Agosto, el mes que vio morir a Hesse y Brecht

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Agosto, el mes que vio morir a Hesse y Brecht

Bertolt con su hijo Stefan Brecht. Fotos: Especial
Ambos escritores alemanes al día de hoy están más vigentes que nunca, pues con sus textos inspiran y despiertan conciencias

Eugen Berthold Friedrich Brecht, mejor conocido solamente como Bertolt Brecht, nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburg, Alemania, y murió el 14 de agosto de 1956, pero su legado permanece vigente hasta nuestros días. 

Dramaturgo, escritor, teatrista, ideólogo, interesado tempranamente en el marxismo, en su obra plasma gran parte de su forma de ver la vida.

Mientras la Primera Guerra mundial estaba en su apogeo, Brecht empieza a escribir sus primeras obras, mismas que se vieron influenciadas por su ideología marxista y dejaban ver una clara preocupación por la justicia, quizá por esto es que no pierden vigencia sus guiones dramáticos ni sus ensayos, poemas y cuentos.

Obras como “La toma de medidas”, “La excepción y la regla”, “El que dice sí y el que dice no” dejan ver una marcada inclinación a la ideología socialista.

Dramaturgo, escritor, teatrista, ideólogo, Brecht estuvo interesado tempranamente en el marxismo.

Durante el desarrollo de su proceso creativo, Brecht rechaza el teatro realista tradicional y que en es época era el más reconocido, sino que experimenta con una narrativa más libre y usaba mecanismos de distanciamiento como máscaras, para evitar que el espectador se identificara con los personajes.

En 1933,  Brecht debe huir de Alemania debido a su oposición a la dictaduira de Hitler, para luego de deambular por varios países de Europa, se establece en 1941 en California.

El exilio le sienta bien y realiza sus mejores obras como dramaturgo: “La vida de Galileo Galilei” (1939), “Madre Coraje” (1941) y “El círculo de tiza caucasiano” (1945).

Dueño de un estilo que combinaba el lenguaje poético con el estilo común de una manera excelsa, logra acercar su obra a la conciencia del público.

En 1948 Brech regresa a Berlín del Este e inicia la compañía de teatro Berliner Ensemble, donde a pesar de chocar con la ideología dura del socialismo realista,  siempre fue uno de sus grandes portavoces. 

Murió el 14 de agosto de 1956 en Berlín.

Dueño de un estilo que combinaba el lenguaje poético con el estilo común de una manera excelsa, Brecht logra acercar su obra a la conciencia del público.

En el cuento "Si los tiburones fueran hombres" Brecht hace una crítica a Hitler, puesto que no estaba permitido hacer críticas al régimen, el escritor usó esta analogía.

 

Si los tiburones fueran hombres
(Bertolt Brecht)
 

— Si los tiburones fueran hombres -preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona- ¿se portarían mejor con los pececitos?

— Claro que sí -respondió el señor K.-. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones. Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos necesitarían tener nociones de geografías para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando.

Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones.

Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla de varec y se le otorgaría además el título de héroe.

Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces.

Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones.

Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.

Hesse y su amor por los gatos.

HERMANN HESSE Y SU EXALTACIÓN A LA
DUALIDAD INHERENTE DEL SER HUMANO

El escritor Hermann Hesse nació en 1877 y murió el 9 de agosto de 1962. Nadie duda de su legado, y al día de hoy es considerado una figura de culto.

Hesse desde los 12 años se inició en el mundo de las letras, cuando publicó sus primeros poemas,  seguirían luego Romantische Lieder y Eine Stunde Hinter Mitternachtt, de 1899, “Gedichte” (1902), así como Boccaccion y Franz von Assisi, de 1904, en ese mismo año la novela Peter Camezind le dio reconocimiento entre los lectores de la época.

En 1946 Hermann recibió el Premio Nobel de Literatura.

Siempre cuestionando el establishment de su época, es conocido como el escritor de "las crisis". Sus circunstancias lo empujaron a ese modo de escritura melancólico y oscuro, siempre buscando una respuesta, ya sea en el lado blanco o en el negro. 

 

SU DESCONOCIDA FACETA DE PINTOR

Hesse comienza sus primeros intentos como pintor por ahí de 1916, en una época de gran estrés para él. Una vez que se mudó a Tesino, Suiza, en 1919, sus acuarelas cobran vida y color gracias al hermoso paisaje de este cantón, en donde vive hasta el fin de sus días. 

