'25': Escuchamos el disco de Adele y esto nos hizo sentir

Usted está aquí

'25': Escuchamos el disco de Adele y esto nos hizo sentir

Foto: Vanguardia/ Archivo
Si para algo es buena Adele es para eso, para hacernos sentir cosas, para despertar sentimientos tristes o alegres, pero todos siempre de una hermosura que existe ahí en su voz

No es fácil hacer crítica musical, sobre todo hablando de música en un idioma que no es el propio. El sonido es abstracto, los sentimientos que provoca no se pueden ver, ni tocar, simplemente están ahí y ya. Ni siquiera buscando la letra de la canción y traduciéndola se podría acercar uno a entender lo que se siente al escuchar determinado disco. ¿Qué nos dice en realidad la voz de Adele en su tercer álbum de estudio, “25”? Es decir, ¿qué dice de verdad más allá de las palabras que salen de su boca? Porque su boca es más que unos labios, dientes, legua y cuerdas vibrando desde el fondo de su garganta. La voz de la intérprete que conquistó el mundo con sus discos numéricos es única e indescriptible. Cualquier metáfora, cualquier comparación con otra cantante, es inútil. “25” sigue siendo melancólico, pero algo imperceptible nos dice que la situación ha cambiado, un giro considerable hacia un lado más positivo.

Pero quizá cueste trabajo distinguir bien la diferencia. Si nos ponemos estrictos el sonido es casi idéntico al de sus producciones anteriores, no hay cambios drásticos de melodías, sigue tratándose de baladas sentimentales que la intérprete canta con todas sus fuerzas, derramando tanto de su interior como le sea posible. Igual que en “19” (2008) y el aclamadísimo “21” (2011). Igual, pero, ¿no es igual? Se puede investigar, pero, ¿qué caso tiene? Si se busca información se puede saber, por ejemplo, que la cantante ahora tiene una pareja estable, el empresario Simon Konecki, un hombre de quien poca información se podrá encontrar aparte de su conexión con ella. También nos enteraremos que ahora tiene un hijo y si vamos más allá, veremos que éste fue la fuente de inspiración principal para este nuevo álbum y que además ha dejado a su ex pareja en el pasado. El ex a quien le dedicó “21”, el responsable de la herida de la que salieron éxitos como “Set Fire to the Rain” y “Rolling in the Deep”.

Sabremos, entonces, como un hecho, por las declaraciones de Adele, y quizá algún indicio en las letras, que su vida ahora es otra. Pero, ¿qué tanto nos afecta la percepción del disco esta información? ¿Qué pasa si se escucha “25” sin saber absolutamente nada de lo anterior? Sería prácticamente imposible pedirle a alguien que escuche los temas sin prejuicios, sin saber nada de la voz que canta, tendría que haber vivido bajo una roca o en una cueva en los últimos cinco años para no saber nada de ella. Uno escucha un disco de Adele con cierta expectativa, sobre todo por que es un monstruo de éxito inconmensurable, tan es así que su tercer disco pudiera ser una de las producciones más esperadas desde que la promoción del anterior terminó, desde que “Skyfall” ganó el Oscar y desde que ya no teníamos nada nuevo de ella que escuchar. Casi se le exigió (ruego vano) un nueva producción, pero ella se tomó su tiempo.

Entonces cuando nos ponemos a escuchar el disco tenemos casi una idea preconcebida. Tal vez habrá más de uno que se sienta decepcionado, como suele suceder, naturalmente, cuando se espera demasiado de algo. Pero lo cierto es que no es del todo un defecto decir que Adele sigue haciendo la misma música y cantando con el mismo sentimiento, ¿qué más se le puede pedir? Si se busca corazón, ahí está, todo vertido en letras y voz, de eso sí no hay duda. Eso se siente y ya, no podemos describirlo de otra manera, porque así es como ella canta, eso es lo que mejor sabe hacer y no ha dejado de hacerlo. Por eso incluso aunque entendiéramos el contexto del álbum, cuesta trabajo quitarle esa cualidad melancólica. Tal vez se trata de algo que ya tiene ella en la voz y que no le podemos quitar aunque quisiéramos, o aunque ella lo intentara.

