2091: Incursión en la ciencia ficción
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2091: Incursión en la ciencia ficción
Hace unos años un amigo me dijo que los países latinoamericanos no estaban listos ni para escribir ni para producir ciencia ficción. Su suposición era que, como pobres desarrolladores de ciencia y tecnología reales, nos era más difícil engendrar escenarios futuristas basados en teorías plausibles.
Como buenos amigos, discutimos porque yo me negaba a aceptar esta posibilidad. Es verdad que no somos reconocidos por escribir o producir contenidos en el género, pero no considero que sea por falta de herramientas o de imaginación.
Ahora mismo, ya veo la cara de mi amigo repitiéndome con gusto: “te lo dije”, cuando se entere de la existencia de “2091”, esta serie de ciencia ficción realizada en Colombia con talento de varias regiones de Latinoamérica (incluido México).
“2091” se estrenó por Fox (martes, 22:00 hrs.) hace ya unas semanas, pero no me había sentado a observarla a conciencia hasta ahora. Reconozco el esfuerzo que hicieron los colombianos para crear un producto de índole futurista, pero el resultado me parece bastante desfavorable.
Esta serie cuenta con las actuaciones de los mexicanos Christopher Von Uckermann, Damián Alcázar y Julio Bracho en papeles estelares, quienes comparten el protagonismo con dos colombianos: Manolo Cardona y Angie Cepeda. Se trata de una historia mal planteada e inverosímil hasta el tuétano; una distopía donde la adicción a los videojuegos destruye al mundo y un grupo de gamers es enviado a una luna en Júpiter para que compita en un escenario virtual mientras ricos y desquiciados empresarios en la Tierra apuestan por un ganador.
Lo frívolo sería criticar simplemente los aspectos de producción audiovisual, que poseen la terrible característica de la inconsistencia. Visualmente, “2091” consigue generar un universo en momentos creíble y bien planificado, y en otros se convierte en un triste generador de risas involuntarias. En simples segundos pasa de escenarios concisos a momentos que recuerdan a la producción de El Chapulín Colorado. Además hace algo nada agradable para los conocedores: copia; copia mucho y copia mal a los clásicos de la ciencia ficción (“Blade Runner”, “12 Monos” y hasta a la nueva de “Mad Max”).
Sin embargo, dejemos de lado los desatinos visuales y artísticos que ensombrecen este desafío llamado “2091”, porque cualquier buen argumento puede sostenerse aunque los recursos visuales sean limitados. La premisa de esta serie es tan boba, como superficial es el desarrollo de su historia. Si algo debe tener la ciencia ficción además de pistolas láser y escenarios interplanetarios, es una profunda indagación sobre la moral y la conciencia humanas. De ahí, incluso, parte la diferencia entre la ciencia ficción de primer nivel –tan importante como cualquier otro subgénero narrativo–, y la ciencia ficción de mero oportunismo. “2091” intenta profundizar sin resultados, incluso tomándose demasiado en serio, pero se queda en el camino.
Más allá del oportunismo, en el caso de “2091” prevalece la ingenuidad, quizá provocada por lo que decía mi amigo: la inexperiencia de Latinoamérica en el género. Pero con todo y que el producto es muy desafortunado, aplaudo que en Latinoamérica comencemos a dar pequeños pasos en el fértil e insondable terreno de la ciencia ficción.
Mi Twitter: @CalladitaR