Acapulco en paz

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Acapulco en paz

Acapulco, y en general el estado de Guerrero, se perciben con paz y tranquilidad, bueno las percibe, no hablemos en plural, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Lo dice un día después de que el edil de Acapulco, Evodio Velázquez solicitara ayuda federal para esclarecer el asesinato del director de Recursos Humanos municipal, Luis Andrés Lara García – la lista de funcionarios del municipio asesinados en 2015 llegó a 12-. Sus palabras exactas fueron “"Las cosas en las condiciones en materia turística, en materia de seguridad se ha podido lograr mantener en la tranquilidad que se requiere [...] A pesar de que en algunos medios pareciera que distan mucho de nuestras cifras, en estos períodos vacacionales ha habido una afluencia muy importante", lo dijo ante empresarios del estado, he ahí la percepción de paz, de “tranquilidad que se requiere”.

Pero no es en las declaraciones, ni siquiera en las estrategias de seguridad o en el presupuesto asignado para combatir el crimen que se percibe un guerrero violento, el verdadero termómetro del miedo se da en la dinámica de vida. El periodista Jacob Morales Antonio escribía hace un par de días una aterradora crónica del miedo en los planteles de preescolar, primaria y secundaria de la ciudad de Acapulco, en su crónica señalaba que maestros de diez escuelas suspendieron clases y adelantaron las vacaciones por miedo a ser extorsionados por delincuentes, que solicitan parte de su aguinaldo a los trabajadores de la Secretaría de Educación Guerrero.

Aunque a nivel nacional las vacaciones decembrinas inician el 22 de diciembre y terminan el 6 de enero de 2016, en Acapulco suspendieron clases desde el martes 24 de noviembre, la razón, “falta de garantías de seguridad”. No fue una reacción de padres de familia, fueron las propias autoridades educativas las que tiraron la toalla, un mes menos de clase vale más que la vida de un menor, un razonamiento lógico y de una ciudad en vilo.

La tranquilidad está tan lejos en Acapulco, no es noticia nueva, pero es la manera en la que el crimen organizado recibe al nuevo gobernador, Héctor Astudillo, es un golpe sobre la mesa de una situación que adjetiva las declaraciones del Secretario de Gobernación como ridículas, creía que el gobierno federal había alcanzado la etapa uno para resolver un problema, la aceptación, pero al parecer no.

“Acapulco en paz” así se titula esta columna con la única finalidad de que usted lector ante el asombro y la inaudita afirmación se topara con estas líneas, que reafirman una ciudad perdida, intranquila y alejada del gobierno federal.Acapulco, y en general el estado de Guerrero, se perciben con paz y tranquilidad, bueno las percibe, no hablemos en plural, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Lo dice un día después de que el edil de Acapulco, Evodio Velázquez solicitara ayuda federal para esclarecer el asesinato del director de Recursos Humanos municipal, Luis Andrés Lara García – la lista de funcionarios del municipio asesinados en 2015 llegó a 12-. Sus palabras exactas fueron “"Las cosas en las condiciones en materia turística, en materia de seguridad se ha podido lograr mantener en la tranquilidad que se requiere [...] A pesar de que en algunos medios pareciera que distan mucho de nuestras cifras, en estos períodos vacacionales ha habido una afluencia muy importante", lo dijo ante empresarios del estado, he ahí la percepción de paz, de “tranquilidad que se requiere”.

Pero no es en las declaraciones, ni siquiera en las estrategias de seguridad o en el presupuesto asignado para combatir el crimen que se percibe un guerrero violento, el verdadero termómetro del miedo se da en la dinámica de vida. El periodista Jacob Morales Antonio escribía hace un par de días una aterradora crónica del miedo en los planteles de preescolar, primaria y secundaria de la ciudad de Acapulco, en su crónica señalaba que maestros de diez escuelas suspendieron clases y adelantaron las vacaciones por miedo a ser extorsionados por delincuentes, que solicitan parte de su aguinaldo a los trabajadores de la Secretaría de Educación Guerrero.

Aunque a nivel nacional las vacaciones decembrinas inician el 22 de diciembre y terminan el 6 de enero de 2016, en Acapulco suspendieron clases desde el martes 24 de noviembre, la razón, “falta de garantías de seguridad”. No fue una reacción de padres de familia, fueron las propias autoridades educativas las que tiraron la toalla, un mes menos de clase vale más que la vida de un menor, un razonamiento lógico y de una ciudad en vilo.

La tranquilidad está tan lejos en Acapulco, no es noticia nueva, pero es la manera en la que el crimen organizado recibe al nuevo gobernador, Héctor Astudillo, es un golpe sobre la mesa de una situación que adjetiva las declaraciones del Secretario de Gobernación como ridículas, creía que el gobierno federal había alcanzado la etapa uno para resolver un problema, la aceptación, pero al parecer no.

“Acapulco en paz” así se titula esta columna con la única finalidad de que usted lector ante el asombro y la inaudita afirmación se topara con estas líneas, que reafirman una ciudad perdida, intranquila y alejada del gobierno federal.