Usted está aquí
7 de junio de 2021
Recuerdo que, en la campaña presidencial del año 2000, Fox presentó una propaganda titulada “3 de Julio” en la que se mostraban imágenes de un campo arbolado en un día de radiante sol y con un grupo de niños y jóvenes blandiendo unas banderas simulando la libertad, la justicia, etcétera.
Imagino hoy la imagen del 7 de junio de este año, el día después a la elección más importante de los últimos tiempos, en un ambiente de odio, divisionismo, revancha, oportunismo, agandalle, interferencia directa del aparato de gobierno en las campañas políticas al Congreso y las gubernaturas que se juegan el pellejo por parte de los defensores de la 4T y su principal patrimonio en decadencia, el presidente López Obrador y los titulares de ese día en la prensa: “Nos hicieron fraude como siempre”, lo raro es que ese era el mensaje preferido de la oposición, no del gobierno en turno, pero bueno, al tiempo.
Hoy la consigna refiere que es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada, y en ese contexto el discurso político se basa en el interés personal, en la lucha individual de incrementar las mieses o el de llegar a tener.
El sueño de Mirabeau, de un gobierno basado en la virtud, es una simple utopía en estos tiempos del arrase, en los que no hay respeto por ningún valor y la medida del gobierno es hacerlo a través del mando y buscando siempre la impunidad como válvula de escape.
La muestra de Coahuila es el ejemplo perfecto de esta fórmula de la simulación y la más descarada impunidad ante el magnánimo saqueo.
Se ha hablado de la nueva especie surgida de la docena trágica de esta tierra, los zombis coahuiltecus, que se convierten en las pléyades electorales y las hordas en el día de la votación.
Sin embargo, no le será suficiente en esta ocasión en la que la ciudadanía votará por los alcaldes y, ante la desfachatez de algunos y el saqueo impune de los otros, se marcará una diferencia fundamental en el momento de la decisión.
Hablaba de la norma del interés como valor fundamental de los políticos que aspiran, y de la muestra basta un botón con los dos candidatos punteros en Saltillo, votar por ellos y elegirlos será la vía autentificada para que accedan a incrementar su patrimonio a través del deporte favorito que ejercen desde hace años en la compra de inmuebles, algunos a precios irrisorios.
La historia de la ciudad tiene larga cuenta de esas “panzas aventureras” que aprovecharon sus puestos a fin de incrementar las ganancias de sus negocios o de sus patrimonios inmuebles.
Viene a mi mente una caricatura del maestro Mendoza; cuando entregaba la alcaldía Malalo a Carlos de la Peña, al fondo de la caricatura había un camión de Contrissa saliendo y uno de concretos de Coahuila entrando, y así fue.
En la historia reciente, el profe Bailarín con sus residencias suntuosas y con gusto de nuevo rico en Lomas de Lourdes, o el Jericó que se apropió de cuanto terreno aledaño al Colosio existiera, amén de la renta de inmuebles al Gobierno municipal y estatal.
La cosa es sencilla y consiste en el seguimiento del DeclaraNet de los candidatos en relación con los últimos años de sus encargos, ahí está la clave.
La decadencia en la selección de candidatos es notoria y mucho mayor es la ausencia de un plan de gobierno que se base en las graves carencias que tiene, por ejemplo, la ciudad: agua potable, sustentabilidad, seguridad pública, desarrollo económico y turístico y, lo más importante, un manejo honesto de los dineros públicos.
Uno de los candidatos se dedicó a alabar la obra de Riquelme y Manolito el primero, ¿pos será la macabra?, enviando el mensaje de sometimiento y devoción al exdictador coahuilense de triste memoria y fatal destino. Demócrito fue más directo: “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla”. ¡Haya cosa!
Lejanos, y tal vez nunca vistos, serán los tiempos en que la honestidad, la justicia, la verdad y la ética sean las fuentes de inspiración y la base del desempeño del político de este siglo, algo se echó a perder hace tiempo y no nos atrevimos a detenerlo con el poder del voto. Hoy día vamos tarde.
De cualquier manera, vote, para poder tener derecho a escupirle a los corruptos, para que este País moldee su futuro, pero hágalo cuidándose de no infectarse, no tanto de COVID-19, sino de la terrible modorra, o aténgase a las consecuencias.