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400 cráneos gigantes forman parte de una ofrenda monumental
Hay unos 400 cráneos enormes, de papel maché, pintados en blanco y negro, en la Plaza del Zócalo de la Ciudad de México. Como en los tiempos prehispánicos serán colgados en hileras para configurar unos muros de calaveras llamados tzompantli.
Los cráneos forman parte de una ofrenda monumental diseñada por el artista Felipe Ehrenberg para la tradicional festividad mexicana del Día de Muertos del 1 y 2 de noviembre, con apoyo de unos 200 artistas de las Fábricas de Artes y Oficios (Faros) de la ciudad.
"Esta es una ofrenda para reflexión, para ponderación, para remembrar", dijo Ehrenberg a dpa mientras daba a sus colaboradores las últimas indicaciones para el montaje, antes de la inauguración de la ofrenda este sábado por la noche.
Ehrenberg, de 72 años, quiso conmemorar a los muertos de ayer y de hoy con una instalación circular alrededor de la gigantesca bandera mexicana que ondea en la plaza junto a la Catedral, el Palacio Nacional y el ayuntamiento.
Por un lado puso cinco módulos con siete escalones con ofrendas para honrar a las víctimas de los terremotos que devastaron hace 30 años la capital mexicana. A unos pasos colocó los tzompantlis, que recuerdan a los muertos actuales de la violencia.
En las ofrendas hay maíz, caña de azúcar, pan de muerto (un pan dulce típico de estas fechas), palomitas de maíz, sal y ollas de mole para las almas de los difuntos, como marca la tradición. Un arco de flores anaranjadas y moradas corona los módulos. "Por ahí pasan las ánimas", explica Ehrenberg.
Los cuatro "muros" de cráneos están en un segundo círculo, acompañados por tapetes de aserrín coloreado. Fueron concebidos antes de que en agosto las autoridades anunciaran el hallazgo del "gran tzompantli" del imperio azteca, a pocos metros de la Plaza del Zócalo.
"Son lugares donde se colgaban los cráneos", señala Ehrenberg. "Estos tzompantlis emulan eso: se están colgando los cráneos de todos los mexicanos que han estado cayendo en la violencia de México hoy día", afirma.
Para el Día de Muertos, México se llena de adornos, velas y calaveras de azúcar. La mayoría de las veces las ofrendas están colmadas de color, y hay música y tequila junto a las tumbas para "convivir" con los difuntos.
"México, Bolivia, Japón: hay muchos pueblos no europeos que tienen un actitud muy diferente a la europea frente a la muerte", dice el artista.
Los pueblos indígenas colocan velas y pétalos de flores para guiar a las almas de los muertos hacia sus seres queridos. Su manera de recordarlos fue declarada en 2003 por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Y el festejo mexicano aparece, en versión para el cine, en la película más reciente de James Bond ("Spectre"), donde el agente 007, interpretado por el británico Daniel Craig, persigue al villano en medio de un desfile de esqueletos gigantes y calaveras con sombrero de gran dama.
Pero Ehrenberg ha querido que la sobriedad marcara su ofrenda, en un país todavía conmocionado por la desaparición de 43 estudiantes hace un año en el estado de Guerrero.
Salvo las flores y las alfombras de aserrín, "todo lo demás es bicromático: blanco y negro, porque México ya no está para medias tintas", señala.
"La obra es en sí una toma de posición, una actitud. A mí se me considera un artista de vanguardia y yo creo que una actitud ahorita de la mayor vanguardia es retomar las cosas más puntuales del pasado para poder construir otro tipo de futuro".
De noche, la obra estará "dramáticamente iluminada" y se proyectará sobre los cráneos una decoración cambiante, acompañada por "el sonido del silencio: gotas que caen, truenos en la distancia", explica el autor. "Hay momentos muy tranquilos y momentos muy nerviosos para marcar la zozobra que está viviendo México".
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