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Agua y desarrollo, surrealismo de Saltillo
Hace más de 400 años, los primeros españoles encontraron un hermoso valle con más de 600 cristalinos manantiales donde fundaron Saltillo, en donde el agua fue esencial para su desarrollo. Con el pasar de los años, se fue cubriendo de casas y huertas de frutales y hortalizas. La población pasó de 66 mil personas a 830 mil en los últimos 85 años, lo cual indica que se multiplicó 12.5 veces.
El desarrollo demográfico explosivo está correlacionado con la llegada a la ciudad de consorcios gigantes de la industria automotriz, que han hecho de Saltillo un pequeño Detroit en el norte de México. Con el crecimiento la capacidad de carga del valle ha quedado rebasada, impactando la sustentabilidad del medio ambiente y de la población misma. Hoy se tiene que considerar cómo se proveerá de agua a más de un millón de personas como mínimo en 2030.
En 2001 el alcalde en turno, Óscar Pimentel, decidió crear una empresa mixta entre el organismo operador de la ciudad, Simas-Saltillo, y una empresa trasnacional, para que administrara el Sistema de Agua con el pretexto de optimizar el recurso y evitar que éste continuara siendo la caja chica del alcalde en turno.
Pimentel González contrató a la firma Arthur Andersen –que trabajaba como asesora contable de las empresas del grupo Aguas de Barcelona, Agbar, para que elaborara las bases de la licitación. Arthur Andersen desapareció en 2002 tras el escándalo de Enron, por cometer los delitos de obstrucción a la justicia y de destrucción y alteración de documentos relacionados con la quiebra de esta empresa.
En el momento del anuncio de la licitación, de acuerdo con el alcalde, hubo ocho empresas interesadas, pero únicamente la española Aguas de Barcelona (Agbar) realizó una oferta. El despacho Arthur Andersen había fijado un mínimo de 80 millones de pesos por el 49 por ciento de las acciones del organismo operador. Agbar, que ofreció 81.9 millones, ganó de inmediato y sin competencia. De este modo se hizo socio de Simas.
El contrato de Asociación tiene una duración de 25 años, por lo que le restan menos de siete y temen (los españoles) que la disponibilidad de agua continúe limitándose, lo que les disminuiría su jugoso negocio. Con esa preocupación, se han abocado a conseguir agua a como dé lugar.
Para lograr ese objetivo, las autoridades de AGSAL contrataron a una empresa radicada en Texcoco, Estado de México, de nombre Sanx Ingeniería Integral y Desarrollo, S.A de C.V, para que desarrollara el “Estudio Técnico Geohidrológico para Proponer Zonas Factibles de Explotación de Aguas Subterráneas”. La Ing. Laura Delia Esparza Hernández, socia minoritaria de Sanx, quién además posee un negocio de depilación de genitales con láser en Ciudad de México de nombre UroGyne, es quien dirige el estudio.
Sanx Ingeniería se dedica a vender e instalar lavamanos, lavaderos, instalaciones de gas, mingitorios e inodoros, según la ficha de registro del Inegi; además está clasificada como microempresa en los directorios del Estado de México. Y por algún motivo le fue delegado el estudio del Acuífero Saltillo Sur. Esto ha sido denunciado por diferentes organizaciones ciudadanas y nadie los ha tomado en cuenta.
¡Increíblemente surrealista!
En reportes de la Comisión Nacional del Agua se indica que en 2018 el acuífero Saltillo Sur tenía una recarga de 13.1 millones de m3/año, y estaba ya sobreexplotado. Sin embargo, el estudio de Sanx determina que existe una recarga natural del acuífero de 70 millones (¿?), por lo que tiene una posibilidad de explotación de 40 millones. De éstos, Agsal quiere 31.6 millones de metros cúbicos de agua para asegurar su negocio por muchos años más.
En los 18 años de vida de Agsal, ha sido acusada en múltiples ocasiones de violar la Constitución del País, la del Estado, así como normas, reglamentos, el Contrato de asociación y el de Asistencia Técnica. ¿Por qué quienes integran el Consejo de Administración, los organismos empresariales y autoridades no se han manifestado preocupados en revisar lo que afirman unos y otros? ¿Por qué el alcalde no asume la función de presidente del Consejo de Administración? ¿Por qué no se controla la pérdida por fugas de más de 40 por ciento del agua que se extrae? ¿Por qué no se promueve el uso industrial del agua que se tira al arroyo después de la planta de tratamiento principal? ¿Por qué no existen campañas intensivas de ahorro de agua? ¿Por qué si pagamos más de un millón de pesos por asistencia técnica mensualmente, no han podido controlar el sarro y las presiones demasiado altas en varias partes de la ciudad? ¡Increíblemente surrealista!
Únicamente la Asociación de Usuarios del Agua de Saltillo, AUAS, A.C. los ha denunciado local, nacional e internacionalmente, y no ha pasado nada.
En conclusión, no pretendamos entender de manera lógica lo que pasa con el agua en Saltillo, tal vez desde lo absurdo sea más fácil. Con ello me refiero al caos que se vive y los claroscuros que prevalecen en la vida cotidiana de todos los saltillenses y la administración del agua. Y es esta realidad la que se confronta con una minoría que nos recuerda la enorme desigualdad que se vive en Saltillo. Eso, estimados lectores, es surrealismo.