Aquí ni curva hay: ¿cuál es el propósito de tenernos a todos encerrados?

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Aquí ni curva hay: ¿cuál es el propósito de tenernos a todos encerrados?

“Aplanar la curva”. Esta es la frase más repetida en el mundo en las últimas semanas. Y como ocurre con el ritmo de “la boa”, ya todos lo saben: se trata de dibujar una curva chaparra y gorda en el plano cartesiano, en lugar de una esbelta y espigada.

Con el tiempo en el eje de las “X”, y el número de casos diarios en el eje de las “Y”, aplanar la curva implica “dosificar”, a través de un periodo más largo, la aparición de los casos de personas en las cuales el bicho provoca síntomas graves, es decir, quienes requerirán cuidados intensivos.

También ya todos lo saben a estas alturas: si no se hace nada para aplanar la curva el sistema de salud colapsa. La evidencia está ahí, contundente: países con abundantes recursos (Estados Unidos, Italia, Francia, España) se encuentran absolutamente rebasados.

Pero, a todo esto, ¿cómo vamos en México? A juzgar por las cifras diarias reportadas puntualmente por el equipo de Hugo López-Gatell, cuyo nombre también ya todos lo saben, pues vamos de maravilla: aquí ni siquiera hay curva… o sea, no hay nada para aplanar.

Me explico: con las cifras de ayer –mil 688 casos confirmados– nuestro país es un caso atípico entre los atípicos, pues el COVID-19 –por alguna razón solamente explicable a partir del uso de escapularios y “detentes”, o de seguir religiosamente la receta a base de tés del padre Solalinde– se comporta de forma totalmente distinta a como lo hace en otros países.

Reacio como soy a las explicaciones basadas en el pensamiento mágico, no puedo evitar zambullirme en los números y comparar. Pero antes de ir a los ejemplos vale la pena recordar lo planteado en este mismo espacio hace dos semanas, a propósito del caso español.

En el texto referido comparé las cifras del 19 de marzo en México y el 4 de marzo en España, pues eran muy semejantes (alrededor de 230 casos), así como el comportamiento de los 10 días previos. Hice notar cómo, en sólo dos semanas y media, España había llegado a más de 21 mil 500 casos y los muertos pasaron de uno, a casi mil 100.

“En tres semanas podemos estar igual”, aventuré entonces. Pero no: estamos lejos, lejísimos del escenario ibérico. Nosotros hemos pasado de 203 a mil 688 casos en dos semanas, mientras España pasó –en el periodo comparado– de 228 a 14 mil 769 casos.

¡Hemos logrado lo impensable!... o, como no hacemos pruebas –probablemente ni a las personas fallecidas– no tenemos la menor idea de cuántos casos tenemos realmente y, por tanto, vivimos en la ignorancia absoluta respecto del tamaño del problema.

Una reiteración antes de los ejemplos: el número importante a observar en eso de aplanar la curva no es el total de casos, sino la cifra de nuevos casos diarios. Para la comparación he tomado como referencia la fecha en la cual los países escogidos rebasaron la cifra de 100 nuevos casos en un sólo día.

En España, por ejemplo, esto ocurrió el 6 de marzo, cuando contabilizaron 119 casos nuevos. No parecen haber llegado aún al cenit de la curva, pues aunque el día con más casos nuevos fue el 26 de marzo pasado (con 8 mil 271), el 2 de abril registraron 7 mil 947. Llevan 29 días en ese proceso.

En Francia registraron 138 casos el 5 de marzo. Allí, todo hace indicar, ya lograron pasar el momento crítico, pues el 27 de marzo se registraron 6 mil 933 casos nuevos y el jueves pasado la cifra descendió a 6 mil 813. Les tomó 22 días llegar al punto de inflexión.

En Alemania tuvieron 283 casos el 5 de marzo también y todavía no parece remitir el virus. El 27 de marzo hubo un pico de 6 mil 933 casos nuevos, pero anteayer se registraron 6 mil 813. Llevan 30 días en la batalla.

En Italia avanzan y retroceden. El 26 de febrero registraron 147 casos y contabilizaron 6 mil 557 el 21 de marzo. Pero hace dos días hubo 5 mil 217. Se ve un descenso en la curva, pero es lentísimo. Llevan 38 días en esa batalla.

De Estados Unidos mejor ni hablamos: uno de cada cuatro casos diagnosticados en el mundo ha ocurrido allí y el virus avanza a velocidad de vértigo: tan sólo el jueves pasado registraron 29 mil 874 casos nuevos. Han pasado 28 días desde la primera jornada con más de 100 casos.

Nosotros… ¡nosotros crecemos a un ritmo de 178 casos diarios y estamos lejísimos del primer día con mil casos! En Italia transcurrieron sólo 5 días entre la primera jornada con más de 100 casos y la primera con más de mil; en España 7; en Alemania 10; en Francia 11; en Estados Unidos 10.

En México han pasado ya nueve días desde el primero con más de 100 casos y todavía no llegamos a 200 confirmaciones diarias.

Con tales cifras no se entiende la premura del equipo López-Gatell para prescribirnos un encierro de un mes, pues a este ritmo tomará semanas –o incluso meses– comenzar a ver una curva digna de tomarse en cuenta como para hacer un esfuerzo por “aplanarla”… o quizá nunca llegue. Y si nunca llega, ¿cuál es el propósito de tenernos a todos encerrados?

Siempre es posible otra explicación, desde luego: como no estamos haciendo pruebas, cualquier día desayunaremos con imágenes como las de Ecuador.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx