Acuerdo de paz en Colombia
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Acuerdo de paz en Colombia
En la guerra no hay sutilezas: Hay sangre derramada, violaciones, crímenes. No importa cuál sea el nombre de las agrupaciones, frentes o plataformas, en las que se conjunten personas con armas para defender la causa que sea, todas representan una posibilidad para la guerra.
Me sorprendió que en México los medios de comunicación no le dieran más relevancia a la firma de la paz entre las FARC de Colombia y el gobierno colombiano.
Mientras que en el resto de los países de Latinoamérica se festeja este acontecimiento y se califica el hecho como “Paz en la Patria Grande” en nuestro país parecemos lejanos a ese sentimiento, ¿será porque de pronto olvidamos que somos parte de Latinoamérica?
Entre 1808 y 1832, la mayor parte de las colonias españolas en América lograron su independencia lo que representó un efecto dominó. Había una realidad que compartían los nuevos países: Había una confraternidad más allá de las fronteras geográficas.
El conflicto guerrillero en Colombia duró más de medio siglo. Las estadísticas resultantes de la confrontación de las FARC y el gobierno colombiano son un mal ejemplo de intolerancia para el mundo. Este vergonzoso conflicto provocó la muerte de 220 mil personas, el desplazamiento de 6.75 millones y la desaparición de 45 mil, aunque hay quien asegura que las víctimas de este antagonismo ascienden casi a los ocho millones de personas.
Latinoamérica tuvo la fortuna de que no se exportara esta guerra latente en Colombia a otras naciones de la región. No olvidemos que la Primera Guerra Mundial se desató por un solo crimen y que hay países elevados a imperios que esperan cualquier pretexto para involucrarse en las guerras de otros porque los mueven intereses económicos, pero quien haya perdido a un ser querido ya sea por balas o porque lo desaparecieron, sabe muy bien que cualquier guerra significa un horror.
Las FARC se crearon en 1964 y con el tiempo se fueron fortaleciendo con actividades de narcotráfico, secuestro y prácticas terroristas en las que murieron civiles por lo que es una noticia trascendente el que se haya firmado en La Habana, Cuba, el cese al fuego bilateral y definitivo con la presencia Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas y de seis presidentes de países latinoamericanos incluyendo a Enrique Peña Nieto, a Michelle Bachelet de Chile y hasta a Nicolás Maduro de la agobiada Venezuela.
Distintos hombres se declararán los ganadores de este acuerdo de paz fechado el jueves 23 de junio, por un lado el Presidente de Colombia Juan Manuel Santos, y por otro lado Rodrigo Londoño, líder de la guerrilla. Sigue la tarea del desarme que se llevará a cabo durante un año. El arte se hará presente con las tres esculturas que pretende mandar hacer la ONU con el material fundido de las armas. Una será colocada en La Habana, otra en la sede internacional de Naciones Unidas y la tercera en algún lugar del territorio colombiano.
A los que abandonen las armas se les brindará seguridad. Habrá 23 zonas de concentración de las FARC en las que los guerrilleros entregarán armas “hechizas” y explosivos sesenta días luego de la firma a un comité de verificación internacional establecido por Naciones Unidas. Las armas de fabricación convencional las entregarán en un lapso de 180 días.
“Nos llegó la hora de ser un país en paz”, dijo Juan Manuel Santos. El cubano Raúl Castro presidente del país anfitrión del acuerdo intervino diciendo que la paz es un derecho fundamental. En general no creo en los políticos pero sé que la bella Colombia con su rica historia y sus sabores de cumbia y café, merece un mejor mañana. Amo ese país cuna de Gabriel García Márquez. Soy profesor invitado de la Universidad El Bosque en Bogotá y tengo grandes amigos colombianos.
Como latinoamericano estoy feliz del acuerdo de paz, aunque el fratricidio que representó esta guerra quedará en nuestra memoria como cinco décadas que no deben repetirse.