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Aprehensión de Javier Duarte, un cálculo fallido: Columnista
Alrededor de la captura de Javier Duarte, exgobernador de Veracruz, se ha generado un aire de escepticismo que se niega a reconocer un logro de la justicia mexicana, así lo afirma Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, “El nulo ‘efecto Duarte’ “publicada hoy en El Universal.
“…La captura de Javier Duarte de Ochoa fue un asunto pactado o administrado por el Gobierno federal con la idea de ganar una supuesta rentabilidad electoral para las complicadas elecciones que enfrenta el PRI en el Estado de México, Coahuila y Nayarit, podría afirmarse desde ahora que el cálculo fue fallido”, escribe el periodista.
García Soto no hace a un lado las reacciones de la clase política tras la detención del ex mandatario, y retoma la opinión de un alto funcionario del gabinete: “Darnos no, sabemos que no nos va a dar, pero más que buscar que nos diera, la captura en estos momentos puede al menos evitar que Duarte nos siga quitando votos”.
Sin olvidar la declaración del Presidente de México sobre las detenciones, en menos de una semana, de dos exgobernadores que en su momento fueron amigos y aliados suyos: Tomás Yarrington y Duarte. “Quienes quebrantan la ley deben responder por sus actos. Independientemente de lo que determine el Poder Judicial, estas detenciones son un mensaje firme y contundente del Estado contra la impunidad”, dijo ayer Peña sobre esas capturas ocurridas mientras él estaba de vacaciones.
El columnista afirma que el operativo de “inteligencia” que llevó a detenerlo en Guatemala no tuvo el impacto que en el Gobierno buscaba, y caso contrario, despertó más especulaciones y suspicacias sobre la información oculta tras la versión oficial.
Salvador García Soto destaca también la negativa que tuvo el subprocurador Alberto Elías Beltrán sobre la posible aprehensión de Karime Macías, la esposa de Duarte, de quien se dijo no sería detenida porque no hay orden de arresto en su contra, situación que avivó versiones de un arreglo con la familia del mismo Duarte negociado a cambio de información sobre su paradero.
Según el columnista, lo anterior lleva a pensar dos cosas: primero que el presidente Peña pidió respetar “a la familia”, como cuando afirman que se molestó porque Yunes exhibió diarios y cosas de la señora en un montaje político en febrero; y segundo que, dejar libre a la esposa, podría ser un “as bajo la manga” que el Gobierno se guarda para tener un elemento de presión y control sobre lo que Duarte sabe y puede declarar en un juicio sobre las redes políticas y de complicidad que lo protegieron.
El periodista, asegura que un dato confirmado sobre la detención es que Javier Duarte supo que estaba cercado día y medio antes de que la Policía Nacional de Guatemala y la AIC entraran por él al complejo de Atitlán.
“El jueves por la noche, cuando lo ubicaron y tendieron un cerco los dos gobiernos en torno a la lujosa residencia que rentaba, Duarte supo que no había escapatoria y –aunque la fuente no dice si hubo o no comunicación con él en ese lapso– lo que sí afirma es que al saberse copado mandó traer a sus hijos en un vuelo privado desde Toluca, ya sin ninguna precaución, para despedirse de ellos. Y lo hizo, todavía junto a su esposa.”
Afirma también en su columna que por esa razón cuando los agentes entraron al complejo, a él lo encontraron solo en un pasillo, mientras el resto de la familia permanecía encerrada en las habitaciones. “Y ya no mostró sorpresa, aunque quiso jugar con los agentes al cambiarse el apellido, pero tras tomarle las huellas dactilares, vino el esposamiento y luego su sonrisa, esa sonrisa que para algunos rayó en el cinismo y la soberbia, y para otros en el nerviosismo y el delirio; en el primer caso sería la sonrisa de quien se sabe protegido y en el segundo, de quien se evade de la realidad”, concluye Salvador García Soto en su columna.