Archivo de la memoria

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Archivo de la memoria

ALEJANDRO MEDINA
La memoria de las comunidades puede ser resguardada en sus bibliotecas de manera natural, agrupando los grandes temas de la identidad local y la información más relevante

Creo en la aplicación del término “memoria” para hacer referencia al bagaje de hechos de una comunidad, por ello repliqué el nombre del Museo de la Memoria de la ciudad de Tlaxcala, nombre que acuñó doña Verónica Rascón de Álvarez Lima, y que lleva desde 2011 el principal museo de Bustamante, Nuevo León.

La memoria de las comunidades puede ser resguardada en sus bibliotecas de manera natural, agrupando los grandes temas de la identidad local y la información más relevante de su historia antigua y reciente, acercando este esfuerzo a nuevos usuarios.

Las bibliotecas mexicanas permanecen cerradas desde el inicio de la actual pandemia, pero esto permite que los bibliotecarios puedan contar con una inducción que les ofrezca conocimientos innovadores y el gran instrumento o medio para que ocurra el enlace de usuarios y bibliotecarios, es el archivo vertical.

Sabemos que en 2002 se realizó una segunda edición corregida del proyecto inicial de archivos verticales de 1988, y que no ocurrió nada importante porque no se ofreció a los bibliotecarios la información y el cómo hacer posible contar con un acervo documental y de obras que pudieran estar en sintonía con los temas de interés de potenciales usuarios.

A los integrantes de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas (ANACCIM) nos entusiasma que se retome el proyecto “Archivo Vertical” ya que, dentro de la información de utilidad en los municipios, están las obras y crónicas que hemos escrito y que pertenecen a la comunidad en la que trabajamos.

Muchos cronistas somos articulistas en medios impresos de frecuencia periódica y los que no, tienen los contactos necesarios para conseguir ejemplares de manera cotidiana de publicaciones locales para enriquecer este archivo.

Los cronistas municipales, cronistas de pueblos indígenas, cronistas de barrios y comunidades y cronistas universitarios son monitores humanos sobre los temas de interés que la población tiene, por lo que pueden auxiliar a los bibliotecarios en el establecimiento de un acervo que atraiga muchos usuarios.

En lo personal me queda claro que la construcción de capacidades es necesaria y pertinente para los bibliotecarios, por ello, cuando el doctor Marx Arriaga Navarro, director general de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, comparte con entusiasmo un proyecto en el que confluiremos cronistas y bibliotecarios donde de manera paralela aprenderemos unos de otros para que sean posibles los archivos verticales, me siento muy comprometido en la organización de cursos para este propósito.

No podemos ignorar las redes sociales y deberemos incorporar información obtenida de la Internet, aunque lamentablemente en nuestro País hay una gran brecha digital afectándose notablemente a los pueblos indígenas y a los pueblos de la ruralidad.

Los cronistas son buenos mexicanos que estarán de acuerdo en apoyar en que las bibliotecas municipales de sus municipios se amplíen y actualicen aportando su apoyo directo.

Confío en que ahora, con una visión renovada, se establezcan archivos verticales guiados por el interés local, con la visión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Veremos y diremos.