Avivar el fuego…
Usted está aquí
Avivar el fuego…
Apenas con diferencia de días murieron dos escritores con los cuales traté en tres o cuatro ocasiones: Eraclio Zepeda (murió de 78 años) y Hugo Gutiérrez Vega (murió de 81), ambos en el mes de septiembre. El primero, narrador y poeta. El segundo, periodista y poeta, y ambos, inmersos en la vida pública nacional al haber pertenecido a las filas del PRI de una u otra manera. Nunca les faltó apoyo, nunca les faltó peso en el bolsillo y a la vez que legitimaron a un gobierno oficial en el poder, éste los legitimó a ellos.
Eraclio Zepeda perteneció también al PSUM al PMS y al PRD. Fue Secretario de Gobierno de Chiapas entre los años de 1994 y 1997, con los gobiernos de Eduardo Robledo y Julio César Ruiz. Usted imagine aquello. Hugo Gutiérrez fue diplomático al servicio del gobierno de la República y estuvo en Roma, Londres, Madrid, Washington, Grecia, Líbano, Chipre, Rumania… ya luego estuvo al frente de la Revista Universidad de México y La Jornada Semanal. Circulan volúmenes donde se recopilan sus trabajos de periodismo en estas revistas del Distrito Federal.
A Hugo Gutiérrez le conocí en el DF y luego, lo entrevisté cuando vino a dar alguna charla a la Universidad Autónoma de Coahuila. Creo recordar que esa ocasión comí con él. Luego le busqué por un par de ocasiones en el Distrito Federal. Erudito, tenía siempre la cita dispuesta en la punta de la lengua. Pero sus citas literarias no siempre eran en español, las dictaba en cualquier idioma de los tantos que parlaba y leía a la perfección. Gutiérrez Vega era políglota. Pero también era políticamente correcto. Ello trae sus beneficios. Éste los explotó al máximo.
Con Eraclio Zepeda compartí dos encuentros de escritores en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Fijo la cuadratura del círculo. Le vi cuando era escritor en sus largos periodos y ya luego, se decantó por la política para luego volver a la literatura, para luego regresar a la… en fin. Éste junto a Jaime Labastida, Jaime Augusto Shelly, Oscar Oliva y Juan Bañuelos formaron allá por la década de los años 60 del siglo pasado el grupo literario “La espiga amotinada”. De esto al logro de posiciones políticas fue sólo un paso. Sigo recordando gratamente en mi memoria sus textos editados bajo los nombres de batalla de “Benzulul” y “Asalto nocturno”. Cuando me acerqué a él en mis años mozos y en su tierra, Chiapas, me trató con cordialidad y deferencia. Escuchó mis críticas y señalamientos e intercambiamos libros y verbo. Él fue esposo y compañero de una escritora, Elba Macías.
Esquina-bajan
Este par de escritores no fueron declarados “soldados” del PRI, pero sus acciones fueron más que evidentes. Guardar un silencio atronador y cómplice ante el abuso de un sistema priísta perpetuo y su poder vertical, tiene sus beneficios. Hay viajes, becas y privilegios. Viajes, becas, homenajes y privilegios que, por ejemplo, no se han anunciado en la muerte del maestro Julio Scherer. Cuando murió Zepeda, el presidente Enrique Peña Nieto instruyó a Rafael Tovar y de Teresa (Presidente de Conaculta) “para rendirle un merecido homenaje”.
¿Un merecido homenaje sería leerlo por decreto presidencial? ¿Un merecido homenaje sería leerlo a huevo? Caray, esa sana distancia de la cual hablaba el poeta Octavio Paz entre el poeta y el príncipe (el Alcalde, el Gobernador, el Presidente) hace años es letra muerta. Aquí no se quiere escribir con la garra y enjundia como lo hace Jaime Torres Mendoza ni se quiere pintar con el futurismo y finura como la línea de Rubén Cadena, no; aquí se quiere estar cerca de Julián Herbert y Claudia Luna y así, y por bendición, lograr viajes, becas, apoyos… pero sin un dedo de frente de crítica ni señalamientos con índice de fuego. Nada de incomodar con ideas propias.
Del maestro Hugo Gutiérrez Vega evoco sus textos de la antología “Bazar de asombros” y sus poemas de “Las peregrinaciones del deseo”. Si mal no recuerdo, para FCE. Y la muerte de este par de maestros del sistema oficial, me recuerdan aquello que le dijo Pablo el de Tarso al joven Timoteo, a quien urge a trabajar, a predicar, a pregonar el Evangelio por lo cual le aconseja avivar “el fuego del don de Dios” porque la vida es un soplido y se va en una cerrada de ojos (2ª Timoteo 1:6.8). Y este fuego purificador es el que, en mi caso, me urge a terminar mis obras, pero sin ceder ni arrodillarme ante el príncipe en turno. Lectores me preguntan siempre de mi ausencia perenne de cualquier evento en el feudo de la gris Ana Sofía García Camil.
Letras minúsculas
Pesa más mi ausencia que mi presencia. De rodillas jamás estaré. No soy un lamesuelas como todos. Prefiero la vida dura de Pablo y Timoteo…
Jesús R. Cedilloguardar un silencio atronador y cómplice ante el abuso del sistema priísta perpetuo y su poder vertical, tiene beneficios: viajes, becas y homenajes