A lo largo de los años se ha acusado a varios expresidentes de haber protegido a una organización criminal, a Carlos Salinas lo vincularon al Cártel del Golfo, a Ernesto Zedillo con el Cártel de Juárez, mientras que a Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se les acusa haber colaborado con el Cártel de Sinaloa. Algunas de estas acusaciones son más sólidas que otras, pero lo cierto es que en el imaginario popular esta idea se ha ido estableciendo como verdad histórica.

En los últimos meses, han surgido voces y elementos que indican una cercanía de Andrés Manuel López Obrador con el Cártel de Sinaloa, entre los que destacan el saludo a la mamá del Chapo, la liberación de su hijo Ovidio, las declaraciones del propio mandatario sobre el trato que recibe el Chapo en prisión y el triunfo del candidato de Morena, Rubén Rocha Moya en la última elección a Gobernador en Sinaloa el pasado junio.

No hay hasta momento una prueba contundente de protección del actual Presidente hacia el Cártel de Sinaloa, pero si hay elementos que alientan la especulación y que de crecer se podría generar en el imaginario una idea que quede para la historia, tal cual le pasó a los ex presidentes que lo antecedieron.

Por ello, al Presidente le urge no sólo dejar de realizar gestos de buena voluntad a la familia del Chapo, ya que se trata del seres queridos del mayor traficante de la historia moderna del país, sino incluso ir más allá y demostrar con arrestos de los principales líderes del Cártel de Sinaloa que no existe un trato preferencial, o peor aún, protección a dicha organización criminal.

Dicho en palabras simples, López Obrador debe demostrar que es diferente a sus antecesores, que su gobierno no pacta con el narco, que la ley se aplica por igual a quienes transgreden la ley y lo debe hacer pronto, antes de que las especulaciones se sigan instalando en la mente de los mexicanos.

De igual manera, a Rubén Rocha Moya le urge demostrar que el Cártel de Sinaloa nada tuvo que ver en su triunfo como Gobernador de Sinaloa y desde el primer día de su administración, limpiar los cuerpos de seguridad del estado, reducir la violencia e impedir la acción del crimen organizado en el estado.

Ya que existen acusaciones graves en donde el día de la elección se violentaron casillas, se secuestraron operadores claves de la oposición y hasta hubo operación abierta a favor de Morena por parte del Cártel de Sinaloa.

Porque sería sumamente grave que el Presidente y el Gobernador de Sinaloa no se hayan atrevido a romper el círculo de complicidades que ha propiciado el crecimiento de las organizaciones criminales en México, que toleren a los criminales que tanto daño le hacen al país y que no cumplan con su obligación de aplicar la ley y proteger a los ciudadanos.

López Obrador tiene una oportunidad magnífica de romper la inercia de los últimos años y demostrar con hechos que ninguna organización criminal es protegida en México y aún está a tiempo de lograrlo.

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