Apuesta al milagro

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Apuesta al milagro

Especial

Nunca en la historia del mundo ha habido un momento en que la humanidad completa comparte una misma angustia. La Segunda Guerra Mundial no llegó a todos los países. El COVID-19, sí.

Es increíble pero algo que ni vida tiene nos trae de cabeza, aislados e impotentes. El virus explota nuestros errores, nuestra ceguera, nuestra indolencia, nuestra falta de solidaridad. Nuestras debilidades lo fortalecen. Se multiplica, se esconde y solo se deja ver cuando ya se ancló en los más débiles, más viejos o los más vulnerables. Sería un virus cobarde, si fuera un ser vivo.

Ya comenté en anterior entrega la diferencia entre las estrategias de China y de los Estados Unidos. En China los jefes mandan y mandaron encerrar a todos o ponerles collares electrónicos. Así combatieron al paquete microscópico de ácidos letales llamado coronavirus.

En Estados Unidos, por salvaguardar las libertades básicas, el virus encontró tierra fértil y ha causado una devastación en varias ciudades grandes, entre ellas Nueva York y Nueva Jersey.

Me falta entonces precisar algo más sobre la estrategia mexicana frente al virus. México está atenido al milagro. Tenemos la ventaja de que está llegando la fase tres semanas después que en otros paises. Sabemos lo que otros intentaron y lo que les falló. Aquí lo que cuenta es la estrategia del avestruz, meter la cabeza en un hoyo y con ello hacer desparecer el problema.

Aquí no hay datos confiables, ni pruebas masivas, ni seguimiento por teléfonos celulares, ni redadas. No hay investigación para vacunas, ni una autoridad visible que tenga el mando. Es más bien la estrategia de que cada quien para su santo.

Sin embargo, quizá México logre el milagro, aunque sea ajeno y prestado. En los últimos días han tomada vuelo las noticias sobre la existencia de varios medicamentos que califican como milagrosos.

Lo dije hace ya varias semanas pero ahora se está empezando a lograr el reconocimiento de las autoridades sanitarias de Estados Unidos. Hay pruebas clínicas en relación a la medicina contra la malaria llamada Hydroxicloroquina.

Pero la que más apunta a hacer el milagro es otra medicina que se llama Remdesivir, que curiosamente fracasó como remedio para el ébola y otros virus. Sin embargo, ahora que apareció el COVID-19 resulta que el Remdesivir quedó que ni mandado a hacer. Bloquea al virus y le impide reproducirse.

Se mencionan ya varios casos sorprendentes de curas milagrosas. Uno de esos casos es el de una persona en Chicago que estuvo al borde de la muerte, con fuertes dolores en la espalda y temperaturas arriba de 40 grados centígrados. Sus pulmones congestionados ya no respondían. A la primera dosis intravenosa de Remdesivir se le quitaron los dolores y la calentura y pudo empezar a respirar normalmente. A los tres días fue dado de alta y regresó a su casa sano y salvo.

Puede ser que a México se le haga el milagro de que otros pagaron el precio y nosotros tuvimos el beneficio. Quizá vamos a ser beneficiarios de las investigaciones de otros y de las malas experiencias en cabeza ajena. Falta solo organizarnos para poder administrar el Remdesivir en forma masiva, según se ofrezca.

No por ello se terminan nuestros problemas. El país, como tal, también está afectado por otro virus igual de mortal que obedece al principio de Peter, que dice que hay personas que ocupan puestos que están por encima de su nivel de incompetencia. Se llama incompetencia crónica.

Tal será el caso de Andrés, el morenista que apuesta a los milagros en todo lo que hace, porque decir que actúa con conocimiento de causa y libre de prejuicios, sería mucha concesión.

La economía de Estados Unidos se está preparando para irse abriendo sin perder de vista al virus mortal. Falta ver qué plan tiene Andrés para nosotros. Milagros aparte, creo que saldremos del virus para entrar de lleno a la nueva realidad económica que la mala conducción del país nos ha recetado. En esto sí que los milagros no operan, por mucha suerte que los mexicanos tengamos.

javierlivas@infinitummail.com