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Acapulco: El puerto intenta dejar atrás la violencia
Guerrero. En Acapulco es de noche, aún es de noche. Por más que durante el día brille el sol con desmesura e inunde la bahía de luz blanca, todavía está oscuro. El año pasado hubo 903 homicidios en la ciudad, 104 por cada 100 mil habitantes. Un porcentaje por encima de cualquier otra ciudad de México. Dicho de otra manera: si Acapulco fuera una ostra, estaría tan llena de problemas que apenas se podría ver la perla.
En el malecón se anuncian cócteles al 2x1 y ruidosas fiestas de música banda. Los turistas toman el sol en las tumbonas situadas en primera línea. Por la arena, totalmente fuera de contexto, patrullan militares con el fusil en la mano.
Los locales se acostumbraron a la presencia de los soldados. Los de fuera menos. Una familia de la República Checa observa el desfile de soldados desde la terraza de un restaurante: “¡Wauu!”. ¿Saben ellos qué pinta este escuadrón aquí? “Es por el ISIS, ¿no?”.
Hace semanas un vendedor ambulante de ropa caminaba por la orilla cuando un sicario lo ejecutó, a la vista de todo el mundo. Como si un guionista de GoldenEye hubiera ideado lo que iba a pasar a continuación, el asesino huyó acelerando una moto acuática que desapareció entre las olas.
Sin embargo, la muerte no espanta al lujo. A las once de la mañana, vestido con una camisa de flores, el pecho barnizado de sol y chupando un vaporizador de agua con sabor a tabaco, el empresario inmobiliario Ron Scala recibe a la entrada de su mansión.
Neoyorquino de origen napolitano, Scala le compró la casa a Julio Iglesias y la rehabilitó. De 72 años, asiduo a la ciudad desde los sesenta, es un enamorado del lugar. “Ya hemos tocado fondo. No vamos a estar peor. Si alguien tiene los huevos de invertir ahora en Acapulco, le saldrá bien”.
El empresario vive en su mansión con su esposa Roxanne –“The Señora”, la presenta– durante el invierno estadounidense y el resto del año la renta. La casa, que bautizó como Villa Scala, está en el mismo condominio que el hotel Villa Vera, por el que pasaron en los años dorados de Acapulco figurones como John Wayne o Liz Taylor.
El plan de Scala es seguir comprando y vendiendo, haciendo negocio. “Esta casa”, dice sobre su querida Villa Scala, “la vendo por cinco millones de dólares”. Opina que los extranjeros no deberían tener miedo a meter dinero en Acapulco. “Los americanos tienen una idea de esto mucho peor de lo que es”.
Scala, cuenta con una cocina con cúpula replicada de un convento de monjas, con una piscina con cascada, un jacuzzi con ideogramas chinos, una tabla de masaje forrada en piel y con maderas de Indonesia y “cien buganvillas” en el jardín, considera que la zona turística es segura. Los muertos están “out of the village”, dice. Fuera la ciudad.
Ve pánico con palmeras
Donde Scala ve una burbuja blindada, el empresario Henri Donnadieu ve el pánico con palmeras. “La gente nice se está atrincherando en la zona de Acapulco Diamante”, dice. “Tengo un amigo que dice que va del aeropuerto a su departamento y del departamento al aeropuerto”. Este bon vivant de 73 años vivió también los tiempos en los que las fiestas de la jet set se enlazaban un día tras otro.
“Acapulco siempre ha tenido épocas altas y bajas, volverá a su gloria en un cuatro o cinco años”, dice Ron Lavender, un viejo gurú de los bienes raíces en Acapulco , con perspectiva, un hombre que nació hace 89 años en Iowa durante la Gran Depresión.
En la parte trasera de los taxis cuelga un cartel: “Habla bien de Acapulco”. La campaña la comanda Erick de Santiago, empresario capitalino que llegó a la costa hace ocho años a gestionar una discoteca.
Después se vino la violencia. Él no huyó y resiste contra viento y marea. Administra un bar a pie de playa, con una extraña carta que mezclan paella y pozole. “Hay muchas cosas buenas que decir de Acapulco, más que malas. Esto pasará”, dice.
‘La Violencia es algo grave’
El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, reconoció que le preocupa la violencia que existe en el puerto de Acapulco a causa de la delincuencia organizada, esto por los asesinatos que se han registrado sobre la franja turística en las últimas semanas.
Calificó como asunto “muy grave” la violencia en el puerto, pero dijo que están trabajando en coordinación con la federación para atacar el problema.
“Lo que está pasando es que hay una delincuencia en Acapulco, no solamente de preocupar sino de ocupar, es un asunto muy grave”, dijo.
Como parte de esas acciones, Astudillo Flores mencionó la detención de cinco presuntos delincuentes relacionados con múltiples hechos de violencia en Acapulco, y quienes fueron presentados este jueves por mandos de la Policía Federal y de Gendarmería.
“También detuvieron a varios delincuentes en Acapulco de lo que se dio cuenta hoy la Policía Federal. He solicitado información respecto y vamos a intervenir de manera inmediata junto con la Policía Federal”, recalcó.
Grietas del edén
Los hoteles no pasan de media de un 40% de ocupación, según la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas.
La infraestructura antigua no se renueva desde los setenta y la Secretaría de Turismo federal calcula que para ponerla a punto hacen falta más de 300 millones de dólares.
Los precios del mercado inmobiliario se han desplomado un 25%, según Ron Lavender, un viejo gurú de los bienes raíces en Acapulco que, pese a todo, hace un matiz.