Acostumbrarse a que no pase nada…

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Acostumbrarse a que no pase nada…

La transparencia y la rendición de cuentas son dos derechos que los ciudadanos debemos exigir y a su vez son dos obligaciones que todo Estado que se precie de ser democrático, debe proveer sin mayor miramiento a sus gobernados.

Saber cuánto se recauda de los impuestos, en qué se gasta, las 3de3 de cada funcionario público, todo eso es fundamental para fortalecer a las instituciones y generar confianza en los ciudadanos. Pero, ¿qué pasa cuando, gracias a estas premisas de rendición de cuentas y de transparencia, se evidencian fraudes, componendas, transas, contubernios, dispendio del erario, etcétera? ¿Qué pasa cuando a todas luces el nepotismo, el favoritismo, las licitaciones a modo, son la cotidianidad en un Gobierno municipal, estatal o federal, en cualquier poder de nuestra unión republicana?

Si no pasa nada, de nada tampoco servirán la transparencia ni la rendición de cuentas… ¿cuál es entonces su sentido?, ¿a qué responde la necesidad de enterarnos en qué y cómo se gastan el dinero de los impuestos de los mexicanos?

Que no pase nada es contraproducente a todo intento por generar confianza, es contraproducente para las más valiosas y fundamentales herramientas y premisas democráticas.

No podemos deslindar ambos conceptos del tema de la justicia, que pase algo es condición necesaria para generar confianza, para desarrollar un sentido de probidad pública que, aunque parezca increíble, es precisamente lo que menos se piensa.

Hemos llegado a tal nivel de ausencia de efectos sobre actos evidentes de corrupción y de impunidad (en autoridades y ciudadanos de todo tipo) que lo que surge necesariamente es la desfachatez o cinismo de los antiguos griegos.

Lo que ocurre con la delincuencia, en cualquiera de sus modalidades, es lo mismo que ocurre con la impunidad y la corrupción de las autoridades asociadas a ellas. Muchos primodelincuentes hubieran dejado de serlo si a la primera se les hubiera puesto un límite, pero no, sucede que no pasó nada, y fueron en aumento el grado y la maldad de sus delitos. Si como funcionario público no pasa nada por darle el cargo a un familiar o amigo; si no pasa nada por meter la mano en una licitación para favorecer a conocidos o sacar una tajada de dicho contrato; si acepto algunos beneficios para poder liberar a un delincuente, haciéndome de la vista gorda de evidencias de culpabilidad e interpreto la ley a modo… ¿cómo esperamos que los ciudadanos confiemos en las autoridades?

Porque la transa del que avanza se da en todas las esferas de la vida, pública y privada… aquel famoso dicho de “un político pobre es un pobre político”, dicha por un político nada pobre, forma parte de ese cinismo.

Pero la corrupción y la impunidad no sólo se asocian con el dinero, sino con compadrazgos, nepotismo, privilegios a criminales en prisiones, omisiones, silencios ante abusos de poder, la ineptitud y/o incapacidad también cae en esa irresponsabilidad pública.

Hasta que no pase algo en nuestro país, la inseguridad y la injusticia no cesarán. Podremos tener paliativos, podremos tener mejoras, que las hay en muchos lugares, pero las verdaderas soluciones de fondo responden al flagelo más sutil y arraigado que es la erradicación de la impunidad.

Hagamos que pase algo, dando un paso más de lo que naturalmente podríamos hacer… si sólo nos conformamos con el esfuerzo que supondría un país con Estado de Derecho y democrático, no avanzaremos nada, simplemente porque no lo somos aún.

Atrevámonos a dar ese plus que nos haga salir de nuestra zona de confort, tan sólo un poco, porque de otra manera, nada cambiará y a quienes les conviene que las cosas sigan como están, eso les beneficia a plenitud.
Es por eso que desde México SOS, saludo con gusto la creación de Impunidad Cero que preside mi amigo Federico Reyes Heroles y la iniciativa Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, presidida por Claudio X González, en la cual tengo el honor de participar.

Soy de los ciudadanos que se rehúsa terminantemente a hacer de la impunidad nuestra cotidianidad, a que la rendición de cuentas y la transparencia sean sólo un mecanismo que transparente la transa y genere mayor encono y división en nuestro país por la falta de castigo o consecuencia.

México y la mayoría de los mexicanos que buscan la paz y somos más, lo merecemos.