Porque no importa que haya canciones sobre el cambio, sobre dejar atrás el dolor como “Water Under the Bridge” y “Send My Love (To Your New Lover)” (por mucho la canción menos triste), éstas tienen que compartir escena con otras menos positivas como “All I Ask”, “Love in the Dark” y “Million Years Ago”, cuyas melodías se cuelan hasta los huesos e impregnan cada segundo del disco. La voz de Adele es casi como un llanto, un lamento y así se escucha a través de todas las 11 canciones, no importa qué letra le pongan. Y ella puede decir lo que quiera y uno puede investigar que si ahora está feliz y que si ya no está tan dolida como en “21” o lo que sea, pero ese sentimiento no lo puede cambiar nada. Es esa cosa abstracta que no podemos entender de otra manera que no sea escribiendo la palabra “melancolía” una y otra vez. Aunque sea una melancolía que no necesariamente es triste, sino más bien como un mirar al pasado o una resignación ante una vida que incluye tanto momentos alegres como otros no tanto, siendo éstos últimos los predominantes.

¿De qué habla entonces en el arco que va desde el primer tema, “Hello”, hasta el último, “Sweetest Devotion”? Amor parece ser la palabra, son baladas románticas, ¿de qué otra cosa se puede escribir con una voz como esa? Lo importante es el sentimiento impalpable que ella les imprime. Si alguien más las cantara, no sería lo mismo y posiblemente no estaríamos escribiendo sobre esto, aunque fueran exactamente las mismas letras y la misma música. Si Adele no las cantara no dirían lo mismo. Y ahí está lo complicado del asunto. Uno puede ver en “Hello” como cierto lamento, ese coro que dice “hola desde el otro lado” le está hablando a alguien, ¿a quién?, y, ¿desde dónde? ¿Cuál es ese otro lado? ¿Es un mejor lugar o uno peor? Tal vez el escucha pueda imprimirle el significado que quiera y tal vez ahí está lo hermoso de la música. Cada uno la completa como mejor le parezca, apropiándose del tema, haciéndolo suyo, dándole un significado que puede o no ser el que Adele pensó.

Entonces, ¿qué tan cierto es que para “Sweetest Devotion” ya nos sentimos como liberados? Como que Adele está cantando algo más alegre, más romántico si se quiere, a falta de mejores palabras. Habrá a quien le parezca que no es así y se conmueva hasta las lagrimas con este bello cierre. No estaría equivocado, ni uno ni otro, porque criticar o sobreanalizar una voz no es un asunto sencillo. Lo mejor que se puede hacer es relajarse y escuchar, dejar que entre por el oído y se siente en nuestro corazón. Porque si para algo es buena Adele es para eso, para hacernos sentir cosas, para despertar sentimientos tristes o alegres, pero todos siempre de una hermosura que existe ahí en su voz, algo que ni las ventas millonarias, ni todos los premios Grammy, ni los números, ni el Oscar, pueden definir. El placer sencillo de escuchar “25” y dejarse llevar, ese es el mejor premio y todo un regalo para el mundo. Y como todo regalo hecho con sinceridad se agradece, no se le puede demandar nada, simplemente decir: gracias.

 

El Dato

>  Género: Pop, balada.
>  Discográfica: XL
>  Productores: Danger Mouse, Samuel Dixon, Paul Epworth, Greg Kurstin, Max Martin, Linda Perry, Ariel Rechtshaid, Mark Ronson, Shellback, The Smeezingtons, Ryan Tedder.
>  Sencillos: “Hello”.
>  Canciones: 11
>  Dónde: De venta en iTunes, $150 pesos.