y el Gobierno están conteniendo el aliento, esperando lo peor, porque saben que es una bomba de excremento que en cualquier momento puede explotar. Ello por no mencionar que desde Texas no dejan de vincularlo a la ralea más nociva imaginable.
 ¿Beto candidato a Alcalde de Saltillo? ¿El profe para Senador? Quizás. ¿Lo querrá arropar el Tricolor? La verdad se antoja difícil que el PRI se busque problemas innecesarios.

Y si contiende por un partido botana o como independiente sería también afrentoso que el ex dirigente nacional del PRI anduviera dando esas penas, en vez de honrar a la divisa que tuvo la distinción (no se ría) de presidir.
Por cierto, si Moreira anda en precampaña debe ser con su propio dinero (es decir, el nuestro) y no creo que el recurso de la cartera mane tan copiosamente como cuando sale del presupuesto. Eso o que muchos en Saltillo aún serían capaces de darle fiado al que se los bailó sabroso. Pero ya se dará cuenta cómo cuesta cien veces más ganar un voto fuera de la estructura.

No quisiera poner nuevamente a prueba mi capacidad de asombro, pero ojalá  que este monstruo sin máscara nos brinde por fin su capítulo final, uno en el que por fin le den a este vampiro con una estaca o lo que sea que ocupe para que deje de hacer daño, porque ya demostró ser peligroso hasta para los mismos de su vieja pandilla. ¿Y cómo se detiene a los monstruos?

¡Aldeanos! ¡Antorchas, palos y trinches listos!