¡Así no!

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¡Así no!

Los aspirantes a seres humanos aplicamos nuestras reglas de vida a los demás [...] Pensamos que otros tienen las mismas creencias que nosotros y así nos expresamos en genérico, incluyendo al mundo entero en nuestras percepciones.

Los aspirantes a seres humanos aplicamos nuestras reglas de vida a los demás.  Reglas de relaciones, de socialización, de estructuras, de cocina, de tiempo, de maternaje, de todo tipo.  Tenemos reglas de vida que hemos forjado a través de la manera en que nos relacionamos en la infancia con nuestros cuidadores primarios.  Creemos que debemos avisar si vamos a llegar después de una hora convenida, o que en una pareja el hombre debe ser mayor que la mujer.  El postre se come después de la comida y no se comen hotcakes si no es en el desayuno.  Después de cierta edad ya no aprendemos cosas nuevas, ni es hora de cambiar de giro de vida.  La vida antes era mejor.  La margarita es para la señora y el tequila para el señor.  No debo estar sin hacer nada, dirán que soy floja.  Dios dirá qué trae el futuro y karma nos alcanzará.  Debemos ser alegres y no llorar.  La casa se limpia a diario.

Pensamos que otros tienen las mismas creencias que nosotros y así nos expresamos en genérico, incluyendo al mundo entero en nuestras percepciones.  Desde esas creencias vivimos y consideramos que los demás viven igual.  Nos es difícil entender cuando los demás no reaccionan como esperamos ante los estímulos y las situaciones de la vida.  Lo que es obvio para mí, no lo es para ti.  Y sé que mi verdad absoluta no tiene nada que ver con la verdad de tu vida.  

Y bueno, a pesar de todo esto tengo algo muy claro.  El vino tinto NO se toma frío.  ¡Fin del comunicado!  He dicho.