Agarrando vapor

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Agarrando vapor

Tras el “placeo” de Miguel Riquelme y los informes de actividades legislativas de Javier Guerrero y Jericó Abramo, la caldera tricolor registró un rápido aumento de temperatura: las válvulas de escape bufan ruidosamente, incapaces de desahogar a suficiencia la incesante presión que hace crujir los fierros. Y es que el riesgo de desmembramientos en el PRI estatal es, hoy día, más real que nunca.

Como efecto no deseado de la transición política a la mexicana, se perdieron las palancas de mando de las cuales disponía la otrora Presidencia imperial para ejercer su poder sobre los gobernadores de los estados: el huésped de Los Pinos dejó de nombrar, remover y controlar el flujo de recursos a las entidades federativas. Hoy día los gobiernos estatales reciben mucho más dinero que en el viejo régimen y el titular del Ejecutivo Federal tiene poderes muy limitados para regular ese caudal. Difícilmente decide algunas candidaturas de su propio partido, mucho menos la designación y remoción de gobernadores estatales.

Humberto Moreira capitalizó en su provecho estos cambios: desde la administración de Rogelio Montemayor y a partir del espacio institucional que le brindó el Instituto Estatal de Educación para Adultos, montó una estructura electoral inspirada en el modelo de los Comités de Defensa de la Revolución Cubana. Este ejército del voto, coexistente y con vida independiente al propio PRI, tiene a la manzana como unidad territorial de base y al dinero y las dádivas como el aglutinante de voluntades.

Contrariando los deseos del Gobernador que la prohijó, la flamante maquinaria se puso al servicio del mejor postor y allanó la llegada de Enrique Martínez al Palacio Rosa y la de su creador, Humberto Moreira, primero a la Secretaría de Educación y luego a la alcaldía de Saltillo. Enrique Martínez no asimiló la experiencia de Rogelio Montemayor y, cuando pudo, no quiso y cuando quiso, no pudo: El nuevo trebejo electoral finalmente le abrió las puertas del Palacio a su progenitor.

Con su ascensión al trono, se inauguró la época dorada de los gobernadores todopoderosos. La fórmula resultó tan exitosa que permitió la herencia consanguínea del trono y se convirtió en producto de exportación: muchos estados empezaron a “importar la tecnología electoral”, las ambiciones arrancaron un galope desenfrenado y se desbocaron en la perspectiva de la “grande” del 2012. 

El talón de Aquiles de ésta máquina del poder es su apetito insaciable; el consumo desorbitado del combustible que la alimenta. Los aumentos reales del presupuesto estatal saciaron el apetito de la bestia cuando se trataba de abastecer el mercado electoral estatal, pero su exportación a otros estados y al ámbito nacional, sobrepasaron rápidamente las capacidades presupuestales y condenaron a las finanzas públicas estatales a un endeudamiento ilegal y desordenado que hoy día tiene embargadas las responsabilidades constitucionales del Estado.

Enrique Peña Nieto, que llegó a los Pinos montado sobre ese corcel, ha tratado de ponerle rienda; pero como todos sabemos, es mucho más fácil tronar los cuetes que recoger las varas. Algunos de los componentes del Sistema Nacional Anticorrupción, como por ejemplo la ampliación del campo de acción de la Auditoría Superior de la Federación y la nueva Ley General de Contabilidad Gubernamental, permitirán acotar el poder de los gobernadores, pero en el mejor de los casos su operación comenzará a rendir frutos hasta mediados del año próximo.

Por necesidad de sobrevivencia, Rubén Moreira ha nuevamente redimensionado la maquinita del poder a las fronteras geopolíticas de Coahuila, pero está vivita y coleando, como también lo está la pretensión de heredar el trono a un propio.
Tras dos décadas de funcionamiento de la maquinaria electoral moreirista y casi dos periodos gubernamentales al frente del Ejecutivo Estatal, el desgaste es evidente. Su éxito prácticamente canceló la movilidad sexenal de los cuadros estatales del PRI, muchos de los cuales se limitan a ver el baile desde la banca desde hace largo tiempo. Y a ellos también, como al propio Humberto, cuando les llegan los acordes de las cumbias a los oídos, les gana la comezón en las patrullas.

Hace una semana Enrique Ochoa, dirigente nacional del PRI, anunció que las próximas candidaturas de ese partido se definirán a través de consultas públicas con los simpatizantes. En el contexto reseñado arriba, inevitablemente surgen múltiples interrogantes: ¿se harán comicios abiertos para seleccionar candidato? ¿Con qué padrón? ¿Cómo se integraran las casillas y las mesas electorales? ¿Cómo y quién procesará los sufragios? ¿Quién garantiza la imparcialidad del Gobernador actual?

Tanto el Presidente como el Gobernador llegan a este momento acusando signos evidentes del desgaste ineluctablemente ligado al ejercicio del poder. En el proceso de selección de su abanderado a la gubernatura de Coahuila, el PRI enfrentará el riesgo real de un desmembramiento mayor.


adavila_mx@yahoo.com.mx