Afuera de la olla

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Afuera de la olla

Por mi trabajo, tengo la oportunidad de viajar con frecuencia. Durante más de 15 años he visto cómo países cambian para bien (China) y otros para muy mal (Venezuela). 

He visto sociedades relativamente desarrolladas polarizarse de manera inexplicable (Estados Unidos). Un pequeño país con limitados recursos naturales y con vecinos complicados convertido en un país orgulloso, avanzado y de alto desarrollo (Corea del Sur). Un país oprimido durante y después de la Segunda Guerra Mundial y hasta la caída del muro de Berlín que ha tenido un incremento notable en su nivel de vida (Polonia). Al país más grande de América Latina saltando de crisis en crisis y aferrándose a una economía cerrada (Brasil). Un país derrotado y prácticamente destruido hace 70 años convertido en una potencia a nivel mundial (Alemania). Cómo la educación pública puede ser un éxito (Europa en general).

En todos lados se puede aprender algo que nos ayuda a comparar y visualizar lo que un país puede llegar a ser bajo ciertas condiciones. Me pregunto si nuestros líderes se han tomado la molestia de viajar, estudiar y conocer un poco más sobre los casos de éxito con ganas de adoptar políticas y prácticas que han servido a otros países. 

Escribo estas líneas desde el asiento 16C de un Boeing 787, igual al del presidente de México (cortesía de Felipe Calderón). Me pregunto si en alguno de esos viajes en su flamante avión, ha habido algo más que oportunidad para la foto (o el meme del presidente). Habrán nuestras comitivas oficiales de alto nivel logrado aprender algo y ajustar sus políticas con base en lo que ven. Tengo la impresión de que el presidente de México no era una persona muy culta o viajada, tampoco muy estudiosa y me pongo a pensar si en un mundo como el actual eso debería ser un criterio mucho más importante a la hora de elegir a líderes de ese nivel. 

Estamos dentro de la olla, como esas ranas vivas que no saltan porque el agua se calienta lentamente hasta hervir. No sabemos qué hay fuera de la olla y muchas veces no nos importa. Llama la atención porque a donde quiera que uno va se encuentra mexicanos. Podríamos pensar que poco a poco estaríamos importando no solamente fayuca, sino ideas y costumbres positivas. La importancia de la infraestructura, el orden, el respeto a las leyes, la autoridad moral de cuerpos policiacos honestos, el orgullo por la historia de tu país. 

Vengo de regreso de Alemania y Austria. Por algún motivo, estamos a años luz de su nivel de vida, orden, educación o infraestructura. Converso con un colega de Croacia que vive en Austria y dice que nunca ha ido a México, pero creció viendo “Rosa Salvaje” con su mamá. Los mexicanos somos bien recibidos a donde vamos, pero no es ideal que la forma de romper el hielo sea hablando de tequila, telenovelas, Cancún, del último caso de corrupción, de la violencia e inseguridad o de la última ofensa de Trump, en lugar de un verdadero caso de éxito.

Nuestros políticos siguen conformes comparándose contra América Latina, e incluso ahí nos estamos rezagando. Esa es su pecera (su pequeña olla de peltre) y no lo podemos permitir. Necesitamos líderes con visión más allá de la olla y del presupuesto del próximo año. ¿Los habrá? Debemos aspirar a más.

@josedenigris
josedenigris@yahoo.com