Al mal tiempo, buena cara

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Al mal tiempo, buena cara

Muchos crecimos escuchando refranes optimistas o de esfuerzo ante la adversidad. Tengo muy presentes refranes como el de “a quien madruga, Dios le ayuda”, “a grandes males, grandes remedios” o “después de la tempestad, viene la calma”. México es tradicionalmente un país con gente alegre, positiva, trabajadora y con esperanza. Las ocasiones de fiesta nos permiten olvidar un poco, o por lo menos poner en pausa, las preocupaciones cotidianas. Sabemos cómo festejar y cómo celebrar. Sabemos burlarnos de nosotros mismos y de nuestros desatinos o problemas, tal vez como un mecanismo de conservación ante la adversidad. No hay reto que nos detenga o derrota permanente en el espíritu tradicional de lucha del mexicano.

Por todo esto, ahora que comienza un nuevo año, conviene hacer un simple balance de los retos que como país se nos vienen, con el afán de entender aquello en lo que podemos influir y aquello para lo que podemos solamente estar preparados. Fuera de los que se dedican a vender publicidad a partidos políticos o los líderes sindicales, los mexicanos tendremos este próximo año un año con muchos retos que se han alineado como pocas veces. No pretendo asustar a nadie, solamente llamar la atención sobre focos amarillos o rojos a tomar en cuenta desde la trinchera que nos toca.

Empieza el año con un presidente que goza de un nivel de aprobación cercano al 30 por ciento (supongo que empleados, familiares, amigos y distraídos). La energía y atención de nuestros gobernantes, junto con los presupuestos oficiales, se irán en campañas políticas en las que partidos, candidatos, gobernadores y hasta el INE se gastarán el dinero que no nos sobra. Apostar por que el presidente se convierta en un estadista y en el capitán que el barco necesita en estos últimos meses de su sexenio es casi esperar un milagro. Existe una alta probabilidad de elecciones manipuladas por fake news de origen nacional e internacional, elecciones fraudulentas y/o con resultados tan cerrados que generen conflicto postelectoral. Todo esto sucederá con autoridades y tribunales electorales cuestionados (acuérdense de Coahuila), con fiscales inexistentes o amigos del presidente.

Además de la poca estima que Trump le tiene a México y del riesgo de que el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) sea cancelado, tenemos a Estados Unidos reduciendo drásticamente su tasa de impuestos a partir de 2018. Esto presenta un reto, ya que los impuestos en México serán cerca del 50 por ciento más altos que en EU. Aun con el TLCAN, si México no reacciona, inversiones que vendrían no llegarán. Mientras, el peso se presiona en un ambiente donde México se vuelve menos atractivo, con riesgos políticos y económicos y con una autoridad monetaria (Banxico) que con tal de defender al peso (y contener la inflación de rebote), se puede gastar las reservas y frenar la economía (aún más) con tasas de interés todavía más altas.

Nos toca a los ciudadanos entender el entorno lo mejor posible, reconocer riesgos y ser sensibles a que muchos de los factores no están en nuestras manos. Estoy seguro que mantendremos el buen humor y la frente en alto ante la adversidad y que seremos capaces de ponerle buena cara al mal tiempo.

@josedenigris
josedenigris@yahoo.com