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Atropellos y simulaciones
Atropello: la escuela de cuadros del PRI. Mancillada, dependiente, refugio de políticos en desgracia y de insaciables sátrapas en busca de fortuna, fue el estado en que el grupo de la Chema Nostra dejó a la Universidad de Coahuila (me da vergüenza escribir autónoma).
Después del desastre, tal vez Riquelme pensó en un golpe de timón que resultó más nocivo y letal al imponer a Salvador Hernández como rector de esa institución alimentadora de cuadros políticos y votos cautivos para su partido.
Lo que más duele es el cinismo en que se están dando las cosas ante el proceso de elección de rector en estos tiempos de pandemia, que fueron aprovechados oportunamente por el matemático y guerrillero de banqueta para hacerse de su minita de oro y oropel, para así resarcir sus tiempos del ejido Batopilas –de donde salió–, al decir de mi abuela, con una mano adelante y la otra atrás.
En el entorno de una votación electrónica a la que acudió solamente el 34 por ciento de los universitarios y sin competencia, este reyecito se vuelve a entronar como lo haría cualquier funcionario de la administración estatal en una oficina burocrática.
En su “campaña” política hubo de todo y, siguiendo el estilo de Chema Fraustro, el menudo refrigerado hasta bailó cumbia (como aquel que nos bailó con la lana) con una falta de cadencia que mejor lo hubiera hecho una lavadora de esas del chaca-chaca, y luego mañosamente (como Lopez Obrador) hasta se enfermó de COVID-19 y resucitó al tercer día, según las escrituras, para estar listo el día de la elección.
Ya sabrán los universitarios a lo que se enfrentan por seguir optando por estos personajes, pero el mensaje está dado con el 60 por ciento que no votó por Hernández Vélez. ¿Serán los que están enterados de que en el ranking de las universidades públicas del País (32) la UdeC está en el lugar número 30?
Perdón, me olvidaba que la Universidad de Coahuila no es académica, sino una escuela de cuadros del PRI. Haya cosa.
Simulación: la entrega de obras de Riquelme. Últimamente se denota en Riquelme un estilo que asemeja al presidente Lopez Obrador (aquel que rifa aviones sin avión, ofrece vacunas sin vacuna, abre aeropuertos sin terminales y otras peripecias), es decir, basado en la simulación que es el último reducto del fracaso.
Sin dinero en las arcas y con una pesada deuda que pagar puntualmente, con una nómina burocrática heredada, sin la posibilidad de nominar a sus operadores que utilizó en la alcaldía de Torreón para efectuar obras, el gerente del estado confirma su papel de cuidador de los intereses del habitante del búnker de Sierra Nevada en la capital y su onerosa y mafiosa familia.
Las “obras “ que simula Riquelme, por ejemplo, en el periodo de marzo a octubre 2020 fueron: drenaje pluvial en la zona industrial de Torreón, obras diversas en Lamadrid, Sacramento, San Buena, Nadadores y Abasolo, y la ampliación del bulevar Francisco Villalobos en Saltillo, todas con un valor de inversión de: 133 millones de pesos, y en el periodo de diciembre a la fecha: remodelación de escuelas primarias, de la Facultad de Ciencias Políticas de Torreón, Premio del deporte y Maestro del año con una erogación de 62 millones de pesos, en total: 195 millones para no batallar.
¿Sabe cuánto dinero tiene que pagar de intereses mensuales Riquelme por la deuda del Beto el bailador, la de Rubén “N”, más la propia? 312 millones de pesos, y anualmente 3 mil 748 millones de pesos.
¿Cuántas carreteras rurales se pueden construir con ello?, ¿cuántas calles pavimentar?, ¿cuánto apoyo para personas de la tercera edad?, ¿cuántas becas para estudios?, es más, ¿cuántas vacunas se pueden comprar con esa cantidad? (de esto tengo la respuesta: 5.3 millones de dosis de a 20 dólares cada una, de la Pfizer).
Los estragos de un hechizo hidalguense son notorios en la tierra coahuilense que eligió a la bruja del cuento y no a la princesa. (Válgame dios).