Adiós Slimane ¿Hasta pronto?

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Adiós Slimane ¿Hasta pronto?

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Tras meses de especulaciones, Saint Laurent confirma la despedida de su director creativo. El diseñador Anthony Vaccarello podría sustituirlo

MADRID.- Es una norma no escrita de la moda que los diseñadores más comerciales, los que más influencia tienen en cómo vestimos, sean los menos aplaudidos por sus contemporáneos. Ahora que ha expirado el contrato de Hedi Slimane con Saint Laurent, es imposible soslayar que sus colecciones no han cosechado más que críticas tibias. Tibias, aunque Slimane abandone el barco habiéndolo convertido en uno de los más brillantes, deseados y rentables de la industria. En sólo cuatro años, Saint Laurent ha logrado lo más difícil, que es pasar de la indefinición, y por tanto la irrelevancia, a haber encontrado una exitosa manera propia de hacerlo todo: desde los desfiles (potentes espectáculos con sonido atronador y sofisticados juegos de luces) hasta la gráfica de las bolsas (en negro), las tiendas (forradas de mármol) o, por supuesto, la ropa: una coctelera de todas las épocas del rock, destiladas, pulidas y refinadas; como si compraras la chaqueta de Johnny Rotten en una subasta de Christie's, la limpias, la restauras y, además, le entallas la espalda para que te quede bien.

En realidad, el de Slimane es un curioso caso de talento y cabezonería. Después de todo, hemos abrazado esos carísimos básicos rock –la mochila, la zapatilla de lona, la cazadora de cuero– cuando el rock lleva años fuera del radar de las tendencias. Y hace 
falta mucha insistencia para conseguir algo así.

En sus mejores momentos, el legado de Slimane será estudiado como ejemplo de 
cuán beneficioso puede ser otorgar total libertad absoluta a un director creativo, y de cómo esto revierte en los valiosos intangibles que construyen una marca: el prestigio, la solidez, el glamour de lo inaccesible. En sus peores, Saint Laurent será recordada como la casa que primero asumió el inclemente nuevo orden de la moda: sacrificó a buena parte de la prensa especializada por las celebridades en sus desfiles; ignoró las críticas; negó la posibilidad de entrevistas presenciales con el diseñador y convirtió sus colecciones en una efectiva repetición de grandes éxitos admirablemente coherentes entre sí, pero, por lo mismo, previsibles. Una manera monolítica y unidireccional de entender un negocio que, en el pasado, era más un diálogo que un régimen totalitario.

La obra de Hedi Slimane genera niveles de animadversión inéditos en la industria, sobre todo porque Yves Saint Laurent permanece en la retina como uno de los creadores más geniales del siglo, pero eso sólo es comparable al respeto que genera su figura. Y no sólo por su capacidad de traducir su imaginario estético en dinero contante y sonante para las firmas donde trabaja (antes de Saint Laurent, hizo un gigante de la división masculina de Christian Dior). Su equipo lo contempla como un genio, y su sucesor, Anthony Vaccarello (confirmado por WWD, pero todavía no oficial), tendrá que hacer piruetas para colmar expectativas. “Por lo visto es muy simpático. Pero no es simpatía lo que se le pide a un heredero de Slimane”, aseguraun 
insider de la industria.

Cuando se hayan olvidado todo el vitriolo y la rumorología que el mundo de la moda es capaz de generar alrededor de la salida de un diseñador de éxito, y haya caducado el caso Saint Laurent en las escuelas de negocios, tal vez lo que quede será el aspecto más personal de todo este asunto. En los últimos cuatro años, Slimane, en verdad, sólo se ha empeñado en una cosa: retratar la escena músico-artística de su ciudad adoptiva, Los Ángeles. Los libretos de sus desfiles son cuadernitos comisariados por artistas locales (consagrados, como John Baldessari o Raymond Pettibone). Los protagonistas de la publicidad son puro star system angelino (Courtney Love, Joni Mitchell). La inspiración de sus colecciones, y muchos de sus modelos, pertenecen a ignotas bandas de rock de la ciudad. Su último gran show, el pasado febrero en la sala de conciertos Palladium, fue su fiesta de despedida oficiosa (ya entonces se sabía que el diseñador todavía no había llegado a un acuerdo con Kering para renovar su contrato), pero sobre todo fue un homenaje al lugar donde vive desde 2007, donde decidió ejercer de catalizador cultural igual que hizo hace quince años en Londres y Berlín.

Es irónico que este impulso por sacar talento a la luz y salvaguardar la autenticidad de la música y el arte esté enmarcado en una estrategia de marketing. Pero es justo decir que, si el papel de Saint Laurent en esta vida es el de inmortalizar el momento, y el de la moda de hoy es el de servir de laboratorio de i+D para oficinas de desarrollo de producto, Hedi Slimane ha pintado un retrato de nuestra época más realista y afinado que cualquier obra de arte contemporáneo. Y no es derrotismo. Que toda persona con estilo y varios miles de euros en el banco entre a las tiendas de la maison para gastárselos como un niño en una pastelería no es culpa de frígidos estudios de mercado, sino de algo mucho más esperanzador: esa bendita socarronería. 

Convertióa Courtney Love en su musa​

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Ella es punk, rock, grunge y todo lo que la eches. El mejor modelo a seguir para las aprendices de rebelde que pueblan Instagram.

Inspiró el vestuario de American Horror Story (Coven)

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Un buen ejemplo de que si tienes una puesta en escena eclipsante, sobra el argumento. Además de enfudarse imposibles stilettos de Prada, estas brujas salidas de Fuera de Onda fusilaron enterita la primera colección del diseñador parisino para Saint Laurent Paris. Pamelas, lazadas infinitas, negro a tutiplén y chorreras de corsaria 
se convirtieron en tendencia callejera gracias a ellas.

Fichó las gafas blancas de Kurt Cobain

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Que vale que copia hasta la saciedad, pero hay que reconocer que lo que imita, está bien elegido y ejecutado. Pelo color moco, gafas blancas, mezcla de flores con tartán... No imaginamos la cara de Pinault al ver semejante orgía grrunge.

Su más sentido homenaje a las groupies

Sin Lori Madox o Sable Starr el rock no hubiera sido lo mismo.Juntó en una misma foto a Beck y Justin Bieber.

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Para recordar

> Slimane, de 47 años, inició su andadura en el mundo de la moda en Saint Laurent en 1997, cuando fue nombrado director de las colecciones masculinas de prêt-à-porter. 

> Después desembarcó en Dior, donde popularizó los cortes estrechos para hombre durante la década pasada. Intentó crear su propia firma, pero la iniciativa no llegó a buen puerto.

> En 2007, Slimane anunciaba su retirada del mundo de la moda. Pasó cinco años dedicándose a la fotografía

> Para su regreso por la puerta grande en 2012 como director de Saint Laurent, Pierre Bergé le dio un control total sobre la línea creativa y la imagen de la marca. 

> Cuatro años después, ha logrado duplicar los ingresos de la marca, que el año pasado se acercaron a los 1.000 millones de euros, modernizando su imagen y conectándola con un consumidor más joven. En el último trimestre de 2015, Saint Laurent registró un crecimiento del 37,4% respecto al año anterior.