Aquí no hay jueces de Berlín

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Aquí no hay jueces de Berlín

La leyenda del “Juez de Berlín” representa una de las cualidades de la democracia que consiste en la separación de poderes y la independencia del Poder judicial frente a los excesos del Poder ejecutivo, como sucedió en nuestro País por muchos años y aún sucede en la mayor parte de las entidades federativas, o el caso de la supremacía y abuso del Poder legislativo sobre los otros poderes del Estado, como pasaba en Francia antes del general De Gaulle y de la Quinta República, que trajo consigo el fortalecimiento del Poder ejecutivo francés.

Dice la leyenda que al rey Federico el Grande, de Prusia, le disgustaba en gran manera un molino ubicado cerca de su palacio y que, según el monarca, afeaba el paisaje. Entonces envió a un heraldo para que ofreciera el doble del valor de la propiedad al molinero con la intención de echar abajo el adefesio. Como el humilde campesino se negaba, le ofreció el triple y, ante la terca negativa, el rey amenazó con firmar un decreto para expropiar el molino sin pago alguno a su dueño. Al día siguiente, el campesino pidió audiencia y fue recibido por el rey que imaginó que se daba por vencido y que accedía a su capricho. Sin embargo, el molinero fue a entregar una orden judicial de un juez de Berlín que le prohibía al monarca expropiar el molino para derrumbarlo, asunto que causó gran estupor en la corte presagiando la furia del rey en contra del molinero y del magistrado que lo amparaba. Pero he aquí que ocurrió todo lo contrario, la crónica concluye con las palabras de Federico el Grande alabando a las instituciones de su reino: “Me alegra saber que todavía hay jueces honestos en Berlín”.

Por desgracia, aquí no existe aún la división de poderes en la mayoría de los estados y resulta que los gobernadores mandan y rebasan al Poder judicial de sus entidades.

No le extrañe a usted que el Poder Judicial de Coahuila sea uno de los más corruptos de este País. En los tiempos de Goyo Pérez Mata no hubo jamás un juez o un magistrado que se opusiera a los mandatos de Rubén el Grande. El asunto de los millonarios recursos financieros del Tribunal perdidos en el Ficrea sigue en la impunidad.

Un amigo y mejor abogado solía preguntar en su despacho: “¿Contra quién vamos hoy?”, refiriéndose en algún caso en el tribunal. Y cuando le contestaban que “contra el bufete de Goyo”, entonces el litigante concluía: “Nada que hacer contra juez y parte, nos vamos al amparo”. Prevaricación institucional y parcialidad tarifada, sello distintivo del Poder judicial.

Ahí tiene usted el nombramiento de cinco nuevos magistrados por parte del Congreso local. Sólo basta citar al panista Ulises Hernández Torres, nuevo magistrado de concertacesión al muy disciplinado Guillermo Anaya. En el sexenio de Felipe Calderón, Anaya lo impuso como delegado del Registro Agrario en Coahuila, donde, nuestro Ulises Criollo operaba por fuera su propio bufete de trámites agrarios que, por supuesto, con el debido unto lubricante se agilizaban los registros a notarías y terratenientes. Juez y parte como Goyo. Nada que ver con aquellos jueces de Berlín.