Adiós al PRI, adiós al Moreirato

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Adiós al PRI, adiós al Moreirato

A todos los coahuilenses nos toca escoger: con el PRI para proteger a los Moreira, o contra el PRI para defender al Estado

En Coahuila, el PRI está secuestrado por una cúpula cerrada que se ha dedicado a hacer negocios, a someter o amedrentar a periodistas y opositores, y a consolidar el control de una familia sobre todo el territorio del Estado. En estos años de Moreirato, el líder de los Zetas se avecindó en Coahuila, el crimen impuso su ley y nos enseñó a vivir con miedo. En estos años de Moreirato, las finanzas del Estado fueron saqueadas, los programas sociales pervertidos para comprar conciencias, y las obras públicas administradas para esconder sobre-costos y negocios privados. El Congreso, el Tribunal Superior, la Auditoría Superior del Estado y varios partidos locales se convirtieron en peones de la familia que gobierna. La Procuraduría, la Contraloría y la Secretaría de Finanzas del Estado se dedicaron a esconder la evidencia, a entorpecer procesos y a legitimar a un régimen corrupto hasta sus más profundas entrañas. Hay miles de millones de pesos que entraron y salieron de las arcas del Gobierno cuyo destino jamás fue aclarado.

La megadeuda sigue creciendo, y el monto que hemos pagado solo de intereses es superior al costo de todas las obras realizadas durante el sexenio de Humberto Moreira. La “pluralidad” en el PRI de Coahuila se redujo a disputas temporales e intrascendentes entre los hermanos Moreira, que nunca pusieron en duda el pacto de impunidad que los une. En el camino, decenas de funcionarios locales y sus socios terminaron con millonarias cuentas bancarias y propiedades en el extranjero, con empresas “fantasma”, con notarías y con medios de comunicación a sus nombres.

Por todo lo anterior, hace mucho tiempo dejé de sentirme representado por ese partido. A través de mis columnas en VANGUARDIA y en El Siglo de Torreón hice pública mi preocupación y mi denuncia, pero nunca di el paso de renunciar al PRI. Hace más de una década fui Consejero Político Nacional y funcionario de un Gobierno emanado de ese partido. Sé que en las filas del PRI hay gente honorable, que quiere hacer las cosas bien. Por ello siempre mantuve una esperanza, quizás ingenua, de que muchos priístas concluirían eventualmente que la disciplina no puede sustituir a los principios, y que pintarían su raya.

Lamentablemente, los liderazgos que pudieron encabezar una corriente crítica local al interior del partido fueron cooptados o sometidos. Quienes pudieron ejercer influencia sobre la dirigencia nacional, o sobre el propio Presidente de la República, escogieron callar o no fueron escuchados. Hoy me queda claro que la dirigencia nacional del PRI ha decidido jugársela con los Moreira hasta el final. Como resultado, el mismo grupo que saqueó al Estado conduce un proceso desigual e inequitativo, diseñado para coronar al candidato que representa la continuidad del Moreirato. La decisión del partido a nivel nacional deja a la militancia con una sola alternativa: la complicidad o el rompimiento.

Celebro la decisión de Javier Guerrero de renunciar al PRI. Me parece un acto de congruencia y valentía, que otros precandidatos y militantes del partido deberían considerar con seriedad. ¿Cómo seguir en el PRI cuando es abundantemente claro que en Coahuila el PRI protege a los corruptos? La elección del próximo año es demasiado importante para tolerar medias tintas. Apoyamos a los Moreira o queremos que se vayan. Celebramos la impunidad o exigimos rendición de cuentas. Queremos más de lo mismo o decimos basta.  Nos congratulamos o nos avergonzamos de los últimos 12 años. La circunstancia de la próxima elección de Gobernador obliga a todos los coahuilenses a escoger bando: con el PRI para proteger a los Moreira, o contra el PRI para defender al Estado.

Hoy renuncio al PRI porque no creo que sea posible un cambio desde adentro, porque me avergüenza el pragmatismo pusilánime de muchos de los liderazgos en el partido, y porque creo que el Estado no aguanta seis años más de Moreirato. Dos sexenios han sido suficientes para socavar nuestras instituciones, para devastar nuestras finanzas y para ensuciar nuestra historia. Es tiempo de unir fuerzas para reconstruir Coahuila, para empezar de nuevo, para recuperar la confianza en nuestros gobernantes. Necesitamos perder el miedo. Somos más los que queremos limpiar la casa, los que exigimos sacar la basura y cambiar al personal. Si somos ciudadanos libres, si somos dueños de nuestro propio destino, y si de verdad amamos a Coahuila, ya es tiempo de rebelarnos.

@oneflores