Advientos contemporáneos

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Advientos contemporáneos

Eso de Adviento suena a una venida

A una llegada. A una presencia y a un encuentro. Suena a novedad, a sorpresa. Es como una madrugada que espera un amanecer. Como un preludio que anuncia una sinfonía.
Se vivía en los hogares esa espera de un adviento cuando los hijos nacían en casa. Era un tiempo de preparativos. Se disponía todo para la recepción de una vida pequeñita que sería parte de la familia.

El Adviento litúrgico está lleno de signos. Un color morado de austeridad y esfuerzo. Una corona de velas moradas que se van encendiendo hasta llegar a la cuarta que tiene el color de la rosa. Es la vela de la alegría. Todo esto es alrededor de la vela blanca del centro. Su llama es la luz esperada  porque anuncia el nacimiento del Salvador. Se perfilan personajes. El profeta, el precursor, el padre nutricio, la madre generosa, los pastores y los magos convergiendo en el Niño divino que trae la paz.

Se vive también un adviento social. Se construye un próximo futuro venturoso cada vez que hay una reconciliación, una norma sabia que humaniza y personaliza, sin lesionar la ley natural. Hay un espíritu de adviento siempre que los más despojados son reconocidos en su dignidad humana y en su derecho a disfrutar los bienes básicos de habitación, indumentaria, alimento, salud, educación y trabajo  

Se deforma muchas veces el adviento político porque se convierte en futurismos y madruguetes. La utopía de un régimen austero, justo  y veraz sigue siendo un anhelo no alcanzado. Cuando las personas son valiosas se topan con estructuras pésimas generadoras de desigualdad.

Se engarzan los advientos. El económico que busca suficiencia y aun abundancia, casi nunca bien distribuída. A los menos les sobra y a los más les falta. Se concentran ingresos y satisfactores y se descarta y se excluye a la mayoría. En el adviento del saber se ensayan proyectos fallidos o insuficientes y se reparten pantallas que alejan de la realidad y suspenden la reflexión crítica.

El Adviento más fructuoso es el íntimo y personal. Es una liberación interna de prejuicios, de miedos, de resentimientos y de apegos esclavizadores. Activa la capacidad de vivir con lo mejor de sí mismo. La persona humana espera a Dios pero también Dios espera a la persona humana. La Navidad puede ser el encuentro liberador y trascendente que aprovecha una salvación definitiva, plena y sin término ofrecida por Jesús: Señor, Maestro, Salvador y Amigo...