Patricia era activa en Twitter y su amigo Andrés hizo un screenshot con su número, donde le reclamaba que no había respondido a seis llamadas suyas. Esa imagen se convirtió en un tweet público.

En la foto aparecía su número celular y un desconocido, aparentemente de Monterrey, inició conversación con Patricia: “Hola, ¿Cómo estás? Soy Jorge de Twit- ter”.

Al principio, las cosas eran muy amables hasta que el desconocido invitó a Patricia a salir, ella se negó y continuaron las propuestas, ahora era para tener sexo. Tuvo que bloquearlo.

En vez de que terminara el acoso, él le mandaba mensajes de otro número y le recriminaba a Patricia por no hacerle caso; ella debía contestarle inmediatamente.

El 31 de diciembre, Patricia terminó con su novio y escribió un tweet relacionado al tema. El desconocido de Monterrey volvió a manifestarse para reclamarle que ahora debía hacerle caso. Era un alto ejecutivo, ganaba 90 mil pesos mensuales y podría conseguir a la chica que quisiera, incluso a ella.

Patricia dijo que no le impresionaba, es abogada y gana buen dinero. Él empezó a insultarla: “Tú le das las nalgas a cualquiera, lo que yo te ofrezco no te lo ofrece nadie, te voy a pagar por tus nalgas”.

Tuvo que bloquear el número, pero volvieron los mensajes de otro número.

Dos meses pasaron con mensajes insistentes hasta que Julio, un amigo de Patricia, supo del tema y arregló el asunto.

“Si vuelves a molestar a Patricia, te voy a dar la golpiza de tu vida”, fue el pie de foto con una imagen de una persona con una pistola, la que mandó al desconocido.

Él ya no volvió a molestarla y ahora Patricia mantiene otra relación.