Alerta en el Ártico: por primera vez en la historia no se congeló durante octubre

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Alerta en el Ártico: por primera vez en la historia no se congeló durante octubre

Foto: Especial
La expedición “Polarstern” del Instituto Alfred-Wegener alemán, regresó a su puerto de origen en Bremerhaven compartiendo información alarmante

El colapso del hielo del Ártico se puede presentar más rápido de lo que se esperaba, durante el pasado mes de octubre el hielo marino en la zona de Laptev Siberia, no se congeló como cada año suele hacerlo y por primera vez en la historia.

A través de imágenes en satélite se ha documentado la disminución del hielo del Ártico hasta un 13 % cada década desde 1980

Recientemente la expedición “Polarstern” del Instituto Alfred-Wegener alemán, regresó a su puerto de origen en Bremerhaven compartiendo información alarmante:

"Vimos grandes superficies de agua líquida casi hasta el polo, rodeadas de hielo que estaba plagado de agujeros debido al derretimiento masivo", dice este climatólogo y físico. "La banquisa del Ártico se está derritiendo a un ritmo alarmante",  declararon miembros de la tripulación según publicó France 24.

Cada año el porcentaje de hielo congelado es menor, pero en octubre de este año el fragmento marino de la zona no se congeló como suele ocurrir. El mar Laptev en Siberia, suele alcanzar una extensión de millones de kilómetros de hielo.

Solo el inicio

Las consecuencias arrancarían un círculo vicioso con daños para el Ártico: si el mar apenas empieza a congelarse en invierno habrá menos tiempo para que se derrita en verano, provocando que las temperaturas incrementen y el daño al año siguiente se multiplicaría.

El hielo que se forma de manera temprana en el Mar de Laptev conduce nutrientes esenciales para el plancton de la región antes de alcanzar el estrecho de Fram en la costa de Groenlandia y derretirse en la primavera

Bomba de Tiempo

Si el ártico continúa derritiéndose podría llegar a descongelar el permafrost, un suelo que acumula grandes cantidades de metano, un gas treinta veces más potente que el dióxido de carbono que aceleraría la emisión de gases invernadero a la atmósfera.