Aprender a ser prudentes
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Aprender a ser prudentes
Todos sin excepción, hemos cuestionado alguna vez a alguien… ¿Cuándo te vas a casar? ¿Cuándo te vas a embarazar? ¿Cuántos hijos van a tener? ¿Cuándo le vas a dar hermanos a ese bebe? Pero… ¿Qué sigue? ¿Por qué algo tiene que seguir? ¿Por qué nos surge de forma natural el cuestionar? Tenemos la tendencia a preguntar, cuestionar o simplemente hablar por hablar, cómo sociedad, sobre lo que supuestamente “sigue” o debe de seguir en la vida.
El testimonio de Emily Bingham se volvió un caso viral en Facebook al compartirse más de 67 mil veces. Ella redactó un mensaje con una foto de un eco que no era de ella, diciendo que ya que tenía la atención de todos, les pedía que dejaran de preguntar y opinar cuándo serían padres. “Antes de que le preguntes a los padres de un único hijo cuándo le darán una pequeña hermana o hermano… Antes de que le preguntes a alguien de 30 años cuándo planea tener hijos, porque ya saben, el reloj está haciendo tic tac… Sólo para. Por favor para. No sabes si esa persona está luchando contra la infertilidad, el duelo de un aborto natural o con problemas de salud. No sabes si está teniendo problemas en su relación, o se encuentra bajo un montón de estrés o simplemente no es el momento correcto. No sabes si han decidido que no es para ellos ahora o nunca. No sabe cómo tu pregunta aparentemente inocente podría causar el dolor el estrés o la frustración de alguien. Seguro que estas preguntas no le causarán ningún tipo de carga o sentimiento a algunas personas. Pero puedo decirte que desde mi propia experiencia y de la experiencia de muchos amigos, es más probable que sí.” Bingham
La prudencia se conoce cómo la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación. Una persona que vive la prudencia, actúa con sensatez, vive la templanza, piensa antes de hablar y del efecto que puede producir sus palabras o acciones.
Pero, ¿porqué nos cuesta ser prudentes? Porque solemos sentirnos con el derecho de hablar desde nuestra propia experiencia como seres humanos, profesionales, padres o abuelos y en ocasiones sentimos el derecho de expresar tanto lo positivo como lo negativo. Por ejemplo en la paternidad, en ocasiones solemos compartir sólo los mensajes negativos: “Prepárense para no dormir”, “Nunca será el momento perfecto”, “Ya se tardaron”, “¿Estás batallando?”. O en la vida profesional: “No sabes lo suficiente”, “No tienes la suficiente experiencia”, “Estás demasiado inmaduro”…
Desde nuestro ego creemos que sabemos más y que hay que compartir, pero antes de preguntar algo sobre la vida de los demás o dar un consejo no pedido, analiza, piensa y recuerda ser prudente y aprender de verdad a escuchar. Si la otra persona se ha reservado esos temas, es porque ella así lo ha decidido. Reflexionemos y seamos inteligentemente emocionales, no hablemos por hablar. Pensemos antes de cuestionar a una pareja si ya están por casarse, a un matrimonio sobre los hijos o en cualquier otro tipo de decisión. No sabemos que sucede en cada historia, y aunque nuestras intenciones sean inofensivas y de buena intención, cada palabra que sale de nuestra boca puede herir por nuestra imprudencia.
Es importante que sepamos y recordemos, que no se escoge ser padres, no es cuando uno quiere, ni cuando es el tiempo perfecto, no es que se te hace tarde o es lo que sigue, debemos entender que no es una decisión que está en las manos de cada persona y que a esta vida venimos de paso. Ojalá comprendamos que hay que dejar de ser una sociedad que presiona a los demás en lo que “sigue”. Que si Dios da la oportunidad de ser padres, sólo Él sabe por qué, cuando, cómo y por cuanto tiempo, que el milagro de la vida es un regalo y que sólo lo concede Dios. Sólo somos prestados en esta vida y Dios elige, el dará esa bendición cuando el crea que es el momento perfecto, porque sus planes son perfectos.
Re-eduquémonos y seamos empáticos. Todo ser humano está luchando una batalla personal en su interior que en ocasiones desconocemos. No necesariamente es el paso de un embarazo, puede ser una pérdida, una herida pendiente por sanar, un duelo que inunda de dolor el alma, un deseo profundo de embarazarse, una lucha en pareja. No somos nadie para opinar, orillar o presionar de acuerdo a estándares personales o sociales.
Antes de opinar, hablar, preguntar… recuerda: no sabes la lucha interior, el pasado que ha vivido esta persona o lo que realmente hay en su interior. Respetemos y seamos prudentes, lo que otros decidan compartirme está bien. Dejemos de sentirnos con el derecho de saber, simplemente fluyamos y respetemos la vida de los demás.