Agenda política (6)

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Agenda política (6)

Estamos perdidos. Es afirmación. Lo iba a expresar y escribir como pregunta. Es decir, le iba a poner signos de interrogación. Pero no, es afirmación. Palabras demoledoras pero que en mi caso las dejo en letra redonda porque desgraciadamente no tengo dudas: estamos perdidos. Estamos perdidos como país, como sociedad, como economía; estamos perdidos en materia cultural y estamos a punto de perdernos como familia. Como la entidad fundamental y cohesionadora de todo: como familia.

O tal vez también en este aspecto ya estamos también perdidos, por aquello de las “familias” de hombres con hombres y mujeres con mujeres. Por estos días en que redacto estas atropelladas notas, el juglar de Jaén, Joaquín Sabina, tenía razón en su vieja tonada. Los poetas siempre tienen la razón. Por eso son unos iluminados y visionarios. Sabina tenía razón cuando cantaba: “Más raro fue aquel verano,/ que no paró de nevar…”.  Hace días en la ciudad llegó un frente frío a destiempo. Sólo días antes había estado a 36 grados. Luego, un bajón a 6-9 grados al amanecer y en buena parte del día. Ya nos echamos el planeta, sin duda. Y no hay agua.

Recuerdo una frase memorable la cual leí hace lustros en un diario regiomontano. La frase se me quedó para la vida, es de Ernesto Zedillo Ponce: “En el futuro, las guerras serán por agua”. El futuro nos alcanzó ya. El futuro es hoy y ahora. Y sí, no hay agua. Si la hay, es poca y cara. Aguas de Barcelona nos tiene por los huevos. Su agua es cara y escasa. La ciudad es desierto, habitamos ese ecosistema que no entienden los vagabundos de otras tierras como los tabasqueños, los veracruzanos, los “oaxacos”; no, no lo entienden: habitamos el bello pero también, duro desierto.

¿Hay futuro en el desierto, aquí en este desierto? Sin duda, sí. Pero hay que amarlo, apapacharlo, quererlo, respetarlo. Algún día intercambiando mensajes cortos (SMS) de buena semana, con el chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas, éste me regresó las siguientes palabras: “A saborear este desierto con olor a cabrito al pastor, a ojasé en época de lluvia…”. Caray, esto es amor y respeto por esta porción de la tierra que nos vio nacer y crecer. Entonces ¿estamos perdidos o no? sí y no. No hay contradicción de por medio. Estamos en crisis y la crisis debe entenderse como una forma de agonía, de lucha. Y las crisis tienen su expresión.

Una de estas expresiones es de índole sociológica. Es la “disolución progresiva de las viejas formas orgánicas de convivencia humana directa”. Lo leo y tomo la idea de un filósofo alemán, Martin Buber. Tiene razón. Con la pandemia cambiamos; veníamos cambiando, pero la pandemia del bacilo chino nos vino a cambiar del todo. Vino a modificar patrones de conducta en el gremio, en la sociedad industrial, en la sociedad de consumo, en la comunidad, en la aldea. Claro, en el entorno vital: la familia. Se está pagando un precio atroz que ya se venía arrastrando: una soledad perra.

ESQUINA-BAJAN

Punto uno: la crisis tiene muchas expresiones y estamos perdidos en México. Abrazos y no balazos, ha sido una de las frases de cientos, pronunciadas en su momento por el chabacano presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Los costos brutales de muertes están a la vista. La impunidad es reina. Aquí nadie es culpable. En Zapopan, otrora ciudad, pueblo mágico custodiado por la venerada Virgen de Zapopan, fueron asesinados un hombre y su joven esposa. También, su hijo de 1 año y 8 meses. Un drama sin duda. Como decenas de ellos diarios en este México sin ley.

Punto dos: pero da la casualidad que dichos asesinatos a plena luz del día donde masacraron a balazos a los anteriores humanos quienes viajaban en una imponente camioneta Cadillac 2021, fue para asesinar al hermano de un cantante de música que alaban a los miembros del narcotráfico, Alfredito Olivas. Quien a la vez, fue atacado a balazos en un concierto en Parral, Chihuahua en febrero de 2015. Su padre ha sido señalado recurrentemente de pertenecer al crimen organizado y ser jefe de plaza en Sonora. Pero, AMLO los conmina a “portarse bien” y les ofrece “abrazos y no balazos”.

Punto tres: en Tijuana, los días 17 y 18 de abril estuvieron más que calientes. De hecho, México todo siempre está caliente. En estos días aparecieron cuerpos de personas mutiladas, con huellas de tortura, maniatadas. Había también extremidades de seres humanos en bolsas, en mochilas, tirados en avenidas públicas. Y tiradas, cuatro cabezas de eso que alguna vez fue un ser humano. La brutalidad y animalidad total. Como siempre.

Punto cuatro: lo advirtió en su momento Hillary Clinton: ante “la brutalidad y la barbaridad” que se presentaba “más allá de lo imaginable” en los grupos delincuenciales, Estados Unidos debería estar alerta. Luego el mejor reportero del mundo, John Lee Anderson, lo dijo en Zacatecas: “Ustedes los periodistas mexicanos tienen que averiguar qué es lo que enmascara a la sociedad mexicana para encerrar en su seno tanta violencia… no es posible que tanta violencia y que criminales tan sádicos, tan imaginativamente sádicos hayan surgido de pronto en el panorama mexicano. Algo esconde la sociedad mexicana que lo fue incubando durante años y años”.

Punto cinco: “El mundo del hombre es la sociedad”, lo leo en Martin Buber. Tal vez y sólo tal vez, lo anterior ya es una triste charada, un mundo muerto donde el mismo Dios ha muerto, lo espetó con tiempo Frederick Nietzsche. Si Dios ha muerto y nosotros estamos reducidos a una atroz soledad por la pandemia, entonces, cerrados sobre nosotros mismos y abominando de cualquier afecto y contacto humano, hemos dejado de ser eso precisamente…

LETRAS MINÚSCULAS

Ya no somos humanos. Estamos perdidos.