¿Amas tu trabajo o eres adicto a él?

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¿Amas tu trabajo o eres adicto a él?

Foto: Tomada de Internet
El día tiene 24 horas y con ellas puedes hacer muchas cosas, hacer tus sueños realidad, por ejemplo, y no sólo los sueños de otros.

 Trabajar y tener un trabajo es hoy, en verdad, una gran bendición que muchas personas infortunadamente no pueden tener o no pueden hacer por enfermedad, discapacidad o falta de preparación. ¿En qué situación te encuentras?
Para muchos, tener un trabajo es la oportunidad de poder proveer de lo suficiente para cubrir las necesidades de la vida diaria de quienes ama; para otros, poder hacer algo que les gusta y les apasiona, en tanto que para algunos más, el trabajo es la oportunidad de escapar de casa y de las exigencias que la vida familiar tiene.

Desarrollar un empleo o una profesión nos brinda satisfacciones personales, nos impone retos y a veces nos da reconocimiento, pero cualquiera de estas razones, si no tenemos el cuidado suficiente, llegará a generarnos una adicción.

Muchas personas comienzan a desarrollar un trabajo con ánimo y deseos de progresar, pero entonces algo sucede que el gusto y la pasión por lo que hace se torna en adicción y, por lo general, está relacionado con la competitividad entre compañeros y/o la exigencia de un jefe o patrón muy demandante.

¿Qué podemos hacer si tenemos alguna de estas dos condiciones? Revisa, por lo pronto, estas siete sugerencias:

1. Identificar e interiorizar que tienes en problema

Tal vez es necesario sincerarte contigo misma y reconocer que no te gusta estar en casa, que te sientes mejor en el trabajo, que no tienes amigos o vida social y por eso todo el tiempo lo pasas en la oficina; que necesitas ganar más dinero o cualquier razón por la que decidas llevarte el trabajo casa, cancelar viajes y vacaciones con tal de seguir trabajando.

Identifica si lo que te mueve es incapacidad, ineficiencia o miedo a perder el empleo y no volver a encontrar otro; también podría ser vanidad, orgullo o el mero placer de ser alguien en la oficina donde sí se reconoce tu esfuerzo.
Sé honesta y en ese ejercicio de conciencia reflexiona si lo que estás haciendo hoy te llevará a dónde quieres estar mañana y con la gente que te gustará estar.

2. ¿Tiempo o resultados?

¿Qué es lo que cuenta en tu trabajo: cumplir un horario riguroso, estar disponible las 24 horas del día, los siete días de la semana o dar resultados? Una vez que esto esté claro para ti, debes distinguir entre lo que se te exige y lo que tú das extra. Pugna por comenzar a cumplir, ser eficiente y tener conciencia de lo que das sin retribución.

3. Cada quien desde su trinchera

No se rinde lo mismo en el trabajo cuando se está terminando la carrera, se es soltero y recién casado, o con hijos pequeños y mucho más cuando eres ya un adulto libre de compromisos. Cada persona tiene una condición de vida diferente que le permite aportar, según sus posibilidades, todos los días en su trabajo. No te compares con otros ni quieras rendir lo que de momento en tus manos no es posible hacer. Ten sumo cuidado con esto.

4. Levanta un muro

Si eres solo y no tienes mayores ocupaciones en la vida, tal vez pienses que es necesario dedicar todo tu tiempo y energías a tu trabajo, pero esto no es cierto, porque siempre es buen momento para pensar en ti y en tu felicidad. Las empresas les dicen adiós a sus empleados una vez que éstos ya no son de gran utilidad. Reflexiona: la empresa no va a estar contigo, cuidándote en tus enfermedades ni estará sosteniendo tu mano en tus últimos minutos. La vida familiar y las amistades son relaciones que debemos cuidar, fomentar y buscar, pues son la única fuente de satisfacción y felicidad verdaderas.

Piensa, inclusive, en tus otros compañeros que no pueden llevar tu paso por atender a sus propias familias; por ellos (o por lo que ves en ellos) debes poner límites, levantar un muro ante el trabajo y ser respetuoso de sus tiempos personales.

5. Haz planes con familia y amigos

Tener compromisos fuera del horario de trabajo te obligará a salir de la oficina y a ser respetuoso del tiempo de otros. Recuerda que los niños crecen mientras cerramos los ojos, no te pierdas de las cosas buenas de esta vida.

6. Proponte metas y lleva registros

Vuélvete más productivo, llevando registros de avance y logrando metas por día o por semana. Cumple y luego continúa con tu vida.

Recuerda, “Cada día tiene su propio afán”.

7. Equilibrio en la vida

No todo en esta vida se trata de dinero. Si tu temor es perder el empleo, entonces capacítate, aprende y el miedo desaparecerá; proponte independizarte y tener tu propio negocio, manejar tu tiempo; nada debe hacerte depender de un empleo por duro que suene esa declaración. Piensa en qué harías si vieras comprometida tu salud, si perdieras alguna facultad, una extremidad, ¿cómo seguirías siendo productivo? ¿Qué cambiarías?


El día tiene 24 horas y con ellas puedes hacer muchas cosas, hacer tus sueños realidad, por ejemplo, y no sólo los sueños de otros.