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Fecha: 31 de julio
Lugar: Estudio Lomelí
20:30 horas 
Entrada gratuita

Muchas veces la utilidad de los objetos va más allá del propósito con el que se crearon. En su muestra, Vinicio Fabila explora como los tupperware tienen la capacidad de “Almacenar y conservar” de una forma muy similar a la de la pintura. 

La muestra que lleva este nombre será inaugurada este lunes 31 de julio en Estudio Lomelí, ubicado en el quinto piso del #224 de la calle de Allende a las 20:30 horas y se expondrán 53 piezas gráficas en las que los protagonistas son precisamente los tuppers. 

“Es un ejercicio de reflexión sobre el producto, van a poder ver los tupper en todas sus formas, presentaciones y variedades en pintura”, expuso Fabila.
Explica que conforme fue avanzando su camino en la gráfica, se dio cuenta de que existía una analogía entre el significado de un tupper y una pintura, pues encontró que de cierta manera ambos son similares. 

“El tupper en cuestión per sé es un contenedor de alimentos, los conservas y almacenas, y la pintura también es un contenedor de imágenes, símbolos y hasta cierto punto de un lenguaje; entonces ambos cuentan con este tipo de similitud. Con la gráfica también tiene cierto parecido porque es un proceso en el que una imagen se multiplica muchas veces y se hace una serie, al igual que los tuppers”, explicó Vinicio para VANGUARDIA.

Señaló que los tuppers son una herramienta que pronto se acomodó en el sentido mexicano, pues además de adaptarse a las necesidades de nuestra cultura culinaria, se han vuelto incluso un referente de la memoria por las anécdotas comunes también involucran al tupper que le perdimos a nuestra mamá, o el que creíamos que era nieve, pero tenía frijoles.

Fabila es originario de Torreón pero estudió en la Escuela de Artes Plásticas en Saltillo, para luego regresar a su ciudad natal y prepararse como maestro impresor en el taller El Chanate durante cuatro años. 

Cuando la violencia se extendió por la Comarca Lagunera decidió regresar a Saltillo donde ya tiene trabajando cerca de dos años, actualmente como encargado del taller de grabado Elena Huerta del Museo de Artes Gráficas.

Uno de sus mayores intereses es la mezcla armónica del sonido con la imagen, por lo que se encuentra trabajando en un proyecto en el que está analizando las medidas de rostros humano, genera una decodificación que las transmuta en notas musicales, generando una melodía a partir de las facciones de alguien. 

“Me encantaría seguir haciendo series de objetos cotidianos, yo creo que dentro de los géneros de la pintura el que más me llama es el de las naturalezas muertas y más que nada la representación de los objetos cotidianos, esta parte en la que el discurso no es tan elevado porque estos objetos permiten que nos hagamos preguntas muy trascendentales”, añadió el artista. 

Dijo que para él, son más llamativos los objetos que tienen un trabajo manual arduo detrás, aquellos que llegan a formar parte de una añoranza o motivo de aprecio por lo que significan, considerando más interesante algún artefacto de peltre que, por ejemplo un celular, que a pesar de ser un artefacto de alta manufactura, por sí mismo sería normal que no tuviera un valor sentimental. 

Siendo esta su primera experiencia en la pintura, también lo es para Estudio Lomelí con este tipo de muestras, ya que con esta comienza una serie de exposiciones para que los artistas locales puedan participar en una convocatoria de selección próxima a publicarse. 

Sobre este espacio, el pintor finalizó señalando que “por medio de la música y el sonido nos gusta divertirnos, hemos hecho desde venta de libros hasta torneos de vencidas y fiestas de música electrónica, queremos ser un espacio abierto para las nuevas inquietudes de la ciudad”. finalizó.