Andrés Manuel, el primer priista de México

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Andrés Manuel, el primer priista de México

La estampa tiene como fecha de captura el lunes 8 de marzo de 2021 pero, para todo efecto práctico, bien se nos pudo mostrar una foto de cualquier momento de las décadas de los años 60 o 70 del siglo pasado y habríamos visto lo mismo. Esto es así porque se trata de la viñeta clásica del PRI más rancio, ese en el cual se gestó, nació y (de)formó el presidente López Obrador.

Me refiero a la imagen mediante la cual quedó inmortalizado esta semana el feminismo estilo transformación de cuarta: las mujeres del gabinete orbitando alrededor del centro gravitacional del “universo AMLO” durante la mañanera realizada el Día Internacional de la Mujer, en Palacio Nacional.

La gráfica es priismo clásico puro: ese según el cual, la única forma digna de conmemorar nuestro día era tener el privilegio de convivir con “El Señor Presidente” para expresarle nuestro agradecimiento por permitirnos existir y desarrollar la actividad a la cual decidimos dedicar nuestros afanes.

En el universo tricolor -allí donde se inventó el culto a la personalidad hoy devuelto al centro del escenario nacional por quienes le queman incienso todos los días al Iluminado de Macuspana- todo mundo tenía su día en el calendario: los boleros, los meseros, los albañiles, los voceadores, las enfermeras, los policías, los periodistas…

Y todos, invariablemente, se preparaban ese día para merecer la honra de comparecer ante el tlatoani de turno y tener el privilegio de expresar, con profunda convicción y genuina emoción, la gratitud colectiva por la magnanimidad de su trato, gesto sin el cual las actividades cotidianas del sindicato, la unión, el frente, la coalición o el gremio serían simplemente impensables, imposibles de realizar.

Porque todo lo existente, todo lo visible y lo invisible, todo lo tangible y lo intangible, se manifiesta e impacta nuestra existencia por una sola razón: la capacidad creadora de él, del supremo, del individuo providencial a quien en buena hora convertimos en Presidente. Sin él nada seríamos, sin él nada ocurriría. Así nos adoctrinó el PRI y hoy la cosecha es levantada a manos llenas por nuestro Perseo de Pantano.

Siguiendo al pie de la letra el guion aprendido en su partido de origen, López Obrador se hace rodear por ello de “sus mujeres” con un solo propósito: ser reconocido como el catalizador de los reclamos feministas, como el único responsable de los avances y conquistas de las mujeres.

¿Quién podría negarlo si está a la vista y las propias mujeres lo reconocen a voz en cuello? Bueno… debieron ser ligeramente inducidas para entonar un tibio y aguado “es un honor estar con Obrador”, pero al final ahí está la evidencia inmortalizada en YouTube: nada serían las mujeres sin el sumo pontífice de la T4.

Pero más allá de retratar la misoginia pejelagartiana, de la cual existen sobradas evidencias, me interesa insistir en el origen de las formas y su significado. Y me interesa hacerlo para contribuir a documentar el optimismo de quienes creen haber consumado un hecho histórico al construir con su voto la victoria de López Obrador en 2018.

Quienes así piensan repiten sin cesar, se desgañitan en redes sociales y se regodean en público asegurando haber derrotado al PRI y expulsado al “demonio tricolor” de manera definitiva del poder.

La ingenuidad de las hordas lopezobradoristas solo se explica a partir de su oceánica ignorancia de la historia del país, así como de los usos y costumbres de la clase política nacional. Los priistas… esos priistas a los cuales los pejezombis creen haber expulsado del poder… esos siguen ahí, regodeándose en el poder.

Y quienes no están ahí de manera formal tienen muy clara la ruta: solamente deben solicitar su ingreso a Morena, recibir la santificación del Mesías Tropical ¡y ya! (a quien le haga falta alguna evidencia al respecto solo voltee a ver hacia Nuevo León y revise quién es la candidata de Morena a la gubernatura del estado… y en cuál partido militaba hasta anteayer).

Un viejo meme circula desde hace tiempo en internet, ofreciendo una interpretación gráfica de la “cuarta transformación” decretada por López Obrador: la imagen muestra los tres logotipos del PRI a lo largo de su historia y, al final, en la “cuarta transformación”, el de Morena.

Pocas cosas, entre ellas la estampa de la mañanera del lunes 8, retratan mejor el acierto del meme. En efecto, el paralelismo entre el “universo AMLO” y el PRI de los años 70 del siglo pasado es absoluto. Si Daniel Cosío Villegas viviera estaría en este momento escribiendo una edición revisada, ampliada y comentada de “El Estilo Personal de Gobernar”.

Si no fuera trágico, desde luego, sería cómico. Podría uno reírse de la ramplona comedia construida merced a la abusiva ingenuidad -diría Monsiváis- de millones de votantes a quienes movió honestamente a votar por Andrés Manuel el deseo de botar al PRI de la escena política nacional… pero apenas consiguieron convertirle en el primer priista de México.

Pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca de Andrés Manuel…

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx