AL FREÍR DE LOS HUEVOS LO VERÁ

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AL FREÍR DE LOS HUEVOS LO VERÁ

El Quijote I, 37

Sancho Panza se decepciona al darse cuenta que la princesa Micomicona no es tal sino una particular doncella llamada Dorotea. Su desencanto obedece a que él creía que al tratarse de la heredera del reino Micomicón, en poder de un desaforado gigante al que don Quijote pensaba vencer y matar y entonces desposar a la princesa. Lo cual al escudero le significaría convertirse en duque o visorrey, cuando menos.

Sancho le hace el comentario a don Quijote y también le comunica que el gigante al que el caballero cree haberle cortado la cabeza en realidad fue “un cuero horadado, y la sangre, seis arrobas de vino tinto que encerraba en su vientre”.

Don Quijote va a verificar lo que Sancho le ha contado. Le dicen que Sancho no se ha conducido con verdad y entonces éste recibe de su amo un fuerte regaño. Pero el escudero se defiende y le responde que bien pudo haberse equivocado en considerar una simple dama a la princesa, pero “en lo que toca a la cabeza del gigante, o a lo menos a la horadación de los cueros, y a lo de ser vino tinto la sangre, no me engaño, ¡vive Dios!, porque los cueros allí están heridos, a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el vino tinto tiene hecho un lago el aposento; y si no, AL FREÍR DE LOS HUEVOS LO VERÁ; quiero decir que lo verá cuando aquí su merced el señor ventero le pida el menoscabo [el cobro] de todo”.

En tiempos de Cervantes, Sebastián de Covarrubias explicó que este refrán tuvo su origen en el cuento de una sartén hurtada en la cocina de un mesón. Al salir el ladronzuelo se topa con la mesonera, quien le pregunta a qué venía tanta prisa y qué llevaba en las alforjas. “Al freír los huevos lo veréis”, respondió el caco.

El refrán se cita cuando por alguna circunstancia se pone al descubierto una verdad. Al freír los huevos se verá, en el caso, lo que llevaba el ladrón.

@jagarciavilla