Afirma John Womack que con AMLO no ganó la verdadera izquierda, sino la izquierda del PRI
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Afirma John Womack que con AMLO no ganó la verdadera izquierda, sino la izquierda del PRI
Desde la publicación de “Zapata y el Revolución Mexicana” en 1968, su obra más emblemática, Womack se ha dedicado a investigar la historia del movimiento laboral y de la industria en México, temas que dice entender mejor cuando los analiza desde la perspectiva marxista. Su plan es publicar cuatro libros, si la vida le presta tiempo. Tiene 80 años.
–¿Ganó la izquierda en México?
–Mucha gente vio sus sueños izquierdistas realizados en el triunfo de López Obrador, pero lo que ahora llaman izquierda es una izquierda que, como tal, es muy pobre. No es la izquierda de Valentín Campa de los 50 y 60. Campa era comunista. Eso era la izquierda mexicana. Una izquierda marxista. ¿Qué es López Obrador en relación a eso? Para mi no hay izquierda fuera del marxismo. La izquierda no es izquierda a menos que sea marxista.
El marxismo es crucial. El capitalismo es el punto central. O estás favor o estás en contra. Ningún partido en México postuló un candidato que pueda llamarse anticapitalista. Nadie habló de socialismo o se dijo socialista. El último fue el Partido Socialista Unificado de México, en 1982, que era lo que quedaba del partido comunista.
–¿Qué es López Obrador?
–Según el criterio de los capitalistas más feroces, López Obrador es izquierdista. Pero eso es sencillamente un invento del periodismo y de los políticos. Hasta la derecha ha participado en esa invención porque dice que cualquier persona que esté a favor de la decencia común y la integridad es izquierdista, porque quiere robar al rico para dárselo al pobre.
–¿A quien considera de izquierda en México?
–Antes de la elección, las fuentes de análisis que encontré más sensatas –además de The Wall Street Journal y The Financial Times– fue un pequeño partido que se llama Partido Comunista de México. Según mis búsquedas en la Internet, los integrantes son veteranos del Partido Comunista Mexicano, que se desintegró en 1981, además de antiguos elementos del Partido Popular Socialista. Estas tres fuentes, bastante disímiles, anticiparon que la elección sería un reacomodo del capitalismo en México.
–La prensa en general califica a López Obrador de izquierdista, algunos hasta lo llaman radical.
–A Nueva York y Monterrey, López Obrador podrá parecerles de izquierda, pero su triunfo es sencillamente una reconfiguración de las mismas fuerzas del capitalismo.
–López Obrador dijo a las casas de inversión de Wall Street que no habrá expropiaciones.
–¿Cómo define, entonces, a los ganadores?
–Como izquierda que surgió del PRI y de otros partidos. No una izquierda histórica. Una mezcla de elementos idealistas y seguidores devotos de López Obrador. Gente que quiere impulsarlo a adoptar ciertas tendencias medio socialistas y otros que quieren una Noruega del trópico. Es una mezcla. Gente para la que López Obrador representa la mejor oportunidad de hacer las reformas que consideran necesarias.
–Su definición de izquierda data de la Guerra Fría.
–De acuerdo. Se debe a que el capitalismo cree que ganó la Guerra Fría. Es cierto que se dio el derrumbe de la URSS, pero el capitalismo no gobierna China o Vietnam, o Norcorea, por más loco que cierta gente cree que es. Hay algunos países no capitalistas en el mundo. Creo que es un error profundo, una rendición miserable, decir que el capitalismo es eterno. O que es como la atmosfera, algo permanente. Veamos a Estados Unidos. El capitalismo no ha resuelto nada fuera de la abolición de la esclavitud.
–Dada la historia y la vecindad, francamente no me parece realista esperar que una izquierda marxista vaya a tomar el poder en México.
–¿Y Cuba?
–Eso fue en 1959. Estamos en 2018.
–Pero Cuba sigue ahí.
–Mal que bien.
–Mal que bien, pero está mejor a que si no hubiera habido Partido Comunista de Cuba. Si Cuba no fuera socialista, sería otro Puerto Rico, sólo que más grande, u otro Haití. Pero creo que tienes razón. Luchar contra el capitalismo en México, y no digo las “hojitas” sino las raíces del árbol, es enfrentarse a Estados Unidos. No tanto a su gobierno—que, además de repugnante, es inepto a no ser para hacer volar al mundo–, sino al imperialismo de los bancos del gran capital. Hay mucha gente ingenua y cínica en la política de los dos países. Quieren “cambio” en Estados Unidos o “transformación” en México. Cambio para qué. Qué tipo de transformación.
–¿Cuál es su impresión de López Obrador?
–Creo que es sincero. Puede abrigar falsas ilusiones sobre México, sobre él, sobre lo qué puede hacer, sobre lo qué tiene que decirle a la gente qué puede hacer, y aún así ser sincero. No creo que mienta.
–¿Lo conoce?
–No en persona, pero he escuchado su voz en discursos recientes. Algo así como Porfirio Muñoz Ledo revivido. Menos como Cuauhtémoc Cárdenas, quien no tenía carisma. En cada sexenio se expresaban las voces de la izquierda del PRI. Priistas que representaban el izquierdismo del PRI. López Obrador suena exactamente como uno de ellos.
–López Obrador ganó, en gran medida, prometiendo que acabaría con la corrupción. ¿Podrá?
–¿Qué otra cosa iba a decir? Quería ganar la elección. Pregunto: ¿pudieron los jueces más limpios de Europa erradicar a la mafia siciliana? No. Si uno quiere construir un edificio en el sur de Napoli, puede tratar de hacerlo sin la mafia, pero se derrumbará porque no habrá acceso a buen material de construcción. Sin pagarle comisión a la mafia no se puede hacer nada.
–¿Así funciona en México?
–Muy parecido. No sé hasta qué medida, pero si quieres resultados rápidos y buenos en México, tienes que pagar extra para obtenerlo.
-¿Cuándo empieza la corrupción?
–No comenzó con Peña Nieto. Desde el inicio de la Nación siempre ha habido corrupción sistémica. Viene desde la Independencia, yo diría desde las Guerras Napoleónicas que les partieron la madre a la monarquía española.
La cuestión era la falta de control político por parte del Estado. En medio de guerras y revueltas y del derrumbe del Imperio de la monarquía española, México declara su independencia, pero como Estado necesita dinero. Pide préstamos, pero no tiene la capacidad de cobrar o de recibir ingresos por concepto de impuestos.
Los banqueros o los capitalistas de Londres le prestan, pero no paga y alguien tiene que manejar la situación. Los agiotistas dominaron todo hasta la Guerra de la Reforma. Pero no terminó ahí. Los grandes agiotistas murieron o se regresaron a Suiza, pero sus negocios permanecieron. Ya no les llamaban agiotistas sino comerciantes de capital y banqueros mercantiles. No sólo manejaban el comercio, sino la minería.
–¿Ha sido una constante?
–Así es. La corrupción está institucionalizada desde entonces. Durante la Revolución Mexicana se vino abajo. Pero al cabo de varios años, Plutarco Elías Calles estableció, de mano del capital estadounidense, de JP Morgan, un tipo de orden institucionalizado en México que eventualmente se volvió el PRI. Funcionó hasta 1980 cuando ocurrió el crack financiero del que México nunca se ha recuperado. La idea de que empezó con el PRI es ignorancia pura.