La distopía nos alcanzó. El agua comenzará a cotizar en la bolsa de Wall Street, con mecanismos parecidos al oro, al petróleo o cualquier otra mercancía; es decir, se da un primer paso hacia la burbuja especulativa, como ocurrió con el mercado de los alimentos en el 2008. 

En ese sentido, el relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento Pedro Arrojo Agudo opinó que “el agua es el alma azul de la vida”, y en particular es esencial para garantizar una vida digna a personas y comunidades, también es una pieza básica para contar salud pública y gozar del bienestar social que nos proporciona disponer de agua en nuestros domicilios. Para los sectores económicos más vulnerables como la agricultura, el agua cobra un interés general y vital, así como lo es para la sostenibilidad de ríos, humedales, lagos y acuíferos, incluso, a fin de vertebrar territorios y garantizar procesos de adaptación al cambio climático.  

El relator destacó que la lógica de mercado no reconoce estos valores sobre el agua, “razón por la cual el mercado no es la herramienta adecuada para gestionarlos, y menos desde espacios financieros tan propensos a estrategias especulativas”. (El país, 13 de diciembre de 2020). 

Por otra parte, algunas voces consideran que el uso del mercado bursátil, puede ayudar a que el recurso tenga un valor justo con relación al costo de su reposición y se genere una inversión en el manejo de cuencas. Sin embargo, sostienen una preocupación a que el proceso de compra y venta afecte el derecho humano al agua, pues tratar este recurso como mercancía intensificaría las inequidades sociales. 

Para Arrojo Agudo “el valor del agua, como derechos humano básico, ahora está amenazado” (Noticias ONU, 11 de diciembre de 2020) y a grandes rasgos lanza una alerta mundial, que no puede pasar desapercibida y seguramente ocupará un gran espacio de reflexión  internacional para el próximo 22 de marzo, Día Mundial del Agua.