Arte contemporáneo, inmediatez y Jurassic Park
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Arte contemporáneo, inmediatez y Jurassic Park
“Yo les diré el problema con el poder científico que están utilizando aquí: No les costó ninguna disciplina adquirirlo. Leyeron lo que hicieron otros y tomaron el paso siguiente. No adquirieron el conocimiento solos y no asumen responsabilidad… por ello. Se pararon sobre los hombros de genios para conseguir algo lo antes posible, y sin saber lo que tenían lo patentaron, lo empacaron, lo metieron en una caja de almuerzos y ahora lo venden, lo venden y, bueno, es el colmo”
-Ian Malcolm en Jurassic Park
Así se expresó el matemático frente a John Hammond en la película de 1993 al cuestionar la ética de crear un parque de dinosaurios. Utilicé esta cita a falta de un concepto que englobe la idea a exponer, pero si alguien lo conoce por favor hágamelo saber.
Hace unas semanas Alejandro Reyes-Valdés nos contó a los asistentes a su seminario de Apreciación Musical que imparte en la UAdeC cómo un compañero suyo decidió componer utilizando el sistema dodecafónico —un lenguaje contemporáneo creado por Arnold Schoenberg— porque él nunca pudo, parafraseando, “entenderle a la armonía” —el sistema habitual con que la mayoría de obras musicales han sido compuestas—.
Más o menos por las mismas fechas entrevisté a Javier Rodríguez al terminar la gala que el Ballet de Coahuila realizó en su 15 aniversario en el marco de los 40 años del Teatro de la Ciudad.
En el evento se presentó un repertorio con piezas de periodos clásicos y contemporáneos y el maestro aseguró que aunque para los miembros de la compañía es un reto explorar el potencial expresivo que les otorgan las técnicas actuales, pues tienen que desprenderse de los cánones a los que están acostumbrados, sin su formación académica sería mil veces más complicado.
En 2015, cuando estudiaba en la Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera, en mi segundo año —apenas estaban empezando a enseñarnos a tallar la madera—, hice mi primer performance.
No entendí muy bien lo que hacía, cómo habíamos llegado a la conceptualización de esa obra y qué efectos tendría sobre el público que nos vio.
La experiencia, gestada alrededor de un problema local acontecido meses atrás en el Festival de Vida y Muerte, fue más un ejercicio catártico para nosotros que una pieza artística para la reflexión de los demás.
Sin embargo, para ese momento ya se nos hablaba de las tendencias, lo que había que hacer y lo que se está haciendo en el arte actualmente. Al mismo tiempo, en los talleres, algunos de nosotros todavía no lográbamos dominar la técnica para el dibujo de figura humana y terminábamos creando amorfas personas.
La licenciatura en Artes Plásticas ahí dura cuatro años. Estudiar música o danza mínimo seis.
Durante mi estadía también fui parte de un par de juntas para la creación de un nuevo plan de estudios —el actual está por cumplir diez años— y cuando propuse hacer más larga la carrera rápidamente descartaron la opción por temor a una baja en su número de egresados.
Yo me pregunto, ¿cuál es la prisa?
Las exigencias del mercado actual han permeado todos los niveles del arte y síntoma de ello es la manera en cómo la EAP —y estoy seguro que muchas otras escuelas de artes visuales— creen que con un estudio superficial de los maestros clásicos y una aproximación a los hitos del arte contemporáneo es suficiente para que el alumno “elija su camino” —así se han expresado algunos maestros— y pueda en el futuro madurar su práctica en tal o cual lenguaje.
Si Picasso pintó desde los 14 años con una habilidad innegable y no fue sino hasta los 27 que creó Las Señoritas de Aviñón, luego de un largo proceso de conceptualización tras el cual continuó sus exploraciones pictóricas, ¿porqué no se les da la oportunidad y las herramientas a los estudiantes de arte de seguir un camino similar?
El abanico de lenguajes artísticos es amplio, pero a un alumno se le suele decir “esto es arte objeto”, “esto es performance”, “esto es land art”, “esto es instalación” como si se tratara de un mero tutorial.
Sin el conocimiento de las dinámicas políticas y sociales que los generaron, la completa comprensión de las intenciones de cada uno y la madurez del propio autor sólo se están parando “sobre los hombros de genios para conseguir algo lo antes posible”.
No demerito al arte contemporáneo. Por el contrario, me considero su defensor ante quienes lo critican sin fundamentos sólidos, pero estas prácticas sólo fomentan un círculo vicioso de creaciones superficiales y “facilistas”, sin disciplina o rigor —como al igual existen obras de manufactura preciosista desprovistas de toda emoción—.
Y ahora que la EAP está en vísperas de un cambio de administración luego de un tumultuoso periodo vale la pena comenzar este tipo de discusiones sobre su futuro.