Agenda social (8)

Usted está aquí

Agenda social (8)

¿Abrir la puerta falsa? ¿Irse por la puerta falsa o equivocada? La anterior muletilla trivial, simplona y equívoca, se aplica una y otra vez cuando hay un ser humano el cual se suicida. Nada más simple y falso. Y no, un suicida no abre una puerta falsa ni es un cobarde. Se necesita harta valentía para hacerlo. Es la única vida que hay y vaya que hay jóvenes y ahora niños los cuales la dejan de lado y prefieren abrir otra puerta: la puerta de eso llamado morir y no sentir ni padecer esta vida de aflicción y eterna desesperanza.

Es intrascendente si fui el primero y siempre, en estar alertando desde hace años en estas generosas páginas de VANGUARDIA sobre esa terrible problemática social y flagelo llamado suicidio. Como es intrascendente otras problemáticas, yerros, aflicciones y temas los cuales he ido desarrollando en estas páginas, situaciones que no han encontrado solución muchas de ellas. Las familias no encuentran soluciones, las autoridades se muestran miopes. Tal vez y sólo tal vez y hoy, eso llamado el vínculo familiar y amoroso como célula madre promotora del bienestar y el crecimiento dentro de la sociedad, ha dejado ya de existir y dio paso a una individualidad atroz. Individualidad la cual ha conducido a la más fiera y terrible soledad.

He escrito tanto del suicidio como lecturas tengo en la cabeza. Lo voy a seguir haciendo porque es mi obligación. Amén de ello, usted lo sabe, yo mismo padezco melancolía y tristeza (la maldita ictericia, concepto del siglo XVI, donde uno se pone como piel de pergamino, entre amarillento y cenizo; sin brillo, sin motivo alguno de vivir. Y vaya, desde niño escuché este concepto con gente que sí sabía de este y de todos los temas. Cuando niño, al verme en dicha calidad y condición, mi madre me llevó con la curandera de la familia, doña Romanita, la cual y apenas en segundos y al ver mi flacura y mis ojos siempre al borden del llanto, le espetó entre divertida y seria a mi madre: “Este niño está atiriciado”.)

Atiriciado estuvo el escritor William Styron, quien en un día de 1985 planeó su muerte. Fue meticuloso en hacerlo. Reescribió su testamento, preparó detalle tras detalle. El maestro y gran novelista se sentía como un “herido ambulante”. A punto de hacerlo, contó él mismo luego en un libro portentoso y perfecto, “Esa visible oscuridad” (1992), al escuchar sin duda por azar, la “Rapsodia para Contralto” de Johannes Brahms, largó la idea del suicidio y fue a internarse a un hospital. El maestro Styron autor de un puñado de novelas perfectas, buscó y encontró su puerta lista y abierta para quedarse en este mundo (una clínica). Pero al día de hoy, van 70 suicidas en la región sureste de Coahuila los cuales han optado por otra puerta no falsa, sino para ellos salvadora y verdadera: se han suicidado.

En 1ª de Corintios 16:9, se lee: “Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios.” Dios es el único que puede abrir dicha puerta a los tristes, a los atiriciados de alma y corazón. Esperemos que ellos hayan encontrado en su paso de la vida a la muerte, dicha puerta que conduce al maestro Jesucristo y finalmente a Dios. Cuenta un escritor y doctor que sabe de este tema, Walter Riso, que alrededor del 25% de las diferentes depresiones se deben a alteraciones bioquímicas.

ESQUINA-BAJAN

Punto uno: es decir y en cristiano, nos falta litio, nos falta oxígeno, nos falta azogue, nos falta… ¡Bah!, caray, como si todo fuese una combinación de ácidos y proteínas, ir al supermercado y sí, beber del frasco de la felicidad compartida. Y lo anterior y no otra cosa fue la droga “Soma” de felicidad, creada en “Un mundo feliz” por el gran Aldous Huxley (escrito en 1931). En ese mundo ideal, no había whiskey ni tabaco. Nada de drogas.

Punto dos: Nadie fuma ni bebe. No hay whiskey ni tabaco lícito ni de contrabando. Nadie se pone inyecciones de nada. En este mundo feliz, en esta aldea perfecta diseñada por Huxley, sólo había una droga permitida, la cual la alentaba el mismo Estado: era el Soma. Un compuesto químico que ya luego el propio autor explicó, la había encontrado en los himnos védicos de la antigüedad, en la fundación y guerras de la India. Al parecer, dicha planta existió y científicamente se llama “Asclepias acida”, la cual el genio de Huxley transformó en tabletas.

Punto tres: En pequeñas dosis, provocaba una sensación de beatitud. Dos tabletas, otorgaban visiones. Tres tabletas hacían que el humano entrara en un sueño reparador. En este libro y mundo ideal, el Soma no era penado, sino que era alentado por el Estado como esencia de la “Vida, la Libertad y la Persecución de la Felicidad” Garantizados por la Declaración de Derechos. Para desgracia de nuestros jóvenes, esta droga es ficción. Pero hay otras drogas las cuales están al alcance de la mano y según especialistas del tema (VANGUARDIA, domingo 25 de julio, nota de Andrea Palacios), “más del 50% de los casos de suicidios en la región están vinculados con el consumo de drogas.” Una tragedia.

Punto cuatro: En el año 2000 la cantidad de suicidios fue de 31, en el 2001 se registraron 33, para el 2002 el índice llegaba a 34 y al cierre del año 2003, se alcanzaban 121 suicidios… en 2009 fueron 177, en 2010 hubo 169 suicidas. En 2012, 151. En el 2013, 153 suicidas. Hace días, ocurrió el suicidio 69 (lunes 25 de julio), 70 y 71 en la región. El señor Alberto Constantino, de apenas 45 años primero intentó quitarse la vida prendiéndose fuego. Padecía esa enfermedad llamada “amor” y estaba por divorciarse. No lo hizo: fue y se colgó. 

LETRAS MINÚSCULAS

Van 71 suicidas y apenas es mitad de año. En la morgue de Roberto Bernal, la Secretaría de Salud, ni enterados están.