2021: Intenciones y resultados

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2021: Intenciones y resultados

2020 nos deja una gran lección. El propósito de un sistema es lo que el sistema hace. China exportó un virus. Nosotros lo multiplicamos. Las intenciones y los resultados caminan divorciados. Si aprendimos bien, podemos enderezar muchas cosas en el 2021.
 
Los gobiernos son sistemas creados con la intención de producir bien común, pero 2020 demostró que pueden hacer más daño que beneficio. Con buena intención ordenan frenar la actividad económica y social, pero esta decisión es tan mortal o más que el Covid19.
 
Hay muchos ejemplos. Los hospitales con frecuencia producen estos resultados totalmente contrarios a la intención que los creó, como cuando los pacientes adquieren infecciones de bacterias difíciles de combatir. Los casos de iatrogenia son altísimos. Te curan de una cosa, te enferman de otra.
 
Todas las profesiones, las artes, las asociaciones y en general todas las organizaciones tienen algo de una enfermedad llamada auto-generación patológica. Existe cuando la organización adquiere metas y propósitos por encima de las personas a las que debe servir. 
 
Esta enfermedad organizacional es muy común en los sindicatos. ¿Acaso los maestros no son fáciles víctimas de líderes corruptos que los manipulan a placer, supuestamente en beneficio colectivo? No contentos bloquean vías de trenes para que los daños se propaguen al resto de la sociedad.
 
Las grandes corporaciones internacionales no son la excepción. Cuando una empresa nace, es caótica pero creativa. Cuando se establece se vuelve burocrática, cerrada y resistente al cambio. Ya comenté el caso de Volkswagen, que requirió de un escándalo vergonzoso para iniciar una gran reforma interna.
 
Entre las organizaciones más enfermas y auto-complacientes de México podemos señalar a los partidos políticos, que literalmente viven para sacarnos dinero sin dar nada útil a cambio. Al contrario, generan gobiernos totalmente divorciados del bien común.
 
La pandemia, que es una enorme crisis,  podría tener un efecto positivo mundial si nos obliga a realizar un cambio cultural en el que enfoquemos la diferencia entre las intenciones de una organización y los resultados que produce.  
 
¿Acaso el gobierno cumple su función correctamente con tan solo ordener el cierre de comercios, sabiendo que su orden no se va a cumplir? La intención es buena, pero la orden es tan tonta que la autoridad solo se desgasta porque los puesteros concentran las compras. Otras medidas más efectivas ni siquiera se intentan. 
 
Esta ceguera a los sistemas —que adquieren vida propia— la sufrimos mucho peor a nivel nacional. Andrés cree que su función es predicar y ordenar. No analiza, ni revisa el resultado final de sus decisiones.
 
En su mente, Dos Bocas es independencia energética. Para el resto es un desbalance presupuestal. El Tren Maya es ingresos por turismo. ¿Cuánto y cuándo? No importa. Y mientras el Covid-19 sigue imparable. Andrés saca cien en buenas intenciones, pero un cero en resultados. Como administrador es un fracaso rotundo y harto peligroso.
 
Andrés prometió ir contra la corrupción, pero está corrompiendo a cientos de miles que reciben dinero sin aportar nada a cambio. Ahora tenemos mega-corrucpión y super opacidad institucional. De paso, estamos en ruta a perder la libertad.
 
La solución es la participación en grupos afines y cercanos, donde se puede fácilmente constatar que las intenciones y los resultados caminan de la mano. La crisis del Covid nos obliga a revisar instituciones, pero no para regresarlas cincuenta años o más. 
 
Debemos desconfiar de todas las organizaciones y revisar la distancia entre sus intenciones y sus resultados. Si el diagnóstico es malo solo una reestructura las corrige. 
 
Iniciamos 2021 con muchas buenas intenciones, pero serán las acciones personales y colectivas las únicas que cambiarán la realidad.