Barruntos de tormenta
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Barruntos de tormenta
Durante abril las exportaciones manufactureras de México a los Estados Unidos de América (EUA) cayeron un siete por ciento respecto al mismo mes del año previo. Se trata del declive más importante desde octubre del 2009. Aún peor, en ese mismo lapso las ventas foráneas de productos automotrices se contrajeron un 8.4 por ciento. A su vez, ésta reducción es consecuencia de la contracción de la demanda internacional de los bienes y servicios exportados por el vecino del norte, mercado de destino de cuatro quintas partes de las exportaciones de México (Ver la edición de VANGUARDIA del 31 de mayo).
Pero la demanda exterior por los bienes y servicios producidos en México no solo está fuertemente concentrada en un mercado, el de los EUA, sino en un puñado de productos: Automóviles tipo turismo (8.6 por ciento), partes y accesorios de vehículos (6.6 por ciento) y vehículos para transporte de mercancías (5.7 por ciento), que en conjunto aportan el 20.9 por ciento del total de nuestras ventas foráneas.
Estas características están mucho más acentuadas en el caso de la economía de Coahuila, pues nuestra actividad económica está fuertemente agrupada en los subsectores en los cuales se ubica la industria automotriz, los cuales aportan el 24.4 por ciento del producto interno bruto (PIB) total de la economía estatal, y el PIB es principal componente del ingreso disponible en los hogares. Nuestro estado aporta el 10 por ciento de las exportaciones mineras y manufactureras del país y el 18.5 por ciento de las ventas foráneas de equipo de transporte. La industria automotriz representa, por sí sola, dos tercios (66.6 por ciento) del total de las exportaciones coahuilenses. Por eso la contracción de este mercado representa una seria amenaza para nuestra economía.
Así pues, lo que ha sido nuestra principal fortaleza en términos de crecimiento, nuestra acentuada especialización en la industria automotriz, es también una gran fragilidad, pues la demanda de automóviles es muy sensible a las fluctuaciones del ingreso y, cuando una economía está fuertemente concentrada en un sector con esas características, es altamente volátil. En una investigación recientemente concluida por la Dra. Miriam Valdés y un servidor en el Centro de Investigaciones Socioeconómicas de la Universidad Autónoma de Coahuila, encontramos que; en el periodo del 2003 al 2013, la economía coahuilense resultó ser, por mucho, la más inestable entre las 32 entidades federativas del país.
Otra investigación que realicé sobre la economía del Noreste de México (integrada por los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), publicada en el libro: “Modelos interregionales de insumo producto de la economía mexicana”, permite estimar la intensidad de la relación entre las exportaciones de las actividades agrupadas en los subsectores de Maquinaria y equipo, de la cual forma parte importante la industria automotriz, y las principales variables de la economía del Noreste: Si las ventas externas caen un punto porcentual, la producción bruta total de la región disminuye en un 0.3 por ciento, el empleo en un 0.44, los salarios en un 0.33 y el valor agregado en un 0.41. ¿Qué pasaría si la caída del 8.4 por ciento observada en abril se extendiera durante todo el año? Este factor generaría una contracción de la producción bruta en un 2.5 por ciento, 3.7 por ciento en el empleo, 2.8 por ciento en los salarios y 3.4 en el valor agregado. Si recordamos el año 2009, el PIB en Coahuila se desplomó el 9.1 por ciento, como consecuencia de una caída libre del 42 por ciento de las exportaciones del sector productor de equipo de transporte. En esa oportunidad la expansión del gasto gubernamental contribuyó a capear el temporal, eso no será posible en esta ocasión.
Estas dificultades afectan nuestra base exportadora y difícilmente podrían ser totalmente compensadas por una evolución favorable en otras actividades económicas. Tampoco ayudan las dificultades financieras de los tres ámbitos de gobierno: Federal, Estatal y Municipal.
En el informe de la inflación del primer trimestre de este año, el Banco de México muestra cómo, a nivel nacional, la actividad económica se ha sostenido a pesar de la contracción de las exportaciones y de la caída en la inversión pública. Esto ha sido posible gracias a que, hasta el momento, se ha sostenido el crecimiento del consumo privado, el cual es el principal componente de la demanda agregada (68 por ciento del total). Por lo apuntado arriba, la inversión pública no podrá respaldar el crecimiento, por lo cual, de mantenerse el abatimiento de las exportaciones, el consumo privado no podrá sostener el ritmo de expansión de la economía.
Como las cifras previas lo demuestran, los efectos recesivos de la caída en las exportaciones, especialmente las de la industria automotriz serían, con mucho, más intensas en Coahuila. Dados los elevados niveles de endeudamiento público estatal, el Gobierno del Estado tiene un campo de acción sumamente restringido y sería una parte adicional del problema antes que un elemento de solución.
¿Hay algo que podamos hacer frente a esta realidad? La buena noticia es que hay muchas cosas que podríamos hacer. La mala, es que para ello requerimos políticas públicas de calidad y con visión estratégica de largo plazo. Y aquí es dónde la puerca tuerce el rabo, pues la realidad y todos los estudios nacionales e internacionales de competitividad, nos indican que esta es nuestra gran debilidad o…, como dirían los optimistas, nuestra gran área de oportunidad. ¿Por qué son tan deficientes las políticas públicas en México, especialmente en los gobiernos locales? Es un tema amplio, del cual nos ocuparemos en otras entregas.