Apesta la cañería judicial

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Apesta la cañería judicial

No es aventurado decir que nuestro sistema judicial es de los más corruptos del planeta. En los niveles y ámbitos que usted proponga analizar. Los jueces de México son venales, prevaricadores y chicaneros, salvo, como en toda regla establecida, las honrosas excepciones.

Y no debe extrañarnos tal cosa en un país donde no se respeta la Constitución, aunque en teoría tengamos las normas jurídicas más idealistas y avanzadas. Aquí impera el estado de lo chueco, no el Estado de derecho.

El juramento de lealtad a la Constitución que nuestros funcionarios públicos suelen dar en su protesta de ley se ha convertido en un formalismo inútil, de mera simulación, que fue llevado al extremo de la sátira burlesca aquí en Coahuila, cuando se impuso la moda infame de hacer el juramento levantando el brazo izquierdo, una burla grotesca de esos ladrones que luego amasaron enormes fortunas al amparo del poder.

Lo cierto es que aquí en México no hay respeto a la ley ni hay justicia, ni el menor atisbo de moralidad pública o esperanza mínima de que se restablezca el Estado de derecho. Peor aún cuando los drenajes del sistema judicial están colapsados y la mierda acumulada brota a borbotones en todos los niveles de la cañería.

Y el último caño en reventar ha sido el del Consejo de la Judicatura Federal (CJF) que, se supone, debería de ser la más pulcra de todas las instituciones de este País y, sin embargo, ha resultado ser una instancia fallida, que ha emputecido con el exceso de dinero público, pues dicho Consejo está integrado por siete consejeros que, como toda esa plaga maligna de los OCA’s (órganos constitucionales autónomos), se han asignado a sí mismos sueldos de rapiña (270 mil pesos mensuales).

Pero aun con esos sueldos abusivos, en la pasada gestión del exministro presidente de la Suprema Corte, Luis María Aguilar Morales, se “ordeñó” el presupuesto de la Judicatura con trafiques que provocaron las 797 observaciones de una auditoría que está sin solventar.

Y es que los jueces siempre le han puesto precio a sus valores, de ahí la clásica caricatura de la justicia como la prostituta recargada en el farol de una esquina, cosa que agradecemos a los moneros que señalan a los jueces, no en balde el Poder Judicial es el más opaco y corrupto de este País.

El prevaricato siempre ha existido porque desde el derecho romano ya era considerado una falta grave, con castigos establecidos para el juzgador que se apartaba de la correcta aplicación de la ley.

Aquí es pura chunga y botana. Aquí se persigue, se juzga y se castiga la pobreza, porque el poderoso caballero compra con toda facilidad a los jueces a modo, y no sólo a los jueces sino que cada estado tiene sus santones de la ley que también son prostitutos, como un tal Fuentes, que tanto daño ha causado con sus asesoramientos y connivencias a miles de ciudadanos que por generaciones pagarán las consecuencias de tal complicidad.

¿Ya nos olvidamos del fraude del Ficrea? Bueno, ya verá usted que pronto olvidaremos a los juzgadores corruptos que despojaron de sus viviendas de Infonavit a cientos de trabajadores honrados que, con sus impuestos, pagaron los sueldos de esos polutos jueces que los despojaron.