Allen Smithee, un nombre para ocultar el fracaso de los demás

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Allen Smithee, un nombre para ocultar el fracaso de los demás

Rodrigo Carrillo Tripp. El actor que da vida y voz a Allen Smithee en el montaje. / Fotos: Mayra Franco
¿Quién es este personaje? ¿Por qué nos es familiar su nombre? En el marco del Festival de Monólogos Coahuila 2018 se presentó una puesta en escena que explora este seudónimo muchas veces utilizado por directores de películas fallidas y, en exclusiva para VANGUARDIA, su protagonista colaboró con este texto

Por Allen Smithee

No soy un fracaso. Mi función es representar el fracaso de otros y en eso soy un éxito. Mi nombre es Allen Smithee y desde 1969 aquellos directores de Hollywood que quedaron insatisfechos con el producto final de su obra me han usado a mí para que dichos filmes no se queden sin autor en los créditos. Soy un seudónimo de los avergonzados de su trabajo.

Yo no existo, al menos no físicamente, soy una idea, pero antenoche, el lunes 16 de julio, en la ciudad de Saltillo, Coahuila, en México, el actor Rodrigo Carrillo Tripp, basado en un guión de Mario García Torres y bajo la dirección de Claudio Valdés Kuri, se dio a la tarea de darme voz y rostro en el escenario del Teatro de la Ciudad Fernando Soler.

“No Soy un Fracaso” es como titularon a la puesta en escena que explica mi figura, explora algo de mi filmografía —la cual abarca más de 80 películas de todos los géneros— y utiliza de excusa estos elementos para teorizar sobre el cine y el arte en general, además de defender la validez de mi existencia.

Se trata más bien de una conferencia magistral acerca de lo que significa la producción artística, dictada con los elementos de una obra teatral, un monólogo en particular, y que lleva desde 2016 presentándose en diversos espacios del país, dándome vida en cada ocasión.

Yo no soy el autor de ninguna película, yo no fui parte del proceso de realización, ni dirigí a los actores y el equipo técnico o discutí con los productores, yo sólo soy el recipiente de la basura de los demás, o lo que sus autores al menos así consideran y que luego deciden atribuirme a mí.

Esta es una de las ideas que exploran en la pieza teatral, la cual forma parte del circuito Teatro a una Sola Voz y llegó a esta ciudad en el marco del Festival de Monólogos de Coahuila.

Como ya lo imaginarán mi cuerpo de obra está conformado por trabajos del cine de serie B, películas que fácilmente se pueden considerar “mediocres” y que, en muchas ocasiones, no se toman muy en serio a sí mismas y no tienen miedo de hacer el ridículo con tal de ofrecer un producto entretenido.

De la misma forma Carrillo Tripp se desvive en el escenario con una actuación sin temor alguno a pasar de la académica explicación de las intenciones teóricas y reflexivas de la obra —siempre a través de mí— a la exagerada presentación de dos artistas egocéntricos pero con ciertas inseguridades.

Porque hay que aclarar que en esta obra hay dos personajes. Uno soy yo, eso ya quedó claro, y el otro es el actor que me da vida. No hablo de Rodrigo, él es el actor que está interpretando a otro actor, homónimo, que me interpreta a mí, de personalidad diferente, creado expresamente para el monólogo. Lo sé, es confuso.

¿Se puede considerar la acción de desechar un acto creativo? Esta es otra de la ideas que se presentan —presento— en la pieza. Decenas de directores han decidido distanciarse de sus producciones en vergüenza de los resultados finales y han creado en el proceso algo más, me han creado a mí.

O tal vez yo sólo soy un seudónimo, nada más, como tantos otros existen en el mundo artístico y no fue sino hasta que el artista conceptual Mario García Torres creó un performance en 2007 donde recolectó toda esta información y comenzó a teorizar sobre ella que nací realmente yo.

Incluso es probable que mi existencia sólo se deba a la traducción de ese performance al lenguaje teatral, la colaboración con Carillo y Valdés y sus posteriores puestas en escena, esfuerzo al cual está contribuyendo este artículo. Divagaciones filosóficas todas ellas.

“No Soy un Fracaso” es un ejercicio de análisis de la metanarrativa de mi ser, que propone a los espectadores en un teatro del absurdo una serie de preguntas sobre la producción artística y las acciones creativas, conmigo en el centro de todo ello.

Es una obra ligera en su presentación pero densa en su contenido y que requiere de más de una vista para aprehender todas sus propuestas, aunque estoy seguro que el público que asistió a la única función se fue con un muy buen sabor de boca. Y no lo digo sólo porque sea el protagonista.

Por eso también, como parte de este mismo ejercicio analítico, yo no dudé en aceptar la invitación de VANGUARDIA cuando me pidieron colaborar con este artículo, aunque al principio creí que me entrevistarían, motivado principalmente por mi egocéntrica personalidad —aspecto fundamental de mí, pues yo no existo si no me piensan—, mi interés de invitarlos a verme en escena a la siguiente oportunidad en la producción de la compañía Teatro de Ciertos Habitantes y continuar con esta discusión sobre el arte.