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42% de muertos por COVID-19 en México eran el sustento de su familia
Rolando tenía 30 años, era ingeniero en sistemas computacionales y estaba sano, sin ninguna enfermedad crónica. También era el sustento de su esposa y dos hijos, quienes desde su muerte el 11 de junio por COVID buscan opciones para obtener ingresos y salir adelante.
La empresa donde trabajaba Rolando no le dio a su viuda más que un finiquito y la hizo firmar un acta donde no catalogan la muerte como riesgo de trabajo. También le jugaron mal con su inscripción al IMSS, pues no cotizaba lo correspondiente a su sueldo, sino el salario mínimo, así que la pensión que recibirá su esposa será mucho menor a la que le correspondería por el ingreso real que él tenía.
Como la de Rolando, muchas familias en México han perdido a quien era su sustento, o uno de ellos, por COVID-19. El 42.42% de los fallecidos – hasta el 25 de julio – tenía entre 18 y 59 años, estaban en plena edad productiva, según un análisis de la base de datos de la Secretaría de Salud federal.
El 29.05% eran hombres y el 13.37% mujeres que como padres, madres, hijos y hermanos trabajaban y aportaban recursos a sus familias.
Si bien en México los adultos mayores representan el mayor porcentaje de muertos por el virus: 57.23%, superan al sector más joven de la sociedad solo por 14%. En España, de acuerdo con el diario El País, el 86% de los casi 30,000 muertos que dejó el virus tenía más de 70 años.
Enrique Carrillo de 55 años era agente de seguros, pero él mismo no contaba con un seguro de vida, ni seguridad social pues trabajaba por honorarios. Su familia lo ingresó al IMSS, fue atendido pero al no ser derechohabiente no obtendrá una pensión.
No supieron cómo se contagió, pues se dedicaba a hacer arreglos en su casa y salía solo al mercado a hacer compras. La última vez que Juan Carlos vio a su padre fue mientras preparaban el traslado de una clínica al hospital regional del Seguro Social. Ahí Enrique empeoró y tuvieron que intubarlo, así estuvo tres días hasta su muerte el 4 de junio.
En el hospital les dijeron que Enrique tenía diabetes, la comorbilidad más registrada entre los fallecidos; hasta el 25 de julio 3,834 hombres de entre 18 y 59 años que han muerto la padecían.
Luego vino la búsqueda de un crematorio que recibiera su cuerpo. Todos tenían listas de espera hasta de 4 días. En el panteón privado Jardines del Recuerdo pudieron realizarlo el mismo día.
La empresa no dio ningún apoyo funerario o para la familia tras la muerte de Enrique por COVID. Su madre se quedó sola y ahora él y sus dos hermanos se hacen cargo de ella. “Negocios son negocios pero no hubo un apoyo de la empresa. Él trabajó en AXA seguros y en SURA, entonces pues no, no hubo apoyo en ese sentido”, cuenta su hijo Juan Carlos.
Lo único que la empresa les dio fue la cartera de clientes que tenía su padre para que ellos la administraran.
Luis F. Fernández, director ejecutivo de la organización Nosotrxs, explica que no todas las personas en México cuentan con un empleo con seguridad social que les garantice a ellos atención médica de contraer el virus y, si fallecen, dejar a sus familias una pensión.
De acuerdo con la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE), del INEGI, en abril se perdieron 2.1 millones de empleos formales y 10.4 millones de informales.
“Quiero que imaginemos esas 12.5 millones de personas que no tienen ingresos suficientes para poder alimentar a sus familias, primero no logran satisfacer necesidades básicas propias y por lo tanto tampoco las de sus familias”, añade.
Los trabajadores informales y sin seguridad social – como era el caso de Rolando – “no tiene posibilidad de acceder a una pensión o algún recurso adicional si mueren y por tanto sus familias se quedan desprotegidas si de ellos dependía el ingreso familiar”, dice Fernández.
De acuerdo con la encuesta sobre COVID y el mercado laboral (ECOVID-ML) el 30.4% de las 25.6 millones de viviendas registradas, al menos un integrante de la familia perdió su trabajo por la pandemia del COVID-19
También se reveló que en el 65% de las viviendas los ingresos disminuyeron, lo que equivale a 1 de cada 3 hogares.
“Esta situación va a generar contingencias relevantes en las familias en las que estas personas eran el sostén. Ahora hay más proveedores en las familias, sin embargo esto no resuelve, es menor la dependencia pero hay dependencia”, explica Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa.
La familia de Francisco y Claudia también sintió el golpe del COVID. Él tenía 43 años, era terapeuta. Tenía su propio consultorio para dar masajes y estaba especializándose en fisioterapia. Le gustaba trabajar por su cuenta, por eso montó su consultorio.
“Empezó con gripa, él pensó que era una gripa común, y pues después empezó a sentirse más mal, y tras 9 días empeoró. Cuando yo vi que no podía respirar bien fue que lo llevé al hospital. Y pues ahí pasaron solo 2 días hasta que falleció, el martes 2 de junio”, recuerda su esposa Claudia.
Ella no tuvo ninguna ayuda más que de sus familiares y compañeros de trabajo. No habrá pensión del IMSS. Ella sigue trabajando para mantener a su hijo de 12 años.
“Yo sigo con mi trabajo, pero ahora yo me tengo que hacer cargo de cosas de las que él se encargaba y ahora las cosas cambiaron muchísimo para mí y pues estamos tratando de poco a poco sobrellevarlo, de ir sanando poco a poco porque es muy difícil”, dice Claudia.
La pobreza que dejará el COVID... Lee la nota completa en Animal Político