Después de seguir sus principios autodidactas, Hesse logró dejar un importante legado de alrededor de 3000 acuarelas que en colores brillantes que transmiten la belleza de Tesino:

"Montagnola" (1929)
"Winter" (1933)
"Casa Camuzzi" (1930)

Su obra es un reflejo de lo que vivía, sus frustraciones, enfermedades, muertes, y su constante búsqueda del psicoanálisis, que podemos ver en extractos de Demian, donde el papel de su psiquiatra, el Dr. Lang (quien fue un colaborador cercano de Carl Gustav Jung) toma la forma de Pistorius, a quien le habla así: 

"Todo, incluso lo más banal, chocaba dentro de mí en el mismo punto con un mazazo silencioso y continuo. Todas las sesiones ayudaban a raspar pieles de mí, a romper cáscaras de huevo, y después de cada una la cabeza se alzaba un poco más, algo más libre, hasta que mi pájaro amarillo eclosionaba como un hermoso pájaro con cabeza de depredador saliendo de la destruida cáscara del mundo."

ALGUNAS DE SUS OBAS 

Siddharta” (1922), libro de cabecera de los primeros “hippies”. También es considerado uno de los primeros promotores de la cultura budista.
 
En “El lobo estepario” (1927), uno de sus libros de culto, podemos ver como Hesse busca iluminar la zona oscura de la condición humana, algo que podemos ver en gran parte de su obra. 
Harry Haller, su protagonista, se ha convertido en un arquetipo literario en el que se reconocen quienes padecen los efectos deshumanizadores de una sociedad que no conoce la solidaridad y propicia el aislamiento
 
En “Demian” (1919), vuelve ese juego entre el bien y el mal . En Demian no sólo habla del lado oscuro del mundo, de su realidad, sino de los esfuerzos que hacen los personajes con tal de encontrarse a sí mismos. Ellos con ellos mismos y que llegan a ser ellos mismos en esta sociedad.

Narciso y “Goldmundo” (1930), tiene como uno de sus ejes la contraposición entre la ciencia y el arte, y “El juego de los abalorios” (1943), donde vuelve a plasmar la dualidad entre el pensamiento y el espíritu.

OBRAS DE HESSE LLEVADAS A LA PANTALLA GRANDE

STEPPENWOLF (1974) de Fred Hainess.
Max Von Sydow es Harry Haller en esta pasable adaptación del famoso libro “El Lobo Estepario”.
Lo más interesante del film es la utilización de una atractiva estética (pinturas de Mati Klarwein), fotografiada por Tomislav Pinter.
Co-protagonizan Dominique Sanda, Pierre Clementi y Carla Romanelli.

FRANCESCO (1989) de Liliana Cavani.

La controvertida directora italiana adapta de manera poco meritoria textos de Hesse sobre la vida de San Francisco de Asís, encarnando al santo el otrora famoso Mickey Rourke, acompañado en el reparto por Helena Bonham Carter y Paolo Bonacelli.

SIDDHARTA (2003) de Jorge Polaco. Film argentino que adapta el famoso libro del autor alemán.

ZACHARIAH (1971) de George Englund.
Libre adaptación de la novela “Siddharta”, trasladada al mundo del western y en plan comedia. La cinta está protagonizada por John Rubinstein, Barry Melton, Don Johnson y Patricia Quinn.
También aparece el líder del grupo Country Joe & The Fish, Country Joe McDonald.

SIDDARTHA (1972) de Conrad Rooks.
De nuevo la búsqueda del significado de la existencia en la pantalla. Ahora protagonizada por Shashi Kappor en el papel de Siddhartha. A su lado Simi Garewal, Romesh Sarma y Pincho Kapoor.
Maravillosa fotografía del sueco Sven Nykvist.

(Con información de agencias) 

En 1946 Hermann recibió el Premio Nobel de Literatura.

Atardecer solitario 
(Hermann Hesse)

 

Se tambalea en la vacía la botella y en el vaso

el brillo de la vela;

hace frío en la habitación.

Afuera cae la lluvia sobre la hierba.

Te tiendes de nuevo para descansar brevemente

avasallado por el frío y la tristeza.

El amanecer y el atardecer llegan de nuevo,

siempre vuelven:

tú, jamás.