Los ecos de una tragedia en Ramos Arizpe: Aún se respira el mismo aroma a hojasén que despidió a María Yesenia

A diario los vecinos padecen la basura, los pandilleros merodeando, la escasa vigilancia y la vegetación que es habitual en el predio, donde mezquites, gobernadoras y la olorosa planta predominan
Alerta. El predio por el que a diario transitan decenas de personas sigue siendo un peligro, porque por ahí rondan los malvivientes. Fotos: Pascual Escandón

TEXTO Y FOTOS: PASCUAL ESCANDÓN

RAMOS ARIZPE, COAH.- A esta comunidad acostumbrada a ver montones de basura tecnológica y muebles desmantelados, el recuerdo apenas les da para decir: “deberían limpiar”, y mientras recorro el lugar y hago un recuento mental de los hechos trágicos de hace poco más de un año, noto que el terreno huele a hojasén y sabe a olvido.

Aquí nadie se hace responsable de nada, y por esta vereda que camino —de unos 200 metros— María Yesenia sintió los últimos latidos de su corazón, que no le sirvieron para avisarle del peligro que corría.

Las alertas enmudecieron para ella, como a diario lo hacen para quienes atraviesan este lugar.

EL CAMINO A LAS LABORES DEL DÍA

Paso obligado de cientos de personas, el enorme baldío que divide a Parajes del Valle y Valle Poniente respira en cada palmo con vida silvestre no descubierta, quizá ignorada por el trajinar de una ciudad cada vez más llena de concreto.

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Grupos de malvivientes buscan el abrazo de mezquites y gobernadoras, para que nadie los moleste cuando evitan su realidad, inhalando pegamento amarillo del barato.

Este lugar se ha convertido en el sitio ideal para huir del asedio policiaco, que no va más allá de algunos rondines; por lo que es de lo más habitual ver a los pandilleros regodeándose en sus aficiones.

“Después de la muerte de la muchacha vinieron y limpiaron los del Municipio, pero ya ve, ya está otra vez lleno de mugrero”. dijo María Luisa, mientras reprende a su pequeña hija, quien estaba a punto de decir algunos nombres de los indeseables.

EN LOS DOMINIOS DE ‘LOS ESQUINEROS’

Todo mundo sabe que por ahí, entre los restos de televisores, al caer la tarde y a veces a la luz del día se reúnen “Los Esquineros”, la famosa banda cuyos integrantes fueron responsabilizados del crimen que los más sensibles recuerdan con horror.

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Fue el jueves 17 de enero de 2019, cerca de las 18:00 horas, que una jovencita tenía el encargo de acudir a la escuela Maestros Coahuilenses para recoger a sus hermanos menores; para llegar debía recorrer el sendero donde la esperaba la tragedia.

La atrocidad se hizo presente aquel día y cuanto más intentan explicarla, menos dan con una razón para tanto odio.

Las investigaciones apuntaron a que en el asesinato participaron dos personas, uno menor de edad. La Fiscalía General del Estado expuso, con los testimonios, que para la quinceañera era normal la presencia de los pandilleros y no le parecía raro ni peligroso verlos drogados en esa calle de dos tramos con dos nombres, según la colonia que pises: Valle de Lajas o Bulevar de las Ciencias.

Preso. El detenido a unos días del crimen ya está en el penal, su cómplice sigue en proceso.

POR EL CAMINO MÁS CORTO

María Yesenia cruzaba de oriente a poniente, pasó por el kínder Ejército Mexicano y luego por la primaria Lorenzo Martínez Medina, plantel donde la saturación obliga a muchas familias a recorrer el baldío hasta la siguiente colonia, donde está la siguiente escuela más cercana.

El último viaje de la adolescente fue interrumpido por el salvajismo de dos jóvenes producto de la desintegración familiar, del vicio corruptor y de la facilidad encontrada en este lote de palmas y matorrales para delinquir.

A la hora que el par de homicidas atacó a la joven ya reinaba la oscuridad y entre el canto de los cuervos llaneros y otras aves, nadie escuchó los gritos de María Yesenia, a quien arrancaron sus sueños a los 15 años, en apenas unos minutos.

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BIEN CLAROS LOS CULPABLES

Lo hicieron los famosos “Esquineros”, a saber Héctor Rodrigo Rodríguez Salcido y Francisco “N”, a quienes, como suele suceder en crímenes de alto impacto, la Fiscalía presentó como trofeos de caza. Se hablaba de un tercer involucrado, pero a lo largo del tiempo nadie ha vuelto a mencionarlo.

La familia de la jovencita, desesperada por su ausencia, comenzó la búsqueda, pero nadie les daba razón, ¿cuántas veces cruzaron el baldío, cerca del cuerpo de ella, inerte, tirado cerca de unas palmas, a pocos metros de la vereda?

Les dio la noche y nada. La oscuridad reinante se mezclaba con el miedo de pasar por ahí, a sabiendas del peligro no sólo de sufrir alguna picadura de animal, sino de otro tipo de fauna tan socorrida por la negligencia oficial.

El lugar, recuerdan los vecinos, fue acordonado por unos 100 metros a la redonda. El misterio acabaría con los enlaces en vivo; los medios pronto dieron cuenta de que al mediodía del viernes 18 de enero, es decir, hasta el siguiente día; se había encontrado el cadáver de la muchacha.

Entre lágrimas casi nadie dudó que esto era obra de los famosos “Esquineros”, ausentes en ese momento, viviendo la cruda realidad de sus actos y escondidos por ahí, al amparo de sus familias.

NO ARREGLAN NADA

A pesar de la atrocidad en este caso de feminicidio, en las inmediaciones de la escena del crimen el sentimiento no parece ir sobre la protesta o la indignación.

La exigencia de que se tomaran acciones por parte del Municipio de Ramos Arizpe para mejorar el entorno, duró menos de lo que se tarda una de las decenas de jovencitas que siguen cruzando la zona; menos de lo que tardaron en regresar los pandilleros a apoderarse del lugar.

UNA FLORA QUE DEBERÍAN CONSERVAR

El recorrido inicialmente transcurrió entre innumerables restos de basura tecnológica, es un cementerio de televisores y otros aparatos. Aparentemente eso sería todo lo “destacable”, pero ¡oh sorpresa!

Más allá de calificar como un simple tiradero de muebles, ropa y partes automotrices. El terreno se convierte en un ecosistema que resulta difícil imaginar desmontado.

En caso de hacerlo, eso significaría arrasar con la flora que nuestros antepasados desearían conservar siempre. En el lugar tenemos especies de cactáceas, como nopales, biznagas, tasajillo y hasta peyote.

Gobernadoras, magueyes, sábila y el olor penetrante, por fresco, del hojasén. Reinan también diversas aves entre las palmeras. El baldío es un paraíso para toda esa naturaleza que convive con vagos y drogadictos y observa a lo lejos el caserío, la modernidad y dos Oxxos.

EL LUTO Y LA PERSECUCIÓN

El despliegue policiaco permitió la captura de los homicidas en lo días siguientes al crimen, ya con los agresores detenidos y con el paso de los meses; todo volvió al mismo estado.

Entonces había dos escenas: en una céntrica funeraria el dolor, la impotencia, el sentirse culpable de mandar a María Yesenia por sus hermanos, pero sobre todo, el llanto de saberla en un féretro y sin saber qué pasó. De momento.

El otro era la cacería en pos de los pandilleros que asolan esa zona. El movimiento de patrullas y agentes de la Fiscalía tomó por asalto ambas colonias y no pocas fueron las inconformidades por los operativos tipo: “todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario”.

Acusó en esa ocasión doña Gumersinda López que la policía había allanado su hogar, ubicado en Valle Poniente, denuncia que finalmente pasó a segundo plano ante la opinión pública. Lo que importaba era dar con los responsables de semejante crimen.

 ¿CAEN LOS ÚNICOS CULPABLES?

Finalmente las pesquisas dieron resultado y el 25 de enero por la tarde se detuvieron a dos personas, ambos de gran fama por dedicarse a vagar y drogarse, Héctor Rodrigo, de 30 años y Francisco, menor de edad.

El fiscal de Coahuila, Gerardo Márquez, informó que andaban sobre un tercer implicado, pero a la fecha ese supuesto se ha diluido. Lo que sigue presente es el dolor de la familia, que ha estado presente en las audiencias donde el adulto, a principios de noviembre de 2019, fue sentenciado a 30 años de prisión.

En tanto que el menor de edad tiene una audiencia el 3 de septiembre, luego de que el juez lo sigue manteniendo en el Centro de Internamiento para Adolescentes. Ambos sin esperanza de lograr la libertad durante muchos años.

EL DESENLACE FATAL

En aquel día de enero, entre los efectos de las sustancias tóxicas, los atacantes vieron sola a la quinceañera; la interceptaron, la llevaron hasta los matorrales donde abusaron sexualmente de ella y nadie escuchó nada.

Luego sin compasión la estrangularon y remataron su obra arrojándole una piedra en la cabeza.

Y ahí quedó la infortunada, entre el canto nocturno de esas aves, entre los restos que la gente lleva a tirar, y entre el olor del hojasén.