Artefacto para salir de la zona de confort

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Artefacto para salir de la zona de confort

La primera vez que puse atención a la obra de la artista Mercedes Aqui fue en mayo de 2017 cuando vi su instalación, cuyo nombre tomé prestado para este texto, en la exposición colectiva “No clavar, no rayar, no pegar”. En la pieza una silla se encuentra atada por una larga tela a dos columnas de la galería del Centro Cultural Teatro García Carrillo, con unos cuantos hilos amarrándola a una plataforma y unas tijeras cerca, en el suelo.

En el texto que escribí para la muestra —publicado el 13 de mayo de ese año— la describí como “La más grande de las piezas. Esta invención invita a ‘repensar en la comodidad de la vida actual’ presentando un espacio donde solo existen dos opciones: quedarse o moverse”, pero esta semana caí en la cuenta de que no es una simple invitación a levantarse y avanzar hacia el único espacio disponible, al frente, sino que se trata de una catapulta; las tijeras están ahí para liberar la silla y sacar a quien esté sentado de su lugar, pues para la artista salir de la zona de confort no es un paso con tiento, es un lanzamiento violento.

Dos años tardé en darme cuenta de ello gracias a las conversaciones que tuve esta semana con los artistas Daniela Elidett y Roy Carrum, entre otras cosas, quienes inauguraron cada uno una exhibición con su más reciente trabajo; ella en el Cerdo de Babel y él en el Museo de Artes Gráficas, hoy sábado 12 de octubre en el marco del Festival Internacional de las Artes Julio Torri.

Con su trabajo ambos coincidieron en la exploración de nuevos horizontes artísticos, situación común entre los artistas de cualquier punto del globo pero cuya recurrencia en tan corto periodo de tiempo me llevó a reflexionar al respecto.

Daniela me comentó que desde su egreso de la EAP ha cuidado su técnica figurativa al pastel con dedicada minuciosidad y esto se puede notar en las piezas de la serie “Malcriados”, ubicadas en la primera planta del bar, donde demuestra además el dominio que tiene sobre el género del retrato y su capacidad para expresar tanto con solo un rostro.

Sin embargo, este control técnico ha comenzado a fatigarla y por ello en la segunda planta presentó ejercicios de exploración y juego, donde incluso llegó a deshacerse casi por completo del trabajo pictórico, dejándolo solo para acentuar los elementos que necesitaba, por ejemplo, en la intervención que hizo a una fotografía en la obra “Mauro” —mera coincidencia onomástica—.

Por su parte Carrum se adentró en el mundo del grabado al aguafuerte y el aguatinta en escala de grises, propuesta técnicamente tangencial a su cuerpo de obra, más enfocado a la pintura al acrílico y óleo con colores vívidos, aunque conservando los temas de las composiciones de naturaleza muerta con un enfoque contemporáneo y urbano.

Otro ejemplo más antiguo y más radical que quiero rescatar es el del escultor Alejandro Fuentes Gil quien fue incitado por la curadora y entonces directora del MAG y coordinadora de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura, Olga Margarita Dávila, a crear una obra por demás experimental para la muestra “Abismarse” en mayo pasado en ese recinto, una que fue en definitiva opuesta a toda la figuración que el maestro ha realizado por décadas, pues solo presentó la huella una escultura sobre el material como vestigio de un momento determinado; y a día de hoy me cuentan que aún continúa explorando fuera de su lugar común.

Me fascina toparme con estos ejemplos de artistas vivos que reconocen como pequeño el punto donde se encuentran y salen de él sin saber muy bien a dónde llegarán, pero seguros de que cualquier resultado enriquecerá su práctica y, para cuando retomen sus raíces, la producción será algo más grande, diferente e incluso si resulta infructuosa regresarán frescos ante el caballete.

Mercedes Aqui propuso un “Artefacto para salir de la zona de confort” determinante, pues una vez cortada la soga no hay vuelta atrás y si se regresa al punto de partida nada será igual, pero como cada quien sale de su zona de confort a su manera el cambio será proporcional al esfuerzo empleado y por esto la próxima vez que veamos la obra de Roy Carrum, quien solo cambió de técnica y color; a Daniela Elidett, quien dejó de lado la figuración total, sus composiciones, temas y hasta soportes y a Alejandro Fuentes Gil, cuya exploración está en un terreno totalmente diferente al que por años pisó, veremos diferencias tan grandes con respecto a su pasado como arriesgada haya sido su experimentación.