30 años de divulgación científica
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30 años de divulgación científica
Tengo algunas preguntas que he ido coleccionando a lo largo de mi vida. Son preguntas bobas, torpes, nada bien estructuradas. Son preguntas que las he escuchado en voz de niños, de adultos en charlas de mesa contigua; en la radio, en una película, en el transporte urbano; algunas de estas preguntas que voy hoy a deletrear son mías. Son preguntas, las respuestas en la mayoría de ellas no las tengo, soy franco y sincero. Insisto, he coleccionado las preguntas y los cuestionamientos solamente. No respuestas. Algún día le preguntaré a Internet(a) la respuesta de cada una de ellas. Imagino que en Internet están todas las respuestas.
Van algunas preguntas: ¿a dónde se va el calor del café cuando éste se enfría en mi taza? ¿Hay números que no existen y que podemos escribir, representar? La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, ¿por qué entonces no hay carreteras que unan ciudades, puntos y poblaciones de Veracruz a Colima? ¿El Polo Norte está en el Norte? (Es “El Principio de Incertidumbre” de Heisenberg). Nunca he ido, pero creo que está allí. Si yo creo que está allí, donde dice todo mundo que está, ¿es un acto de fe? Y si es un acto de fe que yo crea en Dios, ¿por qué muchos científicos y gente “seria” no creen en Dios y sí creen que el Polo Norte está en donde dicen que está… aunque nunca hayan ido a verificarlo? ¿Por qué no puedo beber mi Coca-Cola o agua parado de cabeza? ¿Es sólo por eso llamado gravedad o hay algo más?
Son sólo algunas preguntas a lo pendejo que tengo en mi escasa materia gris. Definitivamente, alguien ducho en la ciencia y que le gire la piedra, la sesera, naturalmente despachará con lujo de suficiencia y erudición. No es mi caso. Por ello, hoy hablo de un tema que siempre está ausente del vocabulario de los humanos –al menos en mi torpe caso–, la ciencia. Según escuché en estos días en la radio, una vez más el tipo inteligente al que entrevistaban dijo que los mexicanos leemos al año una media de 0.4 libros. Es decir, ni siquiera llegamos a leer medio libro al año. No he verificado el dato, pero lo creo. Mire usted la ignorancia que nos rodea –incluyéndome, claro– en todos los órdenes del quehacer cotidiano.
Ahora bien, si a este dato de miedo agregamos el plus de lo siguiente, la cosa está perdida. Conteste usted lector la pregunta: ¿cuál y cuándo fue la última ocasión que leyó usted un libro sobre ciencia, sobre divulgación científica? Si no leemos a Martin Amis, imagino, menos a un científico con grandes teorías o actos que, como prestidigitador, nos dejan con la boca abierta.
Esquina-bajan
Y también va otro “torito”, ¿cuándo ve usted secciones enteras de ciencia, de conocimiento sólido y pulido en artículos cotidianos en los diarios consuetudinarios que usted revisa para su formación personal? Ya ve que estamos bien jodidos. VANGUARDIA, a través de su espléndida página Omnia que es, por mucho, de colección y goza de amplia lectura en la comunidad del norte de México, es por tradición un verdadero crisol del cual abrevamos los lectores primitivos como yo, que estamos un tanto divorciados de este conocimiento serio y sistemático. Y, claro, tiene un buen tiempo con colaboraciones espléndidas de este tema y en estas páginas, el académico Marcos Durán, quien ancila su tirada de naipes en la sabiduría.
Por ello, hoy pongo el acento en una colección editorial que cumple 30 años de haber salido a la luz pública. Es la “Ciencia para todos” editada por Fondo de Cultura Económica. ¿Sabe usted cuántos títulos han editado al día de hoy de su aniversario? Más de 200 en las áreas de astronomía, biología, ecología, química, salud, física, ciencias de la tierra, ciencias del mar… pregunta matona de a madre: ¿cuántos títulos ha leído usted de este fondo editorial? Y aquí viene un dato que me ha saltado a los ojos: de 206 autores editados, 154 son varones. Sólo 52 mujeres. Proporción 3 a 1. ¿Por qué las mujeres siempre marchan a la zaga en todos los campos? ¿No les gira la piedra o, como las definió un día el deslenguado Vicente Fox, son sólo “lavadoras de dos patas”?
Lo bien cierto es que la “Ciencia para todos” arriba a 30 años de vida con una salud digna de elogio. He leído una mínima parte de estos volúmenes y cuando los leo, confieso, de repente los he dejado a la mitad de la lectura. Debo de tener, a lo mucho, 10 volúmenes. Imperdonable, ya lo sé, pero por eso hoy hablo de ello, para hablar más de ciencia y menos del divorcio de la Angelina Jolie y Brad Pitt; hablar de sirenas y manatíes y dejar de lado el cebarnos en la muerte de la esposa del asesinado cantante Valentín Elizalde en Sinaloa, a la que igual mataron a balazo limpio…
Letras minúsculas
¿A dónde se va el calor de mi café cuando se enfría? ¿Por qué no se queda el muy cabrón dentro de mi taza hasta que me plazca terminarlo? Tal vez el irrefutable Marcos Durán tenga la respuesta…