Abusos sexuales, mapuches y polémicos costos complican viaje papal a Sudamérica

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Abusos sexuales, mapuches y polémicos costos complican viaje papal a Sudamérica

El papa Francisco sube a bordo de un avión en el aeropuerto Fiumicino en Roma, Italia. Foto: EFE
La noticia sobre los atentados incendiarios contra seis iglesias en diversas localidades chilenas puso en alerta a las fuerzas de seguridad, pero no afectó la agenda del Vaticano.
Hemos tenido problemas serios de abusos que no sólo se han publicado, el periodismo te busca y te revuelca, eso ha generado una desconfianza en la Iglesia"...
Fernando Montes, sacerdote

La credibilidad de la Iglesia católica golpeada por diversos casos de abusos sexuales contra menores, las polémicas por el costo del viaje papal y el conflicto indígena con el pueblo mapuche hacen de la visita de Francisco a Sudamérica quizás la más difícil de su pontificado.

“Es un viaje difícil, lo sé”, confesó realista el propio Papa en los últimos días a una persona allegada que recibió en la intimidad de su residencia vaticana, la Casa Santa Marta. No obstante, se mostró sereno por el bueno resultado en la gira, que iniciará este lunes con el aterrizaje en Santiago de Chile.  

La noticia sobre los atentados incendiarios contra seis iglesias en diversas localidades chilenas puso en alerta a las fuerzas de seguridad, pero no afectó la agenda del Vaticano. Una virulencia en las protestas que parece estar motivada por los emblemáticos casos de abusos sexuales contra menores de parte de sacerdotes y religiosos en ese país.  

“Hemos tenido problemas serios de abusos que no sólo se han publicado, el periodismo te busca y te revuelca, eso ha generado una desconfianza en la Iglesia. No sólo los políticos y las instituciones perdieron credibilidad en los últimos años”, explicó a Notimex Fernando Montes, sacerdote y amigo de vieja data del Papa.  

“Por esto la misma Iglesia es hoy, dentro de América Latina, la menos prestigiada”, aseguró quien fuese provincial de la Compañía de Jesús en Chile y rector de la Universidad Alberto Hurtado.  

Se refirió al caso de Fernando Karadima, un poderoso sacerdote, párroco de una tradicional iglesia de un barrio acomodado en Santiago, formador de vocaciones y promotor de obispos cuya obra, que incluía una asociación pía, se derrumbó cuando se conoció que abusó de jóvenes bajo su cuidado. 

El papa Francisco charla con periodistas a bordo del vuelo hacia Chile. Foto: EFE

“Esto fue para la Iglesia una bomba, porque seguramente no respondió con la rapidez y la fuerza que se requería, por eso el caso es emblemático. Tenemos el problema de un obispo salido de ese grupo que fue nombrado en Osorno y la diócesis se resistió”, precisó Montes, anticipando las perspectivas del viaje.  

“Este tema lo tenemos muy metido dentro, en el país hay mucha sensibilidad y se sigue pidiendo su renuncia”, añadió.  

Se refirió así al caso de Juan Barros Madrid, acusado de ser cómplice de Karadima. La polémica en torno a su persona se recrudeció en estos días tras la publicación en la prensa de una carta reservada en la cual el Papa reconocía que su designación en Osorno (del 10 de enero de 2015) podía causar problemas.  

Finalmente, Francisco decidió mantener el nombramiento y un grupo de laicos de esa pequeña diócesis del sur del país creó un movimiento de resistencia. Sus protestas se mantienen e incluso organizaron manifestaciones en diversos puntos durante la visita.  

Pero el Vaticano no se mostró preocupado. “Es interesante cuando se dan estas polémicas antes de los viajes, como cuando Benedicto XVI visitó Inglaterra y estuvo precedido por muchas discusiones”, aclaró Greg Burke, director de la sala de prensa de la Santa Sede.

“Después hubo protestas muy pequeñas, pero se notó que la gente en los actos fue porque amaba al Papa o, al menos, fueron con respeto a escuchar. Después cada quien es libre de hacer lo que quiera, máximo respeto a eso, pero no estamos preocupados”, insistió.

Consideró improbable que el Papa se reúna con los disidentes de Osorno. Y sobre la posibilidad de que reciba a víctimas de abusos sexuales precisó: “No está en el programa, pero eso no quiere decir que sea imposible. Es claramente un tema importante cuando estemos allá, dicho eso los encuentros mejores son los encuentros privados, muy privados”.

El otro aspecto de dificultad corresponde al conflicto de los pueblos originarios. Francisco decidió viajar a Temuco, en el corazón de la Araucanía. Es territorio mapuche, un pueblo que reivindica autonomía, tierras y libertad productiva. En ese lugar, el pontífice almorzará con 11 representantes indígenas, ocho de ellos mapuches.

Montes recordó que se trata de un pueblo nómada que ni el imperio Inca pudo conquistar y que incluso España llegó a reconocer como soberano, estableciendo un territorio autónomo en una franja ubicada entre el río Bio Bio y el Tolten.

Pero después de la independencia, siguió, Chile quiso conquistar esas tierras para crear un Estado con un sentido liberal y de matriz europea. Para lograrlo “arrasó con la cultura, con el lenguaje y aplastó a los mapuches”.

“Generó unidad aplastando y lo estamos pagando ahora. El problema que tenemos es ver cómo los incorporamos. El pueblo mapuche siempre ha sido disperso, hoy existen algunos núcleos violentos pero la enorme mayoría no lo es”, dijo.

“Es peligroso decir que cuando se quema una iglesia es el pueblo mapuche el que la quemó porque no es así, son algunos grupos. Hay que ver cómo aprendemos a dialogar, cómo sentarnos y ese es uno de los desafíos de la visita del Papa”, apuntó.

En otro orden de ideas, los costos económicos de la visita alimentaron la polémica y generaron un incendiario debate mediático. Una discusión llegó hasta oídos del mismo Papa, quien incluso llegó a pedir expresamente a sus colaboradores más cercanos trabajar en la moderación de los gastos.

Pero la explicación oficial del gobierno chileno es que el 82 por ciento de los recursos invertidos por el Estado son imposibles de modificar, porque se trata de insumos necesarios para asegurar la realización de la visita.

Según reseñó Benito Baranda, coordinador de la visita por parte del Estado, jamás Chile había tenido un evento tan masivo. Sólo comparable con las visitas de la reina Isabel II, de Fidel Castro y de Juan Pablo II.
 
“Para ser transparentes contabilizamos todos los costos, incluso la movilización de las fuerzas de seguridad, algo que por ejemplo Colombia no incluyó en las cifras públicas”, indicó, también en declaraciones a esta agencia de noticias.

Entre las inversiones incluidas en el presupuesto destaca el reforzamiento a numerosos pasos fronterizos con Argentina, desde donde se generó un verdadero éxodo de fieles que coincidió con un tiempo ya de por sí propio de turismo trasnacional.

“Todo eso hace que el Estado en Chile tenga que invertir muchos recursos. Todo eso ha sido valorizado y se transparenta. Desde el punto de vista económico no es un problema, es más bien una oportunidad, aunque hay cierta dificultad mediática para explicarlo”, consideró.

Baranda también se refirió a los desafíos y dificultades que afronta la Iglesia chilena. “La confianza de la Iglesia en nuestro país históricamente llegó al 70 por ciento, incluso tuvo picos del 80 por ciento, pero fue descendiendo en los últimos años bruscamente hasta el 40 por ciento, incluso por debajo de la confianza que tiene en Uruguay, el país más laico de la región. La confianza es menor del número de quienes se declaran católicos”, reconoció.

“Reconstruir la confianza resulta muy difícil, pero este trabajo recibirá un espaldarazo con la visita del Papa, por cómo habla y los mensajes que entrega. Va a ayudar mucho a Chile, por su franqueza y por cómo te invita a mirarte a ti mismo, sin apuntar a otros con el dedo y te preguntes qué estás haciendo tú por cambiar las cosas. Eso baja la actitud de estar siempre criticando, mirando a los demás, sino decir: esto pasó, lo debemos sancionar, pero tenemos que construir un país más justo”, apuntó.

Las actividades del Papa en Sudamérica continuarán hasta el próximo domingo 21 de enero, con recorridos por Santiago, Temuco e Iquique, en Chile; Lima, Puerto Maldonado y Trujillo, en Perú.