Animal o máquina

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Animal o máquina

El tiempo para enderezar el rumbo de México se acabó. Vamos derechitos… al desastre. El que no entienda después de leer esto, ya no entendió.

El artículo pasado mostré que México falla en las siete funciones sistémicas que deben estar presentes para generar un sistema (país) viable. Las células, animales, personas y todas las organizaciones están sujetas a las mismas reglas. Por desobedecer las reglas de la viabilidad, México está pobre a pesar de nuestros recursos naturales.

¿De dónde saqué esa lista? Viene de la cibernética. Esta se ocupa de sistemas complejos, auto-regulados y con un propósito, como lo es la vida.

Este poderoso campo del conocimiento fue descubierto por el doctor Arturo Rosenblueth, del Centro Nacional de Cardiología. Ello lo reconoce, Norbert Wiener, quien en su libro Cibernética (1948) la definió como “el control y las comunicaciones en los animales y en las máquinas.”

Así, Wiener y Rosenblueth conectaron el mundo animal con el de las “máquinas que cumplen propósitos”. Tanto los animales como las máquinas auto-reguladas (como las computadoras) usan información llamada “retroalimentación” para ir corrigiendo “errores” detectados hasta llegar a su meta. En contraste, las máquinas tontas, por ejemplo un reloj o un motor, solo hacen una cosa en forma repetitiva.

El problema de escoger entre “animal o máquina” sigue siendo un problema en la cultura de la administración. Durante tres siglos la mayoría de las empresas y gobiernos aspiran a convertirse en obras de relojería, totalmente predecibles –a base de burocracia y reglamentos–. Muy pocas se organizan como si fueran “animales inteligentes” que se adaptan a cambios inesperados para no morir.

El socialismo y comunismo de Marx (materialismo histórico) vio el mundo como una máquina enorme. Trató de predecir la historia de la economía, diciendo que terminaba en “la dictadura del proletariado”. La estupidez resultó fatal. Costó guerras y muertes sin fin. En contraste, el capitalismo construyó miles de empresas-máquinas, y dejó que “el mercado” fuera matando a las más tontas. Las nuevas ya no son máquinas, son “redes inteligentes”, como Apple, Google, Facebook, Amazon y Microsoft.

El capitalismo ganó la carrera de la adaptación. Hasta China y Rusia se hicieron capitalistas. Algunos imbéciles dictadores siguen apostando al socialismo y su planeación centralizada. Creen que pueden construir una sola maquinota enorme que alimente a todo un país. Apunten allí a Cuba, Venezuela, Corea del Norte, etc. Ah, y creo que Andrés piensa igual, por eso los alaba y admira.

La tecnología convierte el conocimiento en herramientas como el iPhone. La “sociedad anónima por acciones” es simplemente otra tecnología. Su máxima expresión son las empresas transnacionales que están registradas en Wall Street y se manejan con gran transparencia.

En 2018, mi sobrino Raúl Livas y yo propusimos que todas las empresas del gobierno mexicano se bursatilicen en la bolsa de Nueva York. Entrarían no solo CFE y Pemex, sino también, por ejemplo, todos los hospitales del Seguro Social, que hoy por hoy están fallando en la lucha contra el COVID-19. Ningún partido entendió o no le vieron utilidad. El país está pagando caro la ineficiencia por falta de administración y gobierno de primer mundo.

Las constituciones tienen muchos elementos de “vida animal”, como es el balance teórico entre poderes de la Unión. Pero en México esos poderes han estado anulados (o corrompidos) por el presidencialismo. ¿Tendrá Andrés un solo colaborador valiente que le diga que lleva la nave del Estado exactamente en dirección contraria a lo que se requiere?

La máquina soviética quiso aplicar computadoras para salvarse. Se hundió más rápidamente. Los chinos olvidaron a Mao e importaron empresas y maquiladores a lo bestia. Aprendieron el capitalismo, aunque siguen con un sistema de gobierno “cerrado”, nada democrático ¡que diseminó el COVID-19!

Andrés nos lleva a un colapso total porque desea crear su propia máquina gubernamental unipersonal, pero no entiende de complejidad y autoregulación. Si no quedó claro… aquí está mi correo.

javierlivas@gmail